Clint Eastwood: 'El desafío de las águilas'

Clint Eastwood: 'El desafío de las águilas'
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Interpreta como Gary Cooper, incluso diría que mejor

1968 fue un año muy productivo para Clint Eastwood. Después de protagonizar ‘Cometieron dos errores’ y ‘La jungla humana’, en la que empezaba a desligarse de la imagen de eterno intérprete de westerns, decidió continuar por esta senda, moviéndose con pies de plomo, y siempre dentro del cine de género. ‘El desafío de las águilas’ fue la primera incursión del actor en una superproducción (la Malpaso aquí ya no tendría nada que ver, siendo la única película de toda su carrera como actor en la que su productora no se vería involucrada).

En aquellos años, el cine bélico estaba muy de moda, sobre todo gracias a películas como la estimable ‘Los cañones de Navarone’. Films en los que se reunía a un reparto de caras conocidas por el gran público, y sus sencillos argumentos solían estar ambientados en la Segunda Guerra Mundial, y narraban las imposibles aventuras de un grupo de soldados que tenían que cumplir una misión suicida (rescatar a alguien o destruir algún punto clave del enemigo), casi siempre en algún lugar de difícil acceso.

Se recurrió al escritor Alistair MacLean, precisamente el mismo de la película de J. Lee Thompson, queriendo los productores repetir el enorme éxito de aquélla. ‘Where Eagles Dare’ o ‘El desafío de las águilas’ cuenta la loca historia de un grupo de hombres seleccionados cuidadosamente por las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, para intentar rescatar a un general secuestrado por los alemanes y recluido en un inaccesible castillo escondido en medio de los Alpes. Del éxito de dicha misión depende el curso de la Guerra. Pero el difícil acceso al castillo no será el único problema al que se enfrenten nuestros héroes. A poco de dar comienzo la misión, los hombres del grupo empezarán a morir en extrañas circunstancias.

‘El desafío de las águilas’ es una cinta bélica dotada de cierto suspense, muy bien introducido en la trama y que supone en cierto modo el mayor atractivo de la película, además de una espectacularidad que avanza según el relato, en un crescendo casi emocional: de la belleza de los paisajes naturales (la mayor parte del film se rodó en una localidad de Austria, en la que el rodaje fue recibido como una gran fiesta), se pasa a los grandes decorados, y en el clímax del relato, a una explosión de violencia, con largas y emocionantes secuencias de acción en el interior del castillo y a bordo de un teleférico (escena ésta que empareja el film con la antigua película de Carol Reed, ‘Night Train to Munich’).

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Esta vez Eastwood cedió todo el protagonismo a Richard Burton, quien prácticamente eclipsó a cualquier actor del reparto con su interpretación. Burton era por aquel entonces uno de los actores más famosos, taquilleros y prestigiosos del mundo, con la fama añadida de estar casado con Elizabeth Taylor, con la que se casó y divorció dos veces. Burton, en acuerdo con Eastwood, decidió que sus interpretaciones estuviesen en las antípodas la una de la otra, siendo éste uno de los secretos de la perfecta química que existe entre ambos. Mientras el segundo siguió perfeccionando su laconismo, resultando incluso un personaje con cierta aureola de misterio (algo que se convertiría en marca de la casa), el primero optó por todo lo contrario. Frente al silencio de su compañero, en Burton recaen los diálogos más largos de toda la película, y es precisamente una de las especialidades del actor británico soltar largas parrafadas con impresionante convicción (algo que alcanza su punto álgido en la carrera del actor en la imprescindible ‘El espía que surgió del frío’, por la que tuvo una de sus nominaciones al Oscar). Sirva como claro ejemplo de lo que estamos hablando, la extraordinaria secuencia de suspense en la que el personaje de Burton revela que es un agente doble, despistando a todos los demás personajes y dejando literalmente con la boca abierta al espectador. Sólo por esa secuencia, de inolvidable conclusión, merece la pena ver ‘El desafío de las águilas’.

La película fue dirigida por Brian G. Hutton, prácticamente un desconocido, que consiguió con la presente uno de sus dos éxitos taquilleros más importantes (el otro sería ‘Los violentos de Kelly’, también con Eastwood en el reparto). Hutton supo poner en escena un material de locos, logrando manejar con total efectividad una superproducción tan mastodóntica, con resultados superiores a otros films parecidos de la época dirigidos por realizadores mejor considerados, como es el caso de ‘Los héroes de Telemark’ o ‘Estación polar Cebra’, de Anthony Mann y John Sturges, respectivamente. Y es que ‘El desafío de las águilas’ está dotada de un humor especial que hace que un guión tan absurdo (las situaciones son prácticamente imposibles y el desenlace final en un avión es un completo despropósito) resulte de lo más divertido; además Hutton logra darle la emoción necesaria al conjunto, sobre todo en las impecables secuencias de acción, tanto física como oral. Recientemente, Steven Spielberg declaró que ‘El desafío de las águilas’ era su película bélica favorita. En sucesivas entregas iremos viendo como la relación entre Spielberg y Eastwood es más extensa de lo que parece (sobre todo por el mutuo respeto profesional entre ambos).

Eastwood acertó de lleno al participar en ‘El desafío de las águilas’, demostrando que podía quedar perfectamente en un segundo plano (Burton es el principal protagonista), y de paso disfrutó de un bombazo taquillero, algo a lo que se acostumbraría muy fácilmente. Se hizo muy amigo de Richard Burton, quien sólo tuvo palabras de elogio para su compañero de reparto, e incluso se pensó en cierto proyecto para protagonizarlo con la mujer de aquél, Elizabeth Taylor (y que al final recayó en Shirley MacLaine). Eastwood prosiguió con paso seguro su carrera, y al año siguiente se atrevió con un musical, en el que sus intentos de cambiar su típica imagen de duro dieron espectaculares resultados. Hasta le veríamos cantar.

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