Clint Eastwood: 'La muerte tenía un precio'

Clint Eastwood: 'La muerte tenía un precio'
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Seguimos con el repaso a la filmografía de Clint Eastwood, que a este paso nos va a llevar una eternidad (¿alguien se va a quejar?).

Seguía inmerso en el rodaje de la exitosa ‘Rawhide’, cuando Eastwood recibió una llamada de Italia para rodar otra película en Almería al estilo de ‘Por un puñado de dólares’. Debido al éxito de la misma, Sergio Leone contó con una mayor presupuesto para su nuevo trabajo, y por supuesto el sueldo de Eastwood sería mayor (concretamente 50.000 dólares). ‘Per qualche dollaro in più’ se tituló en nuestra España querida ‘La muerte tenía un precio’, y aún a día de hoy es una de las películas de mayor éxito de espectadores en nuestro país. Un éxito descomunal, merecido a todas luces.

En ‘La muerte tenía un precio’ todo está hecho a lo grande. Más medios, una historia con más matices, más personajes, más actores. Y los resultados fueron superiores (por poco) a la anterior película, de la cual no es una secuela, pero conforma, junto con ‘El bueno, el feo y el malo’, la llamada Trilogía del dólar.

Con el mismo sombrero, el mismo poncho (comprado al llegar a España), y hasta si me apuráis, el mismo cigarro (que el actor nunca llega a fumar, porque odia fumar), Eastwood da vida al Manco, un cazarrecompensas que se gana la vida como tal, cobrando por entregar a la justicia, vivos o muertos, a los delincuentes más buscados. Pero aquí, Eastwood ya no es el protagonista absoluto. La película narra paralelamente (para terminar coincidiendo en la segunda mitad del film) la historia de otro cazarrecompensas, el Coronel Douglas Mortimer, al que da vida Lee Van Cleef, un actor hasta entonces secundario (‘El hombre que mató a Liberty Valance’, y muchas series de televisión, entre otros trabajos). A raíz de su participación en esta película, Van Cleef obtuvo fama mundial, que le llevó a interpretar sobre todo un buen puñado de spaghetti westerns, subgénero que estaba en lo más alto. Y es que, al contrario de lo que sucedía en los USA, el western estaba muy de moda en Europa, gracias sobre todo a las películas de Leone.

Gracias a una portentosa labor de montaje, que le presenta como un narrador de primera, el director nos presenta a los personajes principales, y sus intenciones. El Manco y Mortimer son los primeros en aparecer en escena, cada uno por su lado, mostrándonos sus distintos métodos para atrapar a delincuentes. Más tarde, un sólo vistazo a un cartel, con las miradas alternadas de ambos, nos muestra por dónde irá la película. Es cuando hace acto de presencia el villano de la función, el Indio, interpretado por un excelente Gian Maria Volontè, como ya había hecho en ‘Por un puñado de dólares’. La historia que protagonizan está llena de detalles que la arropan. Al Manco le mueve única y exclusivamente el dinero que puede ganar, y para ello será todo lo amoral y violento que haga falta. Pero esto no va reñido con el respeto que pueda sentir hacia su compañero de fatigas (¿es ‘La muerte tenía un precio’ un presagio de las buddy movies que tanto proliferaron en la década de los 80?). Al Coronel Mortimer le mueve la venganza (el Indio es culpable de la muerte de su hermana, y no de su hija como quisieron hacernos entender en el lamentable doblaje), y el Indio es un villano peculiar. Su total falta de escrúpulos, su exagerada violencia, y el estar continuamente drogado, chocan con sus remordimientos por esa muerte en cuestión (la mujer, mientras es violada, coge una pistola y en lugar de matar a su asaltante, se suicida). El drama está servido, y la culminación del mismo será en un clímax de los que no se olvidan. Sin duda, uno de los mejores duelos jamás vistos en una pantalla, con dos maestros de ceremonia: un Eastwood quedando en un segundo plano, y la melancólica música de un reloj, que evoca tiempos mejores llenos de pureza e inocencia.

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Una vez más, el gran Ennio Morricone, ayuda a la historia, marcando la progresión dramática, vistiendo la personalidad de cada personaje, y creando una banda sonora de las más recordadas por todos (¿quién no ha intentado silbarla más de una vez?). La dirección artística tiende hacia un barroquismo, seco y áspero, en armonía con la historia, plagada de personajes aún más secos, bañados de una violencia casi insoportable (Leone fue muy criticado por ello en su día). El humor en esta película es a cuentagotas, y muy bien insertado. Baste mencionar dos secuencias al respecto: la llegada al pueblo en el que sus habitantes no quieren visitantes, o el mismo final en el que al Manco no le salen las cuentas de lo recaudado por los delincuentes que han atrapado).

Clint Eastwood empezaba a fomentar su fama de tipo duro con el personaje del Manco, el cual guarda ciertos paralelismos con su anterior trabajo a las órdenes de Leone, y también con el siguiente. En las tres, no usa ningún nombre propio (aunque en ‘Por un puñado de dólares’ algunos le llamen Joe). Sería una de las señas de identidad en sus futuros trabajos como actor: personajes misteriosos, marcados por un pasado apenas conocido, pero que se intuye. Inmerso casi siempre más allá de cualquier ideología, por encima del bien y del mal. Y es que ya por aquel entonces, Eastwood era un sobreviviente en un mundo lleno de corrupción y maldad. La ley, tan sucia como la delincuencia, no llega para hacer justicia.

‘La muerte tenía un precio’ es una de las obras cumbres del Cine, sin necesidad de recurrir a etiquetas con las que incluirla en tal o cual género. Emocionante, una lección de entretenimiento, y mucho más. Pronto hablaremos del final de esta apasionante trilogía, con el que es, probablemente, el título más admirado de los tres, y también del cine de Leone, un maestro al que hay que reivindicar siempre. Su concepción del cine rompió esquemas, y creó escuela. El propio Eastwood, a ratos se inspira en su mirada cínica e incisiva, directa como pocas, y no hay entrevista en la que se le pregunte por él y no se deshaga en elogios. Nuestro actor favorito le ayudó a construir su mundo con una composición inolvidable.

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