'Crepúsculo', déjame salir

'Crepúsculo', déjame salir
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‘Crepúsculo’ (‘Twilight’) supone el inicio de una nueva saga, inspirada en los libros de Stephenie Meyer, de clara aceptación popular entre los adolescentes de todo el mundo. Algo parecido a la saga de Harry Potter es lo que busca la Summit Entertainment, y no hay duda de que lo conseguirá, invirtiendo mucho menos dinero en la filmación de las películas, algo que se nota en pantalla. En años venideros nos llegarán ‘New Moon’ y ‘Eclipse’, que continuarán la saga, en la que vampiros, hombres lobo y las hormonas revolucionadas de unos cuantos jovencitos y jovencitas, son los principales protagonistas.

Existe en la actualidad un renacer del cine de vampiros, que tan buenos resultados dejó en otras décadas, con aportaciones tan fascinantes como las de F.W. Murnau, Tod Browning, Terence Fisher, John Badham, Tom Holland, Kathryn Bigelow, e incluso Joel Schumacher. Curiosamente, los tres últimos, han enfocado sus películas intentado abarcar un público más joven, saliendo no sólo airosos del ello, sino dejando además sentadas unas bases para futuros films de idéntica temática, que cristalizaron en la magistral ‘Déjame entrar’ en cines, y ‘True Blood’ en televisión, con las que la presente ‘Crepúsculo’ coincide en varios puntos.

No leer si no se ha visto la película.

‘Crepúsculo’ narra la historia de una chica de nombre Bella (toma ya) que se traslada a vivir con su padre a una lluviosa y recóndita localidad llamada Forks. Allí conocerá a un muchacho llamado Edward Cullen, con el que inicia una extraña relación, marcada por el carácter misterioso de Cullen, a lo que hay que sumar que Bella es lo suficientemente rarita como para que congenien de forma mayúscula. Poco después descubrirá que Mullen es en realidad un vampiro, que vive con su familia, intentado convivir con los humanos. Pero no todos los pertenecientes a la clase vampírica tienen buenas intenciones.

Catherine Hardwicke se olvida por completo de lo que debe ser todo buen blockbuster, malgastando además las enormes posibilidades del relato, defecto que proviene del espantoso guión de Melissa Rosenberg (parece mentira que esta mujer haya escrito algunos episodios de la serie ‘Dexter’), incapaz de encontrar el tono adecuado, moviéndose entre lo absurdo y lo directamente vergonzoso. Hardwicke, que ya me hizo sufrir en ‘Thirteen’ y ‘Los amos de Dogtown’ (aún así, las prefiero mil veces a esta memez), invita al más descarado aburrimiento con su extremadamente larga historia de amor entre una humana y un vampiro, resultando anodina y soporífera a partes iguales.

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El mito vampírico siempre ha desprendido una fascinación que a muy pocos no ha interesado. Al igual que esas criaturas cuando hipnotizan a sus víctimas, la figura del vampiro ha ejercido el mismo poder sobre los espectadores de todas las edades. El hecho de ser inmortal, vivir durante la noche, y el halo romántico que todo ello desprende, han hecho las delicias del público durante décadas. En ‘Crepúsculo’ todo esto se pierde, trivializándolo hasta la saciedad y pasando por el filtro de la comercialidad una historia que en manos de otro director hubiera dado frutos más apetecibles. Que en ‘Crepúsculo’ los vampiros anden a media luz del día, que no tengan colmillos, que su integración entre los humanos sea lo más normal del mundo, y demás variaciones del mito vampírico, no debería tener demasiada importancia, si con ello se alimenta de sangre nueva todos y cada uno de los resortes del género (algo que sí han hecho las mencionadas ‘Déjame entrar’ o ‘True Blood’).

En ‘Crepúsculo’ los vampiros son una insoportable familia de pijos que acogen a Bella, la nueva novia de Cullen, de forma muy condescendiente, mientras su hijo intenta por todos los medios tener un mínimo de feeling con la humana. Toda la culpa es de Robert Pattinson y Kristen Stewart, cuya química es la misma que la de una lavadora y un conejo, incapaces ambos de dar la profundidad a sus personajes que falta en el guión, en el que no hay ni un punto de inflexión, ni una sola situación interesante. Pattinson interpreta al frío vampiro de una forma harto ridícula. El actor cree que dar vida a un vampiro que desprende una atracción sobre Bella, es poner cara de estreñido todo el rato, Stewart no se mueve con facilidad en el cine de terror o fantástico, como ya demostró en ‘The Messengers’, y Hardwicke fracasa como maestro de ceremonias, pensando que crear una atmósfera fantástica es abusar de los filtros en la fotografía. También es incapaz de dotar la película de ritmo, lo mínimo que podría ofrecernos ya que la historia es prácticamente inexistente.

Con todo, ‘Crepúsculo’ ha triunfado en medio mundo, dando una muy preocupante señal de lo poco exigentes que son los adolescentes de hoy día, no preocupándole a muchos el ser tratados como idiotas. En ‘Crepúsculo’ no hay emoción, no hay misterio, no hay aventuras, y lo que es peor, no hay personajes con un mínimo de esencia, características de todo buen cine de evasión, ése que en otras películas destinadas al público adolescente sí existe. Todo lo que tienen películas firmadas por Spielberg, Donner, Dante, Zemeckis o Alfredson, que además de entretener invitan al joven espectador a pensar, a inquietarse, y sobre todo a emocionarse soñando. ¿Ofrecerán algo de eso Chris Weitz y David Slade? Desde luego, lo tienen bien fácil.

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