'Guerra mundial Z', al borde del desastre

'Guerra mundial Z', al borde del desastre
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La madre naturaleza es una asesina en serie. Nadie la supera, nadie es más creativo. Pero como todos los asesinos en serie, no puede evitar la necesidad de ser atrapada, ¿de qué servirían esos crímenes si nadie se lleva el mérito? Así que deja migajas. Ahora, la parte complicada es ver esas migajas, reconocer las pistas.

El diálogo entre el heroico protagonista (Brad Pitt) y el joven virólogo (Elyes Gabel) es uno de los pocos momentos de calma en la frenética 'Guerra mundial Z' ('World War Z', Marc Forster, 2013), una escena donde uno puede relajar los músculos y escuchar, pensar, acomodarse en el asiento y darse cuenta de dónde está metiendo los ojos. Es uno de mis instantes favoritos. Sin embargo, recordándolo a posteriori, no puedo evitar reírme imaginando a alguien allí, en ese avión, interrumpiendo al científico --extraño y torpe, para descojone de cierto público masivo-- en plan: "oye, ¿habéis buscado esas pistas en hospitales y residencias de ancianos? Igual me equivoco y estoy diciendo una tontería, ¿eh?, pero me resulta muy curioso que los zombis no causen masacres en esos lugares".

Como la inmensa mayoría de blockbusters, la coherencia de 'Guerra mundial Z' queda en evidencia en cuanto te paras a pensarla un poco. Hay quien dice que eso es lo peor que puedes hacer con una película de estas características, diseñada únicamente para pasar el rato mientras se comen palomitas, pero yo no puedo evitarlo y tampoco estoy de acuerdo en que sea algo negativo discutir las torpezas y las lagunas de lo que se ha visto, del mismo modo que se destacan sus virtudes; al contrario, reconociendo las primeras puedes hacer una mejor valoración del conjunto y apreciar las segundas. Lo que me parece negativo es no pensar, no discutir, aplaudir bobamente lo que nos señalan productoras y distribuidoras, por la vaga satisfacción de recibir un apoyo falso, meramente publicitario. 'Guerra mundial Z' es un eficaz entretenimiento, divertida y espectacular, pero es también irregular, blanda y cobarde.

Muertos vivientes para todos los públicos

Los zombis de la película

¿Puede encajar una película con adjetivos tan dispares? Desde luego. Suele ocurrir con las superproducciones porque tienen un “padre” y una “madre” con ideas diferentes sobre lo que se pretende conseguir con su “producto”. Por un lado tenemos al estudio, a los productores, a los que consiguen o invierten el dinero y quieren ver cuantiosos beneficios a toda costa, a la estrella de cine que busca “hacer una película que mis hijos puedan ver antes de hacerse mayores” (Pitt). Y por otro está el cineasta, el autor, el tipo con inquietudes y una visión artística que quiere dejar huella y decir algo sobre el mundo en el que vive. Forster era consciente de dónde se metía pero necesita dejar claro por qué él está ahí cuando manifiesta su deseo de “incluir una reflexión sobre los actuales tiempos de ansiedad y de cambio, sobre esta era superpoblada y sin suficientes recursos”.

'Guerra mundial Z' es el fruto de estas dos intenciones, busca ser una asombrosa atracción de feria que arrase en taquilla y al mismo estimular la inteligencia del espectador. La misión no era sencilla, y cometen errores importantes, pero siendo justos, en lo esencial, la película es un triunfo. Entiendo que los fans del libro de Max Brooks clamen al cielo, que el concepto de zombi dopado origine conflictos o la irrelevancia de casi todos los actores que rodean a Pitt --si pestañeas te pierdes a Matthew Fox, James Badge Dale apenas interviene y Mireille Enos se limita a ser la esposa comprensiva y pasiva--, pero si comparamos lo que se pretendía y lo que se ha conseguido, el balance es positivo. Es un éxito comercial en todo el mundo y ha dejado imágenes impactantes que han dado mucho que hablar, inevitablemente, sobre lo que buscaba el director, aunque solo sea de forma superficial. ¿Podría haber sido mejor? ¡Por supuesto!

Aciertos y errores de 'Guerra mundial Z'

Cada uno tendrá las suyas, mis mayores quejas sobre 'Guerra mundial Z' son dos: un protagonista que parece un superhéroe y la resolución de la historia. El primer asunto fastidia porque impide que me crea algunas situaciones, que me sumerja plenamente en lo que está ocurriendo; desconecto, entre otras cosas, porque me resulta imposible de tolerar que ese hombre amague con tirarse al vacío delante de su familia, mantenga en todo momento una melena tan perfecta --¿¿cuándo se lavaba el pelo??--, apenas resulte herido tras el desenlace de la secuencia del avión y sea el único en todo el planeta que ata cabos para combatir la pandemia. En cuanto a la última parte de la película, me chirría el escenario del laboratorio --demasiado irreal, muy preparado, como si fuera la misión de un videojuego, además, ¿qué hacen y cómo se alimentan los supervivientes?--, que el héroe resuelva que no hay escapatoria cuando solo le amenaza un "z", o ese epílogo con voz en off anunciando forzadamente una secuela.

También comprendo a quien argumenta que un relato con no-muertos debería ser más sangriento. Ésa sería mi tercera queja, en un escalón por debajo, pero 'Guerra mundial Z' no quiere jugar esa carta. Y, en cierto modo, no lo veo mal, se puede sugerir y recurrir al fuera de campo para lograr un resultado más violento que con litros de líquido rojo. Es muy meritorio lo que consigue Forster pese a todas las limitaciones de Hollywood, generar esa sensación de caos, pánico y horror. Cuesta respirar durante la secuencia en las calles de Philadelphia, la de la azotea, el asalto nocturno en Corea, la estampida en Jerusalem o el rápido contagio entre los pasajeros del avión; sentí como si yo estuviera ahí, desesperado y aterrado, en tensión constante, con la mirada clavada en la pantalla. Por eso digo: objetivo cumplido. Me acabo el paquete de palomitas, pido otro y grito: ¡más zombis, más!

3 estrellas

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