'Jack', prisionero del tiempo

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¿Qué es lo que quiero ser de mayor? Quiero estar vivo

-Jack

Como ya hemos comentado, el grandioso éxito económico de ‘Bram Stoker’s Dracula’, unido a una más que estimable recepción crítica y al orgullo que sentía el director por haber firmado una obra de encargo a la que supo dotar de personalidad, y que completó en el plazo y presupuesto establecidos, auguraban una recuperación del genio que en los años setenta había asombrado al mundo. Pero hubo de esperar cuatro años para poder ver la nueva película del cineasta, y no fue precisamente una gran película la que nos regaló.

En parte puede parecer extraña la decisión de llevar a cabo este proyecto, por supuesto. Pero también resulta hasta comprensible. En primer lugar porque después de una obra mayor, incontestable, como ‘Dracula’, que además fue un éxito, lo más lógico es que Coppola siguiera por la misma senda, recuperada la confianza de los inversores. Pero a los cincuenta y pico años, habiendo conocido la gloria y el lodo, Coppola aún necesitaba afianzarse más. No se podía permitir un nuevo patinazo. Las fuerzas no son infinitas, había que empezar a administrarlas.

Lo cierto es que a pesar de sus ambiciones y su tono, absolutamente menores, Francis Ford Coppola se rodeó de algunos de sus colaboradores habituales, y de otros nuevos de primera fila. De nuevo, y por cuarta vez, contaría con Diane Lane, a la que podemos afirmar que él descubrió prácticamente de niña, y que ya era una bella y elegante mujer, además de excelente actriz. También contaría, por última vez, con el diseñador de producción Dean Tavoularis, después de trece colaboraciones juntos.

En cuanto al reparto, muchas caras nuevas en el cine de Coppola, algunas poco identificables con él previamente, como es el caso de Bill Cosby, Jennifer López o el propio Robin Williams. En cuanto a este último, protagonista absoluto del largometraje número dieciocho de su director, nunca he comprendido la fama y el caché de los que goza en su país, pues me parece un cómico mediocre. Ahora bien, creo que como actor en papeles más dramáticos está bastante bien, y aquí hace uno de sus mejores trabajos.

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El niño que crecía demasiado deprisa

Por lo menos este relato no engaña a nadie, no se pone trascendental ni enfatiza su tema de ninguna manera. Muy al contrario, puede considerarse un relato infantil que habla sobre problemas adultos, lo cual la convierte en una verdadera rareza. Ahora bien, el hecho de ser una rareza no la convierte en una buena película. Coppola, eso sí, rueda con su habitual destreza, la de un consumado cineasta con una vasta experiencia a sus espaldas, que jamás pierde el control de lo que cuenta. Aunque, en el caso que nos ocupa, no era tan difícil, ¿no?

Todo comienza con el nacimiento de Jack (en una fiesta de Halloween en la que los padres, y amigos, del protagonista están disfrazados como los personajes de ‘El mago de Oz’, en un nuevo guiño a esta película por parte de Coppola), y todo termina con su cercana muerte. Hubiera sido interesante (como luego hizo David Fincher con ‘El curioso caso de Benjamin Button’) que hubiéramos visto también su muerte. Pero a pesar del regusto agridulce que nos deja este relato, no parece que la intención del director fuera hablar tanto sobre la fugacidad de la vida como sobre la fugacidad de la juventud.

Y logra hablar de ello con sensibilidad, elegancia y buen gusto, aunque todo queda demasiado ligero, demasiado minúsculo. Creo que el arte se tiene que centrar en cosas pequeñas, pero haciéndolas importantes. Sin embargo la mirada de Coppola, aquí, parece cansada, desganada, sin más motivación que la de hablar de sus viejos temas, pero sin la pasión, sin la emotividad que le caracteriza. Más bien como un encargo más, ahora que un proyecto pequeño, y más aún con ideas personales, debía ser algo más que un encargo.

La extraordinaria, una vez más, fotografía de John Toll (un operador que comenzó de manera fulgurante, con dos Oscar en dos años consecutivos) y el tono, muy conseguido, entre lo jocoso y lo dramático, elevan por encima de la media un guión que en manos de otro director probablemente habría caído en la banalidad más absoluta. Coppola quería tomarse su vida creativa de una forma más relajada. Y éste fue el comienzo de tal decisión.

Estudio F.F. Coppola en Blogdecine

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