Lo primero que llama la atención en ‘Deadpool y Lobezno’ es que se trata de una tercera película coherente con las demás entregas del personaje, es decir, una comedia meta, un delirio nerd con el germen salvaje de los cómics intacto. Pero en su introducción en el mundo de Marvel Studios se ha convertido también un ensayo interactivo muy lúcido sobre el agotamiento del cine de superhéroes que no pretende dar respuestas sobre su supervivencia.
Hay que pensar más bien en un termómetro que toma la temperatura del momento y sigue adelante, y es que, guste más o menos, la primera ‘Deadpool’ (2016) nace como una respuesta al éxito del género, como un producto corporativo sí, pero cuyo espíritu era ofrecer lo que la "serie A" no ofrecía nunca: chistes de penes, sangre a raudales y humor despectivo a costa de grandes iconos de la competencia que normalmente eran humillados en los pósters promocionales.
SPOILERS SOBRE TODA LA PELÍCULA EN EL TEXTO
Y en ‘Deadpool y Lobezno’ se sigue la fórmula de las anteriores, no es ninguna sorpresa y expone todo lo que se espera del personaje, con la diferencia de que ahora puede bromear con todo el MCU sin problemas de licencia. Por una parte, sí, es una película Marvel más o menos al uso, sí, hay cameos, sí, hay guiños al espectador, pero… aunque parezca algo nacido en una fórmula, se acaba saltando todas las líneas rojas de la compañía, un detalle que no es menor.
Ryan Reynolds, comedia estúpida irreverente de autor
Esto puede parecer una película del MCU con más con sangre y palabrotas, pero posiblemente estemos ante la mayor película de autor de la historia de la compañía. Por supuesto todo James Gunn está en sus 'Guardianes de la Galaxia', pero aunque haya subido el volumen del gore al final, sus películas, su humor, siempre pedían una R que en Marvel no permitieron. Lo mismo ocurre con 'Iron Man 3' de Shane Black, que tiene todas las marcas personales del director... menos el sexo y la violencia.
En ‘Doctor Strange 2’ hubo un amago de dejar a Sam Raimi ser el Sam Raimi de siempre, pero a pesar de que consiguió la aún mejor película de la marca desde ‘Endgame’, era una versión cohibida de su cine espídico y orquestada tras salir del proyecto Scott Derrickson por "diferencias creativas", es decir, por no permitir lo que Raimi sí concedió. Sin embargo, ante todo, ‘Deadpool 3’ sigue siendo una película 100 % de Ryan Reynolds, en tono, en actitud, en uso de montaje... están todos sus sellos distintivos.
Y su humor puede parecer similar al Marvel tradicional, pero tiene mucho más que ver con la escuela National Lampoon, que básicamente hacía parodias irreverentes, al estilo de la revista MAD del cine de moda. Por ejemplo, su película ‘Van Wilder’ no es otra cosa que una especie de equivalente de ‘Deadpool’ para el cine juvenil y las comedias tipo ‘American Pie’, donde no faltaban masturbación a perros y laxantes, una tradición de los 80 más “albóndigas” que no se toma nada en serio. Todo estaba aquí ya.
Su sitcom era una versión más callejera de ‘Friends’ con humor menos blanco y su ‘Marchando’ (2005) una especie de ‘Clerks’ en un restaurante con más humor escatológico. Su cara llegó a ser sinónimo de ese tipo de cine, un embajador del humor de fase anal que tuvo que diversificar su trabajo para intentar ser un actor “serio”. Sin embargo, comedias como ‘El otro guardaespaldas’, aunque no las dirija él, tienen todas un aura inconfundible, conocen y se retroalimentan de su personaje y su humor, y su versión más pura está en ‘Deadpool’, que nació gracias a su insistencia de corregir su papel en ‘X-Men: Origins’.
Por otro lado, Marvel y su truco del multiverso han alcanzado el momento "Monster mash" de su ciclo, al igual que lo hizo en su momento el universo compartido de monstruos Universal. Tras la macedonia de ‘Spider-Man: No Way Home’, un equivalente a ‘La zíngara y los monstruos’, tocaba ya la autoparodia, su película de Abbott y Costello, que aquí encarnan los dos héroes más letales del universo mutante. Y sí, hay parte de parodia del género en ‘Deadpool y lobezno’, pero nunca deja de ser una película del personaje y el proyecto más Ryan Reynolds de todo lo que ha hecho junto a Shawn Levy.
El dilema de Marvel frente a la violencia
Puede que haya sido una sincronía temporal, pero la idea de burlarse de Marvel desde Marvel no es sino una coincidencia inevitable. Todas esas bromas meta ya estaban en 2016 y más aún en 2018. Ahora tan solo se amplían y multiplican gracias a la flexibilidad de la franquicia, y, de paso, la posibilidad de reírse a costa del fracaso reciente del estudio. ‘Deadpool’ siempre han sido reflexiones corporativas que dialogan con sus fans, nada ha cambiado exactamente salvo que la competencia ha reabsorbido al bufón, pero el detalle clave es que no ha sido castrado.
Una de las bromas recurrentes en la película es que Deadpool se autonombra el "Jesucristo" de Marvel, pero realmente, en el mundo real no es tanto el salvador (aunque económicamente parece que así va a ser), como el exorcista de la compañía, obligada al comprar Fox a tomar una decisión de "marvelizar" al personaje o pasar por el aro del gore y las bromas sexuales en su reino pop. A muchos esto les parecerá poca cosa, pero no lo es. La opción ha sido aceptar toda la sangre, los chistes de humor incorrecto y todo lo que Disney jamás habría permitido.
No es un asunto en el que solo se tenga en cuenta las posibles entradas que se dejen de vender con un presupuesto de 200 millones de dólares, hay un riesgo real de que los niños aficionados al MCU que se cuelen en la película puedan tener pesadillas con desmembramientos y despellejamientos. Si la tendencia de la casa de Mickey Mouse es ampliar el público, hay un elemento de transigencia con bromas necrófilas y referencias a la práctica de la penetración anal de una mujer a un hombre que era cada vez más impensable en esta marca.
¿Esta concesión supone una huida hacia adelante de Marvel? O simplemente es lo que tocaba al saber que el personaje de Deadpool y sus barrabasadas tienen tirón en taquilla. Lo cierto es que esta es probablemente la película “rated R” más cara de la historia y probablemente será la más taquillera con esa calificación. Es un cambio de reglas que un personaje de estrenos en febrero o marzo, se convierta en la apuesta de verano de Marvel, la única de este año, una fiesta del vale todo donde el estudio deja que el fantasma de Fox expíe sus pecados después de haberle asesinado.
La victoria del cómic en la pantalla
Puede parecer cínico, sí, pero es una victoria moral de Fox desde la tumba, una elegía por su caída en desgracia que también les recuerda a Disney que nunca han tenido una película alabada unánimemente por la crítica y los fans como ‘Logan’, ni han logrado el éxito masivo saltándose el cordón sanitario del PG-13 como hizo ‘Deadpool 2’, o sencillamente que no han sido capaces de revivir a los mutantes en 5 años. Y sí, para ello han usado a Lobezno, y sí, han conseguido la mejor versión del mutante junto al éxito de James Mangold tras 10 películas de decepciones.
En un juego de manos de derechos, en el que Feige desaconsejó a Jackman regresar al papel, ya que nadie tenía clara la intención de Reynolds, pero en un giro de los acontecimientos, el actor accedió y bueno, para muchos es una especie de afrenta (que la película también discute en su macabros créditos iniciales con una exhumación literal del personaje), pero hemos visto casos así en la serie Bond, y su estupenda 'Nunca digas nunca jamás', que también sabía jugar a lo meta desde su título.
La película acaba demostrando que todo lo que nunca se había hecho con el personaje no era tan difícil, desde posturas clásicas a un maldito traje de color amarillo y azul con su máscara correspondiente, amén de un montaje dedicado a los fans en el que aparece hasta la mítica crucifixión del personaje en el número 251 de la colección de ‘X-Men’, o el mítico reflejo de Hulk en las garras en la portada dibujada por Todd McFarlane.
Nunca se había usado así el multiverso para dirigir la atención de los fans que han leído cómics. Sí, hay detalles en ‘El multiverso de la locura’ que recogían la historia de las películas o series y le daban una torsión dirigida a los fans, pero en ese montaje solo hay regalos para los lectores constantes que Disney no ha conseguido orquestar en todo este tiempo. Mucho, desde que acabó el arco del Infinito y desde que consiguieron los derechos de los mutantes. Es la base de varias críticas a la película, pero ¿Por qué iba a ser malo usar el comodín para trasladar los cómics a la pantalla? ¿Qué proceso “desalmado” (sic) hay detrás de usar tus herramientas con un criterio de memoria histórica que parecía haber sido ignorado?
La película de Deadpool arquetípica
La ocasión también sirve para orquestar una arquetípica buddy movie en un contexto de superhéroes, algo que, de nuevo, puede achacarse a una treta gracias al poder adquisitivo de franquicias de Marvel, pero que en última instancia responde a un clásico "Marvel Team-up" de los cómics que no se había encarnado tantas veces, como ‘El soldado de invierno’ o ‘Ragnarok’, bueno, al final para eso han creado los vasos comunicantes, para usarlos, y aquí la fórmula está muy clara y no engaña.
La relación con Lobezno es una réplica de la que hubo con Cable en la anterior, mismo tipo duro/gruñón con rostro curtido al que lanzar las bromas para finalmente ablandarle, con las misma combinación de peleas que acaban trasformándose en alianzas, solo que en este caso Lobezno es el secundario que eclipsa a Deadpool —qué generosidad de Reynolds en saber permitir ese aspecto para elevar su introducción en el MCU—, pero también sigue la fórmula del nuevo universo animado del Spider-man de Sony. La versión alternativa y bajonera de Peter Parker es la plantilla obvia del nuevo Logan, pero además las variantes de Spider-man, son imitadas y mancilladas a la manera del mercenario.
Aunque quizá el modelo no sea tanto el cine de superhéroes como otro experimento en el cine de animación como fue la refrescante ‘Chip y Chop: Los guardianes rescatadores’ (2022), que reflexionaba sobre las propiedades olvidadas corporativas por las absorciones y fusiones de forma similar, no solo convirtiendo el evento en un homenaje a las propiedades de las que nadie se acuerda, sino tratando todo el aspecto crossover con un humor en común marca The Lonely Island, con quienes Reynolds ha colaborado y funciona de forma paralela.
Así, la película convierte a Pyro en un esbirro, recupera a la mariposa mental de la peor película de ‘X-Men’, a X-23 o el cadáver de Ant-Man usado como ciudadela. El cameo del Blade de Westley Snypes parece una broma interna con la incapacidad de Marvel de sacar adelante su versión del personaje, pero en realidad Reynolds fue su sidekick en la tercera película del vampiro. La forma de obviar a Elektra o de no conseguir llevar a cabo la película de Gambito con Channing Tatum son sueños hechos realidad, ideas peregrinas que en este contexto brillan.
El miedo atávico actual a la parodia y la comedia
No son cameos de “nerdgasmo” sin más, juegan con un twist de humor negro que los elevan a gags de comedia dignos del cine de Mel Brooks. A muchos parece aterrarles la presencia de bromas en la pantalla, lo que ha convertido a la comedia en el género más subversivo ahora mismo. Cada vez que sale una en cine parece que el mundo (y la crítica) se ha vuelto demasiado listo y sofisticado como para reconocer que nos hacen gracia las estupideces y groserías. Estamos por encima de todo, reírse es "de cuñado".
La aparición de Chris Evans como una vuelta del Capitán América para revelarse como la antorcha humana tiene un componente de conocimiento de la historia de las producciones, pero es suficientemente confidente en que el público capte la broma, como el inicio de ‘1941’ de Spielberg autoparodiando ‘Tiburón’ con la misma actriz. Esto ocurre de cuando en cuando, no está prohibido reírse, los artífices saben que no están haciendo Lubitsch. Calma.
‘Deadpool y Lobezno’, como Chip y Chop, sigue la senda de Roger Rabbit, en realidad una tradición nada ajena a la comedia y parodia americana desde hace décadas, como la ‘Made in USA’ (1977) de Landis, ‘Amazonas en la luna’ (1987) de Joe Dante y todas las herederas de aquellas gamberradas de Abrahams y Zucker que triunfaban en taquilla, incluso también con mofas al cine de superhéroes que no se diferenciaban tanto de lo que se presenta ahora en pantalla y parece molestar tanto a la cinefilia con sotana.
Porque si hay algo que debería dejar de ser objeto de dedos índices inquisitorios es la voluntad de la película por rescatar caras conocidas, ya que hay una gran diferencia en la colección de cromos de cgi que hace ‘The Mandalorian’ con el uso humorístico de propiedades con una intención reflexiva, especialmente porque la nostalgia no es su motor, sino la ausencia de ella, nadie se acuerda de ellos y por ello su rescate tiene un efecto de bálsamo y acusación interna, tanto al espectador como al complejo empresarial que usa las marcas para deglutirlas y cagarlas al gran vacío cuando nadie se acuerda de ellas.
La incómoda tradición del crossover en la comedia
Aquí es dónde hay un elemento nuevo al ofrecer lo que el público no quería ver, exponiendo el gran dilema del cine de superhéroes actual, al reconocer que lo que lleva a la pantalla es recuperar un cadáver putrefacto y orquestar un gran espectáculo a su costa, siendo aquí también un grupo de héroes y villanos que nunca hicieron mucha gracia, elevados a reyes de la película de superhéroes más taquillera en años. Hay una inversión del recurso del que ya estamos cansados, una promesa de que no volverá a ocurrir y al mismo tiempo una celebración de ese lenguaje.
‘Deadpool y Wolverine’ es un espejo deforme de las ambiciones de Marvel y un insulto grosero a las aspiraciones del gran público, un tira y afloja entre lo que han venido a ver y lo ridículo que resulta en primer lugar el espectáculo del cameo de fuera a adentro de la pantalla, un cinismo propio quizá de la dupla meta del Haneke de ‘Funny Games’ o Pasolini, pero que tampoco se para a pensar demasiado en sus implicaciones más allá de la evasión, algo que se está mirando con una lupa desproporcionada porque el subgénero ensalada no es exclusivo del multiverso ni el MCU.
El tutti frutti en el cine se aferra a una gran tradición anclada en la comedia, cultivada por el gran Weird Al en su fundamental ‘UHF’, perpetuada por las tres aventuras de Bill y Ted, la genial ‘Permanezca en sintonía’ y sus dos vástagos más desvergonzados, ‘La cabaña en el bosque’ y ‘Ready Player One’. Pero si algo demuestran todas aquellas es que la multiplicación de personajes y el caos narrativo no nos llevarán a una debacle en el cine, ni el fin de los superhéroes ni el resto de tempestades apocalípticas asustaviejas que el sector de la crítica más obtuso gusta de proclamar cada vez que hay un crossover de franquicias.
De hecho, ‘Deadpool y Lobezno’ está lejos de ser perfecta, pero en su factura no se diferencia tanto de la mayoría del MCU, aunque asume riesgos diferentes, explora, vomita a la pantalla y busca en última instancia ser un artefacto populista en el sentido más generoso del término: dar todo lo que el espectador ha ido a ver. Para ello, en su uso de los cameos hace una combinación de ideas olvidadas e ideas que nunca llegaron a hacerse, dando un sentido en el conjunto.
¿Un nuevo punto de partida o una rareza en un sistema conservador?
Muchos han visto que la película sigue la estructura de ‘El mago de Oz’, siendo una especie de fantasía de Wade Wilson con su viaje a un mundo fantástico en busca de salvación, su bruja, sus compañeros de viaje y su corporación tipo Oz, para finalmente encontrar el sentido del superhéroe, dentro y fuera de la ficción. Hay un discurso constante sobre el veleidoso devenir del género y su retroalimentación con el público y las compañías. Hay un homenaje final a los héroes de Fox que parece un último adiós, incluido el favorito del público, antes de que probablemente sea sustituido por otro actor.
No deja de ser poético que en el fin de semana en el que la película ha alcanzado el 6º mejor estreno de la historia —el primero para una película calificada R— se haya celebrado la Comic Con de San Diego, con las primeras imágenes de la cuarta iteración de los Cuatro Fantásticos y la revelación de que Robert Downey Jr será el nuevo villano de las próximas películas. Lo cierto es que este éxito parecía que podría abrir las puertas al estudio para cambiar su filosofía, pero su política de anuncios y marketing parece que buscan ser lo más conservadores posibles.
Aunque es innegable que los números están ahí y son el primer paso para permitir otro cine para adultos, propuestas con más carga autoral, sacudirse las viejas telarañas y al menos intentar darle la vuelta a su propio inmovilismo industrial tras un lustro negro. De cualquier manera, este es el testamento definitivo de la redención de Reynolds en el mundo de los superhéroes. Recordemos que hizo dos películas con Marvel, ‘Blade III’ y la primera y desastrosa versión de Wade Wilson con Lobezno, en su película de orígenes que también tenía a un Gambito garrafal que toman nueva forma en esta reunión de los tres héroes de una forma completamente diferente. Sin olvidar su tibio intento con DC como Green Lantern, ahora su mutante desfigurado añade una pieza clave para el nuevo MCU.
¿Tras esto Marvel volverá a las andadas? Probablemente, pero de momento tenemos vísceras y mutilación en IMAX y un posible cierre al fiasco de los multiversos. ‘Deadpool y Lobezno’ es el primero de los proyectos más espaciados en el tiempo de la compañía, una verbena de cultura pop olvidada cobrando vida con cariño y chispa que podría convertirse en un reseteo de intenciones en los cameos, porque el abuso de la idea hasta el absurdo (ese Nicepool) convierte la dinámica en una futura burla, como ya lo era, para ser justos en ‘Abogada Hulka’, que ya jugaba con esa misma autocrítica, planteando incluso a Kevin Feige como una IA que toma decisiones por datos. Veremos si son capaces de ir más allá del mea culpa con chascarrillo autoconsciente.
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