"Así no funciona la terapia". El showrunner de 'Los Soprano' impuso una regla inquebrantable para rodar las brillantes escenas de psicoanálisis

Slack Imgs
3 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Dicen que las reglas están para romperlas. Cuando hablamos de medios de expresión artística como es la narración de historias en imágenes en movimiento, esta máxima tiene un extra de validez; pero una de las normas no escritas que deberían ser inquebrantables si queremos generar emociones en el momento preciso y con la intensidad adecuada está relacionada estrechamente con el movimiento de cámara.

El estatismo de la terapia

Es perfectamente comprensible que exista la tentación de hacer filigranas a la primera de cambio cuando estamos rodeados de dollys, travellings, steadicams, gimballs y demás tecnología, pero la cámara sólo debería moverse, única y exclusivamente, cuando exista una motivación; y esta, generalmente, estará vinculada a algún cambio en la dinámica dramática de la escena y los personajes.

No obstante, siempre hay excepciones, y una de las más lúcidas la encontramos en esa obra maestra televisiva titulada 'Los Soprano'. En ella, las sesiones de terapia entre Tony y su psicoanalista, la doctora Melfi, son momentos clave en los que el protagonista evoluciona a través de no pocas revelaciones; pero el showrunner David Chase tenía claro que, pese a ello, la cámara debía permanecer inamovible.

Así explicó la decisión, estrechamente relacionada con la naturaleza de la terapia, durante una entrevista con The Hollywood Reporter.

"Durante las escenas de terapia, la cámara no tiene permitido moverse. No haríamos ningún push-in a la cara de nadie mientras expresan lo que quieren decir realmente. Dije, 'No, así no funciona la terapia. Nadie te dice cuándo se está volviendo importante. Te abres paso a través de ella a la fuerza'. Así que nada de dolly-ins. También tenía una regla sobre planos cenitales, pero eso era algo diferente. Era un tema de dinero".

Gracias a esta estrategia, Chase nos permitió descubrir progresivamente y sin ningún tipo de ayuda externa ni subrayados más allá del brillante diálogo a uno de los personajes más redondos de la historia de la televisión.

Comentarios cerrados
Inicio