Guillermo del Toro, un director temerariamente encumbrado

Guillermo del Toro, un director temerariamente encumbrado
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No hay nada peor en el cine, ni en ninguna otra disciplina artística, que los consensos. De eso sabe mucho Guillermo del Toro, que durante años sufrió el consenso de ser considerado un director de tercera fila, y que ahora disfruta del cuestionable rango de creador de primera, y casi de superestrella mundial (lo que entendemos por mundo, esto es: Estados Unidos y Europa). Y no hay nada peor porque no hay nada mas sospechoso, más cobarde y, sobre todo, más aburrido.

Durante unos cuantos años (más de una década), Guillermo del Toro las pasó canutas para demostrar que su debut, la muy estimable ‘Cronos’, no había sido producto de un azar, o un espejismo extraño, sino que era un director con muchas cosas que contar. El problema es que sus posteriores producciones desmentían, y de qué manera, su presencia de ánimo. Eso hasta la llegada de ‘El laberinto del fauno’, un filme considerado genial por cierto sector del público, el cual lo cambió todo, por suerte para el cineasta. Sin embargo, no es tan sencillo convertirse en Terence Fisher.

El problema, por supuesto, del mundo en que vivimos, es que hay que demostrar que eres un genio en cuanto te sientas en la silla de director, y aunque lo hagas, un tropiezo basta para que todos los que pagan 8 € por ir a verte malgasten tres semanas de su vida en ponerte a caldo en foros de internet. No sé qué haría hoy día John Ford, por cierto, un cineasta que en realidad estuvo aprendiendo, desarrollándose, creciendo (como todo artista) durante toda su carrera. Uno de los problemas de del Toro, a mi entender, es que no le dejan averiguar quién es en realidad, por muchos éxitos de taquilla que pueda llegar a conocer.

Tampoco es que lo haya tenido fácil en Hollywood, no vamos a engañarnos. Con ‘Mimic’, un proyecto que derivó en algo muy diferente a lo que él en un principio había concebido, lo pasó mal. El estudio cambió muchas cosas y no tuvo el menor poder para evitarlo. Cuatro años después, con ‘El espinazo del diablo’, intentó volver a sus orígenes, en una especie de borrador del futuro ‘El laberinto del fauno’, pero aunque el diseño de producción (como siempre) era espléndido, se notaba a del Toro temeroso, impersonal, apocado.

Con fuerzas renovadas regresó a Hollywood para filmar un encargo que, en un principio, podía (y debia) haber resultado mucho más interesante de lo que obtuvimos finalmente. Me refiero, claro, a la secuela de ‘Blade’, titulada sencillamente ‘Blade II’ y en la que salvo algunas ideas salvables, y una secuencia imponente (la del aniquilamiento del Blood Pack), quedaba en poca cosa, en una sosería sin el menor ritmo (asignatura pendiente de del Toro), en un comic vistoso para adolescentes, pero sin violencia, sin tensión, sin capacidad alguna para indagar en lo tenebroso, que en teoría es una de las virtudes (cantadas no sé por quién) del cineasta mexicano.

Pero no se le puede echar en cara nada, ciertamente, pues del Toro sólo pretendía sobrevivir, seguir haciendo películas en el seno de Hollywood, aunque ello implicase perder personalidad. Personalidad que en principio podía haber regresado con la que se suponía que iba a ser una personal adaptación del personaje de Mike Mignola ‘Hellboy’, aunque de nuevo decepcionó. Ya hablé en cierta ocasión de aquél díptico tan poco interesante, así que terminaremos con ‘El laberinto del fauno’ y con otros proyectos del director.

Faunos sobrevalorados

De nuevo, hablemos de consensos. Cuando todo el mundo (todo el mundo) dice que ‘El laberinto del fauno’ es una obra maestra capaz de aunar el lirismo y la oscuridad de ‘El espíritu de la colmena’ con la sensibilidad barroca del mejor Tim Burton, algo huele a chamusquina. No por la afirmación en sí, tan respetable como cualquier otra opinión, sino porque todo el mundo dice cosas parecidas, como si lo hubieran memorizado.

Hace dos días hablé sobre cine con un perfecto desconocido, y salió el tema de ‘El laberinto del fauno’ (en realidad, tal conversación es el motivo fundamental de esta entrada), película a la que se refirió como una “cumbre del cine fantástico” y una de las películas más bellas que había visto en su vida. No voy a llevarle la contraria, no tendría sentido, y me pareció correcto que dijera lo que pensaba, pero más tarde salieron las temibles palabras: “El espíritu de la colmena”...“Tim Burton”....“genio del cine”. Yo, sin pensarlo, le pregunté de quién había oído esas comparaciones. Él, convencido, me dijo que de nadie, y que nadie pensaba cosas parecidas. Me callé las posibles respuestas.

‘El laberinto del fauno’ es una película razonablemente interesante y poco más, con un gran diseño de sonido y un sobresaliente Sergi López. Sin embargo, una vez más, la violencia en del Toro es poco creíble (por mucho que él hable de cuántos muertos ha visto en su vida), y el ritmo desigual. Pero poco importa, porque sólo con esa película, ya está considerado por el grueso de la cinefilia como un genio del fantástico, de la mano de Burton, Miyazaki, Jackson…y quien sabe si también de Murnau, Fisher o Cocteau.

Esperemos que en la próxima tenga suerte, porque ahí estará esperando en caso contrario la marabunta cinéfila, dispuesta a arrastrarle de nuevo por el fango. Ha estado a punto de dirigir ‘El Hobbit’, y finalmente ha abandonado el proyecto, como todos sabemos. Hubiera sido interesante ver de qué era capaz.

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