Titanes de la serie B: Larry Cohen, cuando el terror recorre las calles de Nueva York

Titanes de la serie B: Larry Cohen, cuando el terror recorre las calles de Nueva York

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Titanes de la serie B: Larry Cohen, cuando el terror recorre las calles de Nueva York

Quizás uno de los grandes últimos artesanos de la serie B, Larry Cohen rubricó en los setenta y los ochenta una serie de películas en las que figuró como guionista, director y/o productor y que le garantizaron un hueco en la historia del género fantástico. Urbanas, veloces y desvergonzadas, exhibiendo influencias de los comics de horror y el cine previo de horror y ciencia-ficción, pasó a la historia como responsable o coautor de miniclásicos como 'Estoy vivo', 'The Stuff' o la saga 'Maniac Cop'.

En la próxima edición del Festival de Sitges podremos ver 'King Cohen: The Wild World of Filmmaker Larry Cohen', el esperado documental sobre su tumultuosa vida y obra, y donde figuran declaraciones de gente como Martin Scorsese, Tara Reid, Traci Lords, John Landis o Joe Dante. Precisamente uno de los participantes, JJ Abrams, ha anunciado que Cohen está preparando con él una serie televisiva antologica de género.

Cohen vuelve, parece ser, y aquí lo estaremos recibiendo con los brazos abiertos. Tras nuestra primera incursión en los abismos de la serie B hablando del gran Jess Franco, nos adelantamos al estreno de serie y documental revisando la filmografía de Larry Cohen: blaxploitation, psycho-killers, bebés mutantes y dioses alados. Bienvenidos al Universo Cohen.

Educado por la televisión: 'Los invasores' y otros géneros

La ingente carrera de Cohen es inabarcable de forma exhaustiva y en el escaso espacio del que disponemos. Pero sí que podemos hacernos una idea de los múltiples palos que ha tocado como creador de historias. Aunque su carrera se escoró levemente hacia el terror, su época de aprendizaje como guionista televisivo, desde los años cincuenta para NBC, no hizo distinciones (aunque predomina el policiaco).

De ese modo, escribió guiones para series míticas como 'Los defensores' (no confundir con la de Netflix, claro: esta es de abogados), 'El fugitivo', 'Marcado' y, ya en los setenta, otras como 'Colombo'. Ninguna fue tan significativa, sin embargo, como 'Los invasores', que creó Cohen a partir de clásicos de la ci-fi paranoica como 'La invasión de los ladrones de cuerpos' o 'Invasores de Marte'. Un clásico de culto en el que los extraterrestres eran descubiertos por la rigidez de su meñique.

'El padrino de Harlem': A ritmo de blaxploitation

En los setenta, Cohen empezó a escribir para cine, debutando en la resultona secuela de 'Los siete magníficos', 'El regreso de los siete magníficos', y pasando poco después a dirigir películas como la hoy olvidada 'Bone'. Más éxito tuvieron las dos siguientes, las dos incursiones en el cine de explotación racial 'El padrino de Harlem' y la secuela 'Hell Up in Harlem', ambas protagonizadas por Fred Williamson.

La primera es un remake del clásico pre-Código Hays 'Hampa dorada', pero en clave negra. La BSO es de James Brown y originariamente iba a ser la respuesta de Sammy Davis Jr. a las películas de gangsters suaves, pulcros y blancos de sus amigos Frank Sinatra y Dean Martin. Finalmente Davis no pudo protagonizarla y Cohen vendió el guión a la mítica American International Pictures.

Para evitar problemas con la auténtica mafia negra de Harlem, Cohen les dio papeles en el film, rebosante de violencia, erotismo y funk, distanciándose del enfoque que habría tenido con Sammy Davis Jr. y acercándose más a producciones de éxito del momento como 'Sweet Sweetback', 'Los demoledores' o 'Foxy Brown'. El éxito fue tan brutal que empezó a dirigir la secuela sin apenas tener el guion acabado, y lo fue desarrollando mientras rodaba.

Mi hijo es un mutante: 'Estoy vivo'

La primera 'Estoy vivo' no tuvo éxito en un primer estreno, pero fue reestrenada con un cambio de enfoque en la campaña publicitaria.

Con un trasfondo acusado de conservador, que sin duda en la novela que originó la franquicia lo era -aunque no tanto en la película, donde el origen de las monstruosidades es un mero resorte narrativo-, 'Estoy vivo' cuenta la pesadillesca peripecia de un matrimonio que tiene un bebé mutante por culpa del uso de anticonceptivos. Un tema que hoy nos parece superado pero en los setenta era un hervidero de polémicas, con el tema del impacto de la química en el organismo en los humanos en continua prinera plana.

Heredando cierta solidez clásica procedente del cine de monstruos en blanco y negro (el 'It's alive' es el grito del doctor Frankenstein en la película de James Whale, y marca el momento, vía visionado televisivo, en el que el padre se da cuenta de que debe acabar con su hijo), la película tiene algo de trágico melodrama más que de monster movie al uso. Una aproximación en la que reincidiría Cohen, siempre alejado de los códigos del cine de terror más gráfico y visual.

La película tendría dos secuelas (y un ignoto remake de 2009 directo a DVD): la casi inmediata 'Sigue vivo', en el que se incrementó el número de bebés asesinos a tres, y la ya tardía 'La isla de los vivos' (rodada a la vez que la estupendísima 'Regreso a Salem's Lot', con Sam Fuller haciendo de cazavampiros) en la que las criaturas han crecido y campan a sus anchas, convertidos en adultos, por una isla.

Los nuevos dioses: 'Demon' y 'La serpiente voladora'

El éxito de 'Estoy vivo' recluyó temporalmente a Larry Cohen en los límites del cine de terror (entendido a su manera, es decir, de forma muy urbana, moderna y con intersecciones con la ciencia-ficción), donde firmó dos de sus mejores películas. 'Demon', también conocida como 'God told me to', es una de las películas más sorprendentes de su filmografía, en la que un policía investiga una serie de muertes ocasionadas aparentemente al azar y por mandato divino.

El resultado de la investigación es un caos de estética documental, secuencias rodadas en plan comando, procedural que no va a ninguna parte, una Nueva York preciosa, febril y diurna como escenario de todo y Roger Corman a la producción. Éste intentó venderla como un escándalo religioso aprovechando la fiebre anti-'El exorcista'. Pero 'Demon' es un bicho distinto: bastante crítico con el sanguinario Dios del Antiguo Testamento, para empezar.

Más ingenua y adorable es 'La serpiente voladora', una mezcla de policiaco, aventura urbana y terror para todos los públicos que merece ser revisitada. Supuso el inicio de las muchas colaboraciones de Cohen con Michael Moriarty y cuénta cómo un dios azteca encarnado en una serpiente voladora (animada en estupenda stop motion por los geniales Randall William Cook y David Allen) aterroriza las azoteas de Nueva York refugiada en el Edificio Chrysler.

La cosa viscosa: 'In-natural (The Stuff)'

Tras un thriller menor (Sin salida) y la divertida parodia 'Loca noche de luna llena', Cohen se enfrentó a una de sus películas más recordadas, 'The Stuff'. Antes merece mención la loquísima 'Efectos especiales', una metachifladura sobre un director de cine que rueda películas con los asesinatos que comete y que mira en dirección nada menos que al Brian De Palma de los ochenta.

'In-Natural (The Stuff)', por su parte, es una película que con el paso del tiempo ha sido reivindicada como producción de culto debido a su mensaje anticonsumista (un yogur adictivo se convierte en una sensación comercial, zombificando a todo el mundo) y a su estética de transformaciones inspiradas en 'La cosa' pero finiquitadas con cuatro perras.

El humor de la propuesta (que recuerda a películas que con el tiempo se han revalorizado, como 'Están vivos' o 'Society'), su estilo "ultracuerpos" (Cohen firmaría el primer guión de 'Body Snatchers', que dirigiría Abel Ferrara) y su propuesta zumbona y desprejuiciada, la convierten en una joyita que resume lo mejor del cine de Cohen: concisión, desvergüenza, humor y suspense.

Escribiendo para otros (I): 'Maniac Cop' y William Lustig

A partir de este punto, la carrera como director de Cohen no tiene puntos tan destacables. Es cierto que 'La ambulancia' (sobre una ambulancia poseída), 'La bruja de mi madre' (un grand-guignol divertidísimo con el último papel de Bette Davis), 'Hot City' (un guiño nostálgico a los tiempos de la blaxploitation, de nuevo con Jack Williamson) o, sobre todo, su episodio para 'Masters of Horror' (con guion del loco David J. Schow) son interesantes, pero no igual de memorables que sus clásicos.

En 1996 dirigió su última película, 'Hot City', y de 2006 data su 'Masters of Horror', 'Pick me up', sobre un enfrentamiento entre psycho-killers, pero no ha vuelto a dirigir. Sin embargo, como su labor como guionista ha sido muy nutrida y se prolonga con éxitos que llegan hasta la actualidad. Uno de ellos es 'Maniac Cop', franquicia dirigida por el también muy neoyorkino William Lustig, y con quien Cohen ha trabajado en varias ocasiones.

Sin demasiadas pretensiones, la estética peligrosa y nocturna de 'Maniac Cop' la zambulle en una peculiarísima crítica social.

La trilogía 'Maniac Cop', escrita íntegramente por Cohen, es un psychokiller con su mostrenco indestructible, deformado y traumatizado que persigue gente a velocidad exasperante. El hecho de que vaya vestido de policía y por tanto la gente confíe en que les va a ayudar antes de sacar la porra le da una capa de bilis y crítica social a una divertidísima y brutal serie de thrillers donde destacan su plantel de secundarios: Bruce Campbell, Tom Atkins o Rebert Davi, entre otros.

En la misma línea está otro guión de Cohen para Lustig, 'Muerto el 4 de julio', en la que también usa los símbolos sagrados norteamericanos para componer un brutal psycho-thriller que se divierte profanando banderas, constituciones y costumbres. Una gamberrada con excusa gore que es una buena muestra del sardonico humor de la pareja.

Escribiendo para otros (II): 'Última llamada' y Cellular'

En su larga carrera, Larry Cohen ha escrito abundantes guiones de thrillers y suspense para otros directores. Entre los más destacados está la nueva y cruda versión de 1982 de la novelaza de Mickey Spillane 'Yo, el jurado'. O la estupenda 'Best Seller', con un dúo protagonista irrepetible de James Woods y Brian Dennehy, y la historia de un asesino profesional que quiere que un escritor convierta su vida en un libro de éxito.

O 'El abogado del diablo', dirigida por Sidney Lumet en plena fiebre por los thrillers post-'Instinto básico'. O la tronadísima 'La semilla del mal', en la que un asesino que ha inseminado artificialmente a una mujer acosa a ésta y a su marido. Aunque los mejores guiones de Cohen en el género llegaron con el nuevo siglo, en películas que disfrutaron de presupuestos más holgados.

Una de ellas es la estupenda 'Última llamada', un viejo guion de Cohen que quería homenajear a una también vieja idea de Alfred Hitchcock: mantener a un personaje durante toda la película en una cabina de teléfonos. La idea la solventó Cohen con la presencia de un francotirador, en una asfixiante película de Joel Schumacher que transcurre a tiempo real y se sustenta casi exclusivamente en el buen hacer de un Colin Farrell muy bien entonadito.

Mucho más desapercibida pasó 'Celular', una maravilla de David R. Ellis construida a partir de una idea de Cohen y en la que Kim Bassinger es secuestrada y logra lanzar una precaria llamada de auxilio vía móvil que recoge un joven Chris Evans. Tensión al límite y suspense contenidísimo para una de las películas más reivindicables del Cohen guionista.

Poco después Roland Joffé rodaría, cerrando esta especie de trilogía de thrillers contemporáneos escritos por Cohen la algo más floja y desangelada 'Captivity (Cautivos)', que sin embargo mantiene el tipo gracias a su concisión y limitación de escenarios, como las dos previas.

Reivindicado sin descanso por múltiples directores modernos afines a la serie B (de Nicolas Winding Refn a Tarantino), Cohen tiene sobre sus espaldas la consideración de director y guionista clásico. Pero sus películas aún merecen un redescubrimiento total: esperemos que el inminente estreno del documental y la recuperaciójn de la actividad televisiva le catapulten al trono de honor en el que merece sentarse desde finales de los setenta.

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