'The Walking Dead' se despide hasta febrero con un final de infarto

'The Walking Dead' se despide hasta febrero con un final de infarto
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-¿Quieres la prisión? Gobernador, tu gente, mi gente... podemos encontrar la forma de vivir juntos.
-¡Ya encontré la manera!

Hershel y el Gobernador.

La serie más seguida del momento se despidió el domingo en EEUU (ayer en España) con un rotundo éxito de audiencia. Más de 12 millones de espectadores (12,7, con un 7.7 de rating en el demográfico de 18 a 49, aumentando así un 29% respecto a los datos de Mid-Season de 2012) se congregaron para asistir al inevitable enfrentamiento definitivo entre Rick y Brian el Tuerto. La serie ha mantenido una media de 13 millones desde que volviera en octubre.

Este face to face pone el punto y aparte de la serie estrella de AMC tras ocho capítulos en los que el grupo ha tenido que vencer nuevas amenazas y imponerse a algo más que a los muertos. Que reafirman, también, la calidad de la serie, como dan a entender las cifras: 'The Walking Dead' sigue siendo la serie con más audiencia de una cadena de cable ever. Y aunque audiencia y calidad no tienen por qué ir siempre a la par, queda sobradamente justificado que haya conquistado este récord histórico.

Después de un final que nos ha hecho vibrar, que nos ha emocionado y nos ha hecho reflexionar, una vez más, sobre la naturaleza humana, lo que nos queda es esperar con el corazón en un puño hasta el 9 de febrero, cuando la ficción regrese a AMC con los ocho capítulos restantes (en FOX España, sólo un día después). Mientras tanto, siempre podemos especular con las preguntas que quedaron sin respuesta y con el destino incierto de algunos personajes.

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Los muros se derrumban

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Como ya ocurriera con la granja de Hershel, un lugar es aparantemente seguro... hasta que deja de serlo; hasta que, repentinamente, los muros que te protegen se vienen abajo y todo lo que has construido estalla en mil pedazos. Irónicamente, la raza humana ha perdido una nueva oportunidad de demostrar su humanidad y el escenario se traslada de nuevo a la lucha entre los vivos. La más cruel de todas.

El título del capítulo es revelador: Sin esperanza. No la hay, ni para el grupo ni para los hombres, que siguen demostrando su egoísmo incluso en mitad del apocalipsis zombie, aunque a distintos niveles. A veces, simplemente, la lucha por la propia supervivencia se impone necesariamente a la ética. ¿Recordáis aquel mochilero del capítulo 3x12 al que Rick y Carl ni siquiera se plantean ayudar y acaba comido en una cuneta? Entonces sí detienen el coche, pero para llevarse su mochila. A esto ha quedado reducido el ser humano con tal de sobrevivir, como el mismo Rick reconoce cuando intenta convencer al Gobernador de que todos han hecho cosas malas, pero es posible firmar la tregua y avanzar.

Y aún con todo, 'The Walking Dead' ha jugado con nuestra fé ciega en la redención de Philip Blake/Brian Heriot. Cuando pensábamos que había esperanza, hasta para un hombre como él, acaba mostrándonos su faceta más psicópata, cobrándose con creces el ataque del grupo de Rick a Woodbury y la muerte de su hija muerta. La batalla campal por la prisión con la que se ha saldado el capítulo ha llevado el ojo por ojo al máximo nivel y ha demostrado que no hay redención posible, para nadie. Porque, como afirmaba Hershel en el 4x05, de algunas cosas no se puede volver. No puede uno recuperarse de tanto horror y volver a ser el mismo de antes, con toda esa sangre en sus manos. Y no sólo sangre de zombies.

La Caza del Ciervo

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¿Qué puede pasar por la cabeza de un hombre para matar inocentes a sangre fría y preferir destrozar "muros, cercas y tierra para cultivar", todos esos elementos imprescindibles para alargar un poco más la supervivencia, antes que compartirlos, aunque sea con sus enemigos? ¿Es inútil creer en una nueva sociedad? Es la obsesión por el poder, la misma que le lleva a abandonar su proceso de catarsis y retomar sus viejos hábitos de asesino despiadado por hacerse líder del nuevo grupo al gue se ha unido. Una lucha que libra, en parte, en nombre de Meghan. Meghan, que es la nueva Penny.

El Gobernador vuelve a ponerse en la piel del hombre de familia al que no le tiembla el pulso cuando se trata de defender lo suyo. Al más puro estilo Corleone. Nunca hubo un plan pacífico, como intenta hacer creer a sus nuevos "súbditos". "Arreglaremos las malditas vallas", farfulla mientras se dispone a desatar la guerra llevándose a Herhel por delante. Pero si él no puede tener la cárcel, no será de nadie.

Sin embargo, en una situación límite, lo lógico es que los intereses individuales quedaran relegados a un segundo plano por el bien del grupo y, más allá de él, por el del futuro de la humanidad. En 'The Walking Dead' ya nos han mostrado este choque de intereses en más de una ocasión y el hombre siempre acaba mostrando su verdadera cara. En este sentido, bien podría hacerse una analogía entre la lucha por la prisión y el dilema que planteó Rousseau con su "Caza del Ciervo".

En este juego, usado para explicar los conflictos humanos entre seguridad y cooperación, dos hombres deben elegir entre cazar un ciervo cooperando con el otro individuo o limitarse a cazar una liebre, por la que obtiene menos puntos, pero para la que no requiere la ayuda de nadie. Asegurarse su propia supervivencia o exponerse a cooperar con otros para conseguirla, sin conocer, además, sus intenciones. La cárcel ha jugado el papel del ciervo. Rick estaba dispuesto a cooperar hasta que matan a Hershel. El Gobernador cree que miente y en realidad nunca quiso ceder. Prefiere renunciar al ciervo y conformarse con la liebre porque le produce mucha más satisfacción vengarse de todos.

Recuento de daños

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Aunque ha habido más bajas en el bando del Gobernador, el grupo ha perdido un pilar básico. Hershel ha sido una de las víctimas que más injustamente se ha cobrado la serie. Su muerte supone la desaparición de ese elemento de reflexión, de la posibilidad del planteamiento ético, el punto de cordura en un mundo que ya está completamente enajenado. Y eso después de haber evolucionado, de haber sobrevivido como el que más, trascendiendo incluso más allá de aquellos principios que parecían incuestionables para él. Después de haber derribado sus propios muros y haber aprendido que la vida no es la vida, que los muertos ni el resquicio de la persona que fueron. Después de haber sobrevivido al ataque de uno de ellos. Y de haber arriesgado su vida por el grupo cuando la gripe se convierte en una amenaza letal.

El Gobernador ha tenido el final que se merecía: de manos de alguien a quien quería, demostrando así que no había posibilidad de salvar su alma corrupta, no sin antes haber recibido un katanazo de Michonne. Otra cuenta pendiente. Tengo que reconocer que me hubiera quedado más satisfecha con un desenlace más gore, viendo a esa horda de zombies que ya campa a sus anchas por la prisión. Nos queda saber qué ha pasado con Judith, pero yo me acojo a la premisa fundamental de que sin cuerpo no hay cadáver. Pese a la sangre en el porta-bebés, que nos hace ponernos en lo peor, aún hay esperanza para ella. Y para Carol, esté donde esté. ¿Se cruzará con el grupo huyendo de la cárcel?

Se cierra un nuevo ciclo en la vida del grupo y con él llega un necesario cambio de escenario para la serie. Aunque en el inicio de temporada amenazaba repetir la sensación de calma chicha y de letargo de la época en la granja, lo cierto es que la cárcel ha resultado ser un refugio mucho más hostil. El acoso de los zombies ha sido intermitente, pero intenso. Incluso dentro de los muros que creían infranqueables, en forma de virus letal que convertía a los vivos en futuros zombies. Con este nuevo status quo, el grupo tendrá que volver a intentar reconstruir, una vez más, su debilitada pequeña sociedad.

Bonus Track: el fotograma de la temporada

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Por si no hubiéramos tenido suficiente drama o acción, el capítulo con el que la serie se despide provisionalmente nos ha dejado con la que es, sin duda, la imagen de todo lo que llevamos de temporada. Un reflejo más de cómo la humanidad se enfrenta a un futuro en el que los hombres tal vez nunca vuelven a ser como antes. Entre otras cosas porque esos hombres del futuro serán, si lo consiguen, estos niños del presente que han aprendido que, a veces, es necesario matar. "Todos tenemos un trabajo que hacer". También Carl hace ya tiempo que dio por finalizada su infancia y se convirtió en un hombre más del grupo. Ahora tendrá que tirar de un Rick completamente desmoronado.

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