'Las chicas del cable', pisando demasiado sobre seguro

'Las chicas del cable', pisando demasiado sobre seguro

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'Las chicas del cable', pisando demasiado sobre seguro

Hubo un tiempo en el que la idea de que Netflix hiciera una serie española sonaba imposible, ni que fuera por el simple hecho de que su llegada a nuestro país nunca terminaba de concretarse. Finalmente la compañía desembarcó aquí y además lo hizo poco después de que comenzase su apuesta por la producción de títulos en habla no inglesa -‘Club de Cuervos’, su primera ficción en español, se estrenó el 7 de agosto de 2015-.

Ya en 2016 fue el turno de ‘Marseille’, su primera serie europea, y ese mismo año también lanzó ‘7 años’, la primera película española. Poco antes del estreno de esta última comenzó a rodarse ‘Las chicas del cable’ la primera serie española de Netflix, fruto de un acuerdo con Bambú, la productora detrás de títulos como ‘Velvet’ o ‘Gran Hotel’. Esto es algo que se percibe viendo la serie. De hecho, se nota demasiado, tanto para bien como para mal.

Un pequeño paso adelante en España, hacia atrás para Netflix

Escena Las Chicas Del Cable

A partir de aquí encontraréis algunos spoilers de los seis primeros episodios de la serie

El hecho de apostar por cosas diferentes fue una de las claves para que Netflix lograse en su momento ese aura de que todo lo que hacía merece la pena. Eso es algo que se ha ido diluyendo a medida que diversificaba su apuesta para seguir creciendo y ahora también busca acceder al público que simplemente quiere seguir cómodo dentro de aquello que ya conoce y le gusta. Eso es ‘Las chicas del cable’, aunque con una serie de matices que no conviene despreciar.

El más destacado es que ‘Las chicas del cable’ rompe con la tiranía de la excesiva duración de las series españolas, un requisito imprescindible para las cadenas de nuestro país, pero lo más importante es que también lo hace con la necesidad de estirar artificialmente las tramas hasta límites exasperantes. De hecho, resulta curiosa la sensación de ver cómo todo avanza con un ritmo americano pero con unas formas españolas. Lujosas, pero españolas.

Aquí es cierto que con apenas seis episodios vistos ya empiezan a cansar las idas y venidas de los personajes de Blanca Suárez y Yon González, pero es algo que tiene sentido dentro de lo que busca la serie, ya que no deja de ser el corazón emocional de la misma. Sí, hay empoderamiento femenino y la base argumental es contar las dificultades de sus protagonistas femeninas para conseguir liberarse, pero el gran punto de interés para cierto sector del público será ese triángulo romántico entre los tres actores de ‘El internado’. Al menos sí vi más suelto de lo habitual a Martiño Rivas.

‘Las chicas del cable’, una orgullosa serie de Bambú

Imagen Las Chicas Del Cable

Porque sí, ‘Las chicas del cable’ es una producción de Bambú que se enorgullece de serlo. Todo resulta bastante vistoso, incluso algo más que en otros casos al haber contado con un presupuesto más generoso y menos metraje que rellenar, y se reinciden en prácticas como una selección musical que a mí no me termina de encajar o la redundante -y puntualmente irritante- utilización de la voz en off.

Y es que no estamos ante una serie realmente ambiciosa, sino ante una evolución de lo ya visto en ficciones como ‘Velvet’, un paso intermedio imprescindible para poder aspirar a cotas mayores. Eso se traduce en que todo es muy obvio, con numerosos subrayados para que todo quede lo más claro posible, y la importancia de su historia es mayor sobre el papel de lo que realmente se refleja en pantalla.

¿Qué se puede concluir de todo esto? Pues que ‘Las chicas del cable’ es una apuesta sobre seguro, dejando cierto margen, como en la velocidad a la que progresa la historia o la duración de los episodios, para no caer en ser más de lo mismo pero al mismo tiempo intentando enganchar a aquellos que en el fondo solamente quieren eso.

Ana Polvorosa Ana Fernandez Las Chicas Del Cable

Un punto de equilibrio casi imposible -¿cómo captas al sector del público al que no le interesaban ‘Velvet’ o ‘Gran Hotel’ y al mismo tiempo mantienes contentos a sus seguidores?- en el que acaban ganando los segundos. Al final, ‘Las chicas del cable’ no tiene nada de revolucionario, ya que incluso sus tramas sobre la liberación de la mujer suenan a ya vistas -en especial las de Nadia de Santiago, la que cuenta con un personaje más pobre en lo visto hasta ahora-, quizá nunca de una forma tan concentrada y puede que tampoco en ese escenario concreto, eso sí.

Dejaremos de lado el tibio retrato del panorama político porque tampoco es realmente lo que le interesa -de hecho, lo de las escuchas telefónicas ha servido más como catalizador de la relación entre los personajes de Ana Polvorosa y Ana Fernández que de cualquier otra cosa-, ya que lo que busca ‘Las chicas del cable’ es ser un pasatiempo de lujo para un tipo de público muy concreto. ¿Perteneces al mismo? Pues ya estás tardando en verla, y seguramente ese sea el objetivo principal de Netflix con ella.

En mi caso, nunca he logrado conectar demasiado con el toque Bambú por mucho que sepa reconocer sus virtudes y con ‘Las chicas del cable’ me ha vuelto a suceder lo mismo. Al menos es más fácil de ver y planta semillas interesantes sobre lo que podría estar por venir, pero es una serie que se mueve por unos territorios ya explorados en España y espero que para la siguiente jueguen algo más con lo que pueden darnos. Vamos, no es mala, pero sí muy orientada a un público al que no pertenezco.

En Xataka | 'Las chicas del cable', review: el debut español de Netflix tiene intenso aroma a Bambú

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