Stanley Kubrick consigue adaptar lo inadaptable en tiempos de censura: en HBO Max puedes ver esta retorcida y oscura comedia basada en uno de los libros más polémicos de la historia

Stanley Kubrick consigue adaptar lo inadaptable en tiempos de censura: en HBO Max puedes ver esta retorcida y oscura comedia basada en uno de los libros más polémicos de la historia

Madura para su edad

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Lolita 1962 Peter Sellers Stanley Kubrick

Cuando se recurre a que ya no se hacen películas como las de antes por culpa de una supuesta dictadura de lo políticamente correcto resulta frustrante porque 1) es errar el tiro, el fracaso del cine adulto está en que el público lo está abandonando progresivamente en salas de cine y los estudios toman nota y 2) resulta irrespetuoso para los tiempos donde sí que había censura real y perniciosa.

Los tiempos del mccarthismo realizando las cazas de brujas en Hollywood, las agresivas imposiciones del código Hays. Ahí estaba la verdadera limitación artística, que hacía complicado hacer explícitas ciertas ideas o querer tocar ciertos asuntos espinosos por una supuesta degradación moral de los espectadores. Eran limitaciones verdaderas porque eran activas, y los autores tenían que buscar cómo hacer encaje de bolillos para sacar adelante proyectos peliagudos. Proyectos en principio prohibitivos, como 'Lolita'.

Cómo hacer una película de 'Lolita'

Hoy en día hablamos de ciencia ficción cuando nos referimos a novelas inadaptables. En 1962, la novela de Vladimir Nabokov sí que era realmente inadaptable, por su desafiante y perturbadora historia que muestra la perspectiva de un pedófilo. Un interesante ejercicio practicable desde los límites de la novela, pero difícil replicar en un formato de película. Stanley Kubrick se encargó de dirigir esta complicada adaptación, disponible en HBO Max, después de sus éxitos con 'Senderos de gloria' y 'Espartaco', lo que le daba cierta manga ancha para seguir haciendo proyectos ambiciosos y personales dentro del sistema de estudios.

Cuando se estrenó, se vendía en el cartel con el lema "¿Cómo pudieron hacer una película de Lolita?", que sugería provocación por el tema que aborda. Pero también podría hacer alusión al intrincado reto de intentar esquivar las restricciones del código Hays que hacían imposible casi insinuar la pedofilia que define al personaje de Humbert Humbert (aquí un imponente James Mason) y hacer explícitos algunos de los rincones más perturbadores de la novela.

Kubrick, en colaboración con el propio Nabokov como guionista (aunque prácticamente le dio un guion imposible, por extensión casi equivalente a la novela completa, a Stanley le tocó darle muchas vueltas), encuentra los espacios en los que poder sugerir al espectador atento y dispuesto a dar el beneficio de la duda. El cineasta retuerce los códigos del melodrama romántico con un humor bastante caustico y retorcido, palpable en varias de las interacciones de Humbert y sobre todo en el personaje de Shelley Winters.

'Lolita': cara al público

También están en el Clare Quilty de Peter Sellers, que hace aquí otro de sus divertidos juegos de varias caras y personajes, sólo que aquí están centradas en un mismo nombre para ayudar a enfatizar el carácter enigmático y opuesto con Humbert. Sin embargo, Kubrick y Nabokov toman la interesante decisión de mostrar su destino en los primeros compases de película con dos intenciones claras.

Por un lado, introducir en la historia a través del gracioso carisma del actor. Por otro, teñir el relato con cierto aire trágico y negro (un estilo que Stanley llevó a la excelencia en películas como 'Atraco perfecto'), añadiendo profundidad y sordidez sin hacerlas obvias. La película insinúa un interesante duelo entre Humbert y Quilty, al menos moral por cómo ambicionan lo mismo pero se presentan de maneras opuestas en sociedad, uno soterrado bajo una máscara gruesa y el otro haciendo de la frivolidad su disfraz).

Son detalles que consiguen mantener el espíritu de la magistral obra de Nabokov, aunque no pueda trasladar algunas de las cosas que la vuelven tan interesante. Incluso siendo imperfecta (su ritmo se vuelve letárgico en ocasiones, y no consigue ser lo bastante ligera para no recordar que son dos horas y media de película), es un interesante logro en la carrera de alguien que siempre encontraba la manera de ganar y salirse con la suya.

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