Los destinos de Cate Blanchett y el director de 'TÁR' ya se cruzaron en este esotérico y pesadillesco thriller de Stanley Kubrick que se puede ver en HBO Max

Los destinos de Cate Blanchett y el director de 'TÁR' ya se cruzaron en este esotérico y pesadillesco thriller de Stanley Kubrick que se puede ver en HBO Max

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Eyes Wide Shut 1999 Stanley Kubrick Todd Field

Hay muchos motivos para estar intrigados por 'TÁR', la película que ha alcanzado un nada desdeñable número de nominaciones al Óscar (seis, incluyendo película, dirección y actriz) y ha sido una de las favoritas de la crítica estadounidense. Pero, el principal, es el regreso tras más de quince años de Todd Field, uno de esos cineastas de culto que ha ayudado a engrandecer el drama adulto americano.

Sus dos películas previas son imprescindibles, aunque a priori diferentes de 'TÁR'. Los oscuros dramas emocionales y familiares son cambiados por una concienzuda exploración del poder y la corrupción, empleando para ello una dirección precisa, meticulosa y perfectamente diseñada que a muchos les ha evocado al estilo de Stanley Kubrick. No es de extrañar, ya que tanto Field como su actriz Cate Blanchett tienen experiencia en lo kubrickiano gracias a 'Eyes Wide Shut'.

Abre los ojos

La última película del venerado director de Brooklyn se encuentra disponible en HBO Max, y en ella encontramos tanto a Field haciendo de un pianista de jazz reputado que va a ejercer de elemento de tentación para dinamizar la trama como a Blanchett empleando su voz (no acreditada) en la escena más memorable de la película. No obstante, el verdadero protagonismo recae en unos Tom Cruise y Nicole Kidman que terminan atrapados en un thriller erótico distorsionado y subvertido en todas sus facetas.

Al igual que en la vida real en aquel momento, Cruise y Kidman son un matrimonio bien avenido. Él es doctor de éxito, ella es galerista de arte, y juntos tienen una espléndida vida con una hija en común y buen prestigio social, que les lleva a fiestas de alto postín. En una de estas fiestas ambos son tentados sexualmente por atractivos desconocidos, aunque ambos se resisten finalmente.

Sin embargo, en una secuencia posterior en la intimidad del dormitorio tendrán una confrontación por los motivos por los que no cometieron adulterio. El médico, tratando de ser elegante, confiesa que no cayó en la tentación por amor a su esposa, lo cuál supone motivo de rabia para ella al interpretarlo como una condescendencia, privándose de un deseo por mera conveniencia matrimonial no por voluntad propia. Ella termina relatando con todo detalle una de sus fantasías sexuales con otro hombre.

Ese conflicto, además de arrancar la pesadillesca travesía del personaje de Cruise por intentar tener su propia aventura sexual fuera del matrimonio, lanza el conflicto existencial más trascendente de la película y que marca casi toda la extensión de la obra de Kubrick. La supresión de la voluntad individual, ya sea por acción de un sistema autoritario (el ejército o el Estado) o por convenciones sociales supuestamente civilizadas. La pérdida del poder propio, ya sea arrancado por otros o entregado personalmente por ser supuestamente correcto.

Los intentos de escarceos por parte del protagonista suenan sobre el papel elementos propios de un drama erótico al uso, pero Kubrick los emplea y los retuerce para convertir el viaje en una pesadillesca experiencia. Un relato de antinavidad con desviaciones hacia terrenos esotéricos, que estira todo lo posible la intriga para crear una fantástica sensación de desasosiego (un terreno que suele sacar lo mejor de Cruise como actor dramático).

'Eyes Wide Shut': viaje antinavideño

Hay mucho con lo que quedase de 'Eyes Wide Shut', incluyendo de nuevo ese trabajo de Kubrick tan exquisito en la dirección, con su habilidad de crear atmósferas únicas, diseños de localizaciones que se te quedan grabados, una continua brillantez a la hora de elegir el lenguaje visual de la película y su manera de sacar a sus actores interpretaciones increíbles.

También su manera de abrazar un viaje destartalado, aunque parezca perfectamente diseñado, dando espacio para colar un retorcido humor que siempre ha sido su cualidad más infravalorada. Al final deja otro demoledor relato sobre la aceptación de los impulsos naturales, que siempre van a ser mejor que intentar desatarlos a toda prisa tras tenerlos mucho tiempo reprimidos.

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