De patitas en la calle es una mala mezcla

De patitas en la calle es una mala mezcla
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Estamos tan acostumbrados a ver realities que es difícil que nos den gato por liebre. En el caso de De patitas en la calle, salta a la vista que a pesar de que nos han querido vender el programa como un coaching (entrenamiento), en realidad no es más que otro reality puro y duro. ¿No habría sido mejor vender la idea tal y como lo que es?

A pesar de que hablan de "casos" para referirse a los jóvenes protagonistas y dan cifras estadísticas como prueba de la utilidad del programa, en el fondo lo interesante para ellos y en lo que hacen hincapié es en el apartado de "realidad". Tampoco es casual que Carolina Ferre presente el programa desde una redacción transmitiendo rigor y cientificidad como una dura presentadora, seria y trascendente, en un papel que poco tiene que ver con la imagen a la que nos tiene acostumbrados.

Uno de los principales problemas que le veo al programa es que, en cuanto a su público objetivo, no acabo de saber a quién va dirigido. Supongo que a los jóvenes, que obviarán toda la moralina que quieren transmitirles con los mensajes de "qué razón tenían mis padres" y que se quedarán con las dosis de malos rollos y peleas. Por otro lado, estructuralmente nos muestran en un programa lo que pasa en varios días y eso no hace sino transmitir la sensación de manipulación y de montaje.

Los jóvenes protagonistas han sido expulsados de sus casas acusados de los delitos comunes que se achacan al colectivo: pereza, derroche y abandono de los estudios. En el loft al que les han mandado a vivir (nótese que es otro concepto que viene a sumarse a los de "casa", "academia"...), no tienen demasiadas comodidades y tienen que afrontar trabajos que les llevarán a cumplir objetivos marcados por los padres (la que derrocha, administrará el dinero; la perezosa, limpiará; el que no tiene preparación verá las virtudes del estudio). Desde mi punto de vista, está todo demasiado planificado.

Para terminar, un cebo del próximo programa con peleas y gritos, la noticia de que los padres irán al plató (que está al lado del loft), a opinar de lo que van viendo, y una amenaza a los jóvenes para que cumplan sus obligaciones y eviten así formar parte del programa. En conjunto, un programa precipitado, con unas líneas demasiado difusas en cuanto a género y que aborda una temática social desde un punto de vista demasiado frívolo. Ver que hay gente capaz de presumir de sus defectos en televisión es algo a lo que nunca llegaré a acostumbrarme.

En ¡Vaya Tele! | Comienzo de temporada 2008: La Sexta

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