El pertinente, histriónico, sensual y carismático discurso de ‘Cucumber’

El pertinente, histriónico, sensual y carismático discurso de ‘Cucumber’

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El pertinente, histriónico, sensual y carismático discurso de ‘Cucumber’

Un hombre de mediana edad pasea con su carro de la compra por los pasillos del supermercado. Muchachos lozanos y fibrados llenan sus cestas a su alrededor mientras una voz en off del cuarentón clasifica los diferentes niveles de erección de un comparándolo con vegetales: tofu, plátano pelado, banana sin pelar y, finalmente, el glorioso pepino. De fondo, la banda sonora se vale de rítmicas cremalleras abriéndose y cerrándose. ¿Sutil? Quizá no demasiado, pero es uno de los prólogos de serie más descriptivos y atrayentes que he visto en televisión.

Y es que si ‘Cucumber’ se puede resumir con algo es con esa primera secuencia. El magnetismo de su sexualidad, la sensualidad de la ordinariez, lo empático del deseo y también de la inseguridad (ese último plano del reflejo de Henry seguido por corte de un tofu cayendo es una gran descripción de personaje en 3 segundos); todos esos elementos dan forma a la tumultuosa, compleja y excesiva historia de Henry hacia la auto-aceptación.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Una historia de aceptación

- Quizá consiga llegar a aceptarlo.
- ¿El qué?
- Ser gay.

‘Cucumber’ no es la crisis de mediana edad de un gay virgen a los 40, es un conflicto de identidad que algunos han tachado de antiguo. Estamos en momento histórico en el que una parte del mundo ha abierto orgulloso la puerta de muchos armarios, y unos protagonistas que tienen dificultades para asumir su sexualidad podría parecer poco contemporáneo.

A mí sin embargo me parece revolucionario (y necesario) el acercamiento de Russel T. Davies –creador al que reconoceréis por ‘Queer as Folk’ o ‘Doctor Who’- al tema. Consigue transmitir con Henry, Freddy y Daniel (principalmente) lo íntimo e personal que es el proceso de aceptarse a sí mismo. Y sí, esto funciona para cualquier dilema de identidad, pero tampoco hay que olvidar que actualmente no hay (o hay muy pocos) homosexuales que no hayan sido criados como heterosexuales. Supongo que tardará en llegar una generación 100% sin armarios.

De esta manera, 'Cucumber' es un camino hacia la auto-aceptación. A su edad, Henry no es capaz de admitir la penetración. Freddy no tiene ni idea de quién es o quiere ser, así que mientras trata de encontrarse, se abandona al estereotipo que cree que debe ser; joven, guapo, provocador, promiscuo. Daniel es el ejemplo más extremo de todos: se siente atraído y a la vez asqueado por el sexo con un hombre, y el pobre Lance sufre las consecuencias en el episodio más triste y sorprendente de la corta temporada.

Al grano y sin remilgos

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‘Cucumber’ no se preocupa por la poca empatía que generan sus personajes en un principio; sabe que el tono y la actitud provocadora harán de anclaje. Se toma su tiempo para llevar la relación de Henry y Freddy hasta ese punto de respeto mutuos que se palpa en el final. Nos habla de los traumas de Henry desde la peor versión de sí mismo, ¿y por qué no? Todos somos la peor versión de nosotros mismos alguna vez.

El penúltimo episodio es para mí la panacea de una serie que no dejará indiferente a nadie; un capítulo con un funeral, con conversaciones sobre pelos en el pene, con búsquedas de sexo desesperadas y con confesiones a resguardo de la lluvia (esa secuencia del coche se postula a una de las mejores del año). Un guión que va al grano y muestra a los personajes con total honestidad y sin remilgos a través de los diálogos. Algunos triviales, otros profundos, pero siempre reveladores.

El final quizá es algo anticlimático. Necesita cerrar el capítulo vital de Henry a la vez que da pequeños cierres al resto de personajes, pero todo se culmina con lo que se dicen y no se dicen Freddy y él en esa cafetería. De nuevo, una clase magistral del arte de dialogar.

Rascando salen a la superficie muchas virtudes de ‘Cucumber’. El discurso, la construcción de personajes o un exceso sin pelos en la lengua que a la vez consigue resultar natural son alguno de los argumentos para explicar lo absorbente que puede llegar a ser, pero si he de definirla y recomendarla en una palabra sería Carisma, con mayúscula. Es fresca, nueva, tiene algo que aportar y tiene un ritmo embaucador. Una de las series de la temporada.

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