'The Good Wife', la serie que no tiene miedo de Internet

'The Good Wife', la serie que no tiene miedo de Internet

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'The Good Wife', la serie que no tiene miedo de Internet

Una de las cosas más curiosas de las series actuales es que, a pesar de que viven inmersas en la era de la interacción con el público a través de redes sociales, de los anuncios de actores invitados a través de Facebook y de los AMA (Ask Me Anything) de sus creadores en Reddit, no son capaces de trasladar este mundo moderno interconectado a la pantalla. En las series de casos, Internet es ese lugar oscuro donde se maceran los peores crímenes, y las demás tienden a ignorarla o a adoptar con la red la actitud de generaciones más mayores; no terminan de entenderla.

Aún más curiosamente, una serie de abogados, en la forma, y de CBS como 'The Good Wife' (cuya quinta temporada emite Fox Life los martes) es, precisamente, una de las que mejor entiende cómo mostrar la sociedad de la información actual en sus capítulos. Sus personajes no tienen miedo de los smartphones, o de YouTube, o de Twitter, y tampoco pretenden contenerlos como si fueran la decadencia de la civilización occidental; los utilizan en su beneficio, y lo hacen yendo más allá de aquel momento en el que Kalinda Sharma encontró a un sospechoso a través de sus actualizaciones en FourSquare.

Política por Twitter

Uno de los aspectos en los que más suele incidir la serie es en el papel cada vez más importante que blogs y Twitter juegan en las campañas políticas estadounidenses. Cada vez que un periodista llama a Eli Gold para pedirle confirmación o alguna declaración sobre determinada historia, siempre le dice que lo necesita ya para la edición online, y buena parte de las crisis que Eli ha tenido que ir "apagando" se habían propagada a través de la red de microblogging. Como el propio Gold se queja en la tercera temporada, "el día que los políticos descubrieron Twitter..."

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Twitter también ha sido una fuente de problemas para Alicia Florrick en juicios en los que el acusado no respetaba el secreto de las vistas tuiteando sus opiniones sobre ellas. Ese capítulo, de hecho, hasta les permite presentar su versión de Anonymous; un grupo que reacciona ante situaciones injustas con métodos que igual no son los mejores para la estrategia de Alicia en el tribunal. Los guionistas de 'The Good Wife' están siempre al tanto de las últimas noticias en Estados Unidos y de las últimas tendencias en interacciones a través de Internet. Probablemente fueran de los primeros en llevar bitcoin a la ficción de primetime norteamericana, intentando además explicar claramente su funcionamiento.

En el mundo real

La facilidad con la que nuestra vida privada puede aparecer en YouTube, por ejemplo, ha sido tratado también por la serie, que muestra cómo las familias de los políticos acaban protagonizando todo tipo de vídeos virales durante las campañas electorales. Han incorporado memes y virales absurdos en aquella subtrama con los analistas de la NSA que merecían protagonizar su propia comedia (un poco estilo el 'Silicon Valley' de los espías) y, en general, han mostrado cómo cualquier tipo de información ya no puede ser secreta durante mucho tiempo en la actualidad. Siempre habrá alguna manera de que alguien la tuitee, la publique en Facebook o en un blog.

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'The Good Wife' establece, además, que ese flujo de información en Internet no se puede controlar o intentar frenar desde fuera. Se puede intentar dirigir hacia un lado que convenga más, pero poco más. Y no se posiciona sobre si esto es bueno o malo. La capacidad participativa de la web ha sido ventajosa a veces, como con aquellos vídeos de un policía estatal que salvan a Zach Florrick de ir a la cárcel, y otras, perjudicial, como en aquel remedo de Reddit y su papel en la identificación de los autores del atentado del maratón de Boston que vimos en la quinta temporada, en la que los comentaristas terminan señalando a un hombre inocente.

Además, 'The Good Wife' se mete en el funcionamiento interno de estos servicios, pues unos cuantos de los casos que los abogados de la serie han tenido que defender involucraban demandas sobre algoritmos de motores de búsqueda, órdenes de liberación de datos de usuarios a la NSA, drones militares, hasta plagios de canciones que se resuelven buscando en la iTunes sueca. La serie no tiene miedo de mostrar el modo en el que todos sus personajes viven, que es permanentemente conectados, y establece que es simplemente un hecho, que no es ni bueno ni malo. No es más que el mundo actual, uno en el que podemos ver animaciones taiwanesas que cuentan noticias al mismo tiempo que seguimos por Twitter los últimos cotilleos del candidato demócrata a la presidencia. La vida privada ha dejado de serlo. Cualquiera que tenga un smartphone puede encargarse de ello.

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