'Mi refugio', embarazada y perdida

'Mi refugio', embarazada y perdida
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Si me quedo con él es porque soy curiosa. Me gustaría ver el color de sus ojos, tocar su piel… Si tendrá mi nariz, la boca de Louis, su cabello…

(Mousse)

En pleno verano y con una cartelera dominada por grandes producciones “made in Hollywood”, resulta en principio una idea refrescante encontrarse con una producción europea, con un relato intimista, apoyado en la narración de un pedazo de vida y no en grandes escenarios, secuencias de acción y espectaculares efectos visuales (sabe el lector de sobra que soy el primero en defender esas propuestas, cuando están bien filmadas). La semana pasada llegó a nuestras carteleras (aunque a tenor de las pocas copias y la recaudación creo que no hemos sido muchos los que nos hemos enterado) el último trabajo del conocido realizador francés François Ozon, ‘Mi refugio’, cuyo póster parece incidir en la idea expuesta (la protagonista en la playa, rodeada de agua), si bien tenemos ya más que comprobado que hay pocas cosas más refrescantes, más revitalizadoras, que el buen cine. Y no es el caso.

Como sabéis, este tipo de películas suelen estar apoyadas por los festivales, de ahí que cuando llegan a nuestros cines sus carteles están repletos de “parches” que indican en cuántos certámenes ha estado o qué galardones se ha llevado; es la manera que se tiene de vender el cine de autor, el equivalente “intelectual” a contar con Leonardo DiCaprio o Sylvester Stallone. En lo que respecta a ‘Mi refugio’ (‘Le refuge’, 2009), luce con orgullo haber ganado el “gran premio del jurado” en el festival de San Sebastian. Sé que a muchos de vosotros os da igual, y hacéis bien, no es más que otra manera de vender un producto; lo que de verdad importa es la narración, qué nos cuenta y, sobre todo, cómo lo hace.

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En este sentido, no entiendo cómo se hacen películas como ‘Mi refugio’. Lo digo sinceramente, fue lo primero que salió de mi boca nada más abandonar la sala, no llego a comprender cómo estando (supuestamente) el cine en crisis, existiendo la dura competencia de Hollywood (sin contar las numerosas alternativas de ocio aparte del cine) y viniendo de un director como Ozon (que se ha ganado una reputación e imagino que le resultará más fácil que a otros impulsar sus proyectos), se ha podido financiar, filmar y estrenar una obra como ésta. Incluso partiendo de la certeza de que se trata de un film barato, me sorprende que se haga algo así; quizá los más férreos defensores del cine de autor o más concretamente del director francés puedan darme alguna respuesta.

‘Mi refugio’ comienza presentándonos a una joven pareja, Louis (Melvil Poupaud) y Mousse (Isabelle Carré). Viven despreocupadamente y se aman, parece que viven en la cima del mundo, pero tienen un gran problema: son drogadictos. Esa noche, él muere de sobredosis y ella es hospitalizada de urgencia. Al despertar, le comunican que su novio ha muerto y que está embarazada de tres semanas. Mousse asiste al funeral de Louis y queda claro que su familia (adinerada, severa, fría) no la quiere cerca y desea que aborte. La joven se marcha de París a vivir a una especie de pacífico refugio, a las afueras de un pueblo costero; unos meses más tarde, recibe la inesperada visita de Paul (Louis-Ronan Choisy), el hermano menor de Louis, aunque en realidad son dos hombres muy diferentes.

Lo que os acabo de contar es lo que ocurre en más o menos la primera media hora, dedicándose el tiempo restante a la relación que se establece entre Mousse y Paul, que no empieza bien porque ella básicamente está enfadada con el mundo, y parece que quiere estar sola (sólo lo parece). Se nos explica qué piensa Mousse de su embarazo (que es real, la actriz iba a ser madre), cómo se siente, cómo está desesperada por encontrar un rumbo en su vida, quién es Paul, por qué no se parece nada a Louis, cuál era su relación con él… Todo esto con mucho plano hueco, mucha pose de los actores, diálogos largos y aburridos, y la cámara de Ozon puesta en piloto automático, encuadrando la acción de forma rutinaria. Aparte de que los actores no parecen muy implicados, no hay ninguna imaginación en la puesta en escena, y no vale la excusa de que lo importante es capturar las emociones y las reflexiones de los personajes, en el cine de Ingmar Bergman no había explosiones ni persecuciones de coches, y no por ello se aburría uno.

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Está bien, es una idea incluso muy aconsejable, dejar algo de aire, de espacio a los personajes, para que podamos entenderlos en su intimidad, para verlos como seres reales que tienen sus momentos de silencio, reflexión, curiosidad, crisis, ansiedad, etc. O simplemente dejar a los actores que se muevan y vivan sus roles, con una cámara invisible y apenas montaje, siendo el público un “mirón” que se ha colado en el día a día de otras personas. Pero incluso así es necesario tener las ideas muy claras, planificar lo que se va a filmar y por qué, qué quieres contar y cómo. En ‘Mi refugio’ es evidente la desgana, la falta de ingenio y exigencia, la apuesta tan peligrosa de “captar momentos”, tan propia de quienes confían en sus actores, la imaginación (y el esfuerzo) del espectador y la magia del cine, que eso es verdad, puede embellecer y ensalzar cualquier cosa.

Dice Woody Allen que si al público no le gusta una película suya, no pasa nada, porque ya tiene otra en camino. Ozon debe pensar algo parecido, aunque su pose seria de “auteur” le impida hacer bromas al respecto. Filmó ‘Ricky’ (también sobre la influencia de un bebé en la vida de una pareja) y ‘Mi refugio’ en un año, y ya ha terminado la siguiente, ‘Potiche’, que se estrena en Francia en noviembre. Algunos pensarán que este ritmo no es aconsejable para la creatividad, otros que sólo así se puede trabajar; yo creo que haría bien pararse un poco y reflexionar sobre lo que está dejando como artista, como cineasta, porque películas como ‘Mi refugio’ no sirven de nada y no quedan bien en la filmografía de nadie. Pero veremos su nueva película con la esperanza de una mejora, es posible que esté más inspirado.

1,5

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