Cine en el salón: 'Chicken Run: Evasión en la granja', unas gallinas muy humanas

Cine en el salón: 'Chicken Run: Evasión en la granja', unas gallinas muy humanas

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Cine en el salón: 'Chicken Run: Evasión en la granja', unas gallinas muy humanas

Antes de que se estrenara 'Chicken Run: Evasión en la granja' ('Chicken Run', Peter Lord y Nick Park, 2000). Antes de haber visto por primera vez algo de esa pareja tan singular que forman Wallace y Gromit. Antes incluso de que descubriera a unos elocuentes animales habitantes de un zoo y, por supuesto, antes de saber ni siquiera quiénes eran Aardman, estos animadores de origen británico ya se habían ganado mi afecto eterno gracias a aquél simpatiquísimo video musical en el que Nina Simone se convertía en una gata al ritmo del 'My baby just cares for me'.

Tendrían que pasar no obstante muchos años desde aquél instante de 1987 para que Peter Lord y Nick Park consiguieran el largamente acariciado sueño de poner su talento al servicio de una historia para la gran pantalla. Tantos como los trece que separan aquellos primeros instantes de animación —a los que habría que añadir también el genial 'Sledgehammer' de Peter Gabriel— de la puesta de largo que 'Chicken Run' finalmente supuso para la inimitable forma en la que este estudio siempre ha sabido rodar sus ideas.

Camino a la granja de los Tweedy

Chicken Run 1

En el ínterin, Aardman se haría un nombre en el mundillo gracias, primero, a un corto llamado 'Creature Comforts' que se alzaría con el correspondiente Oscar en 1990 y que daría paso a una serie de anuncios de treinta segundos de duración que, animados sobre las voces de gente de la calle opinando sobre las ventajas de la electricidad y los electrodomésticos, fueron alabados por doquier como uno de los mayores logros publicitarios televisivos de las cinco décadas anteriores.

Al mismo tiempo que producían los anuncios de 'Creature Comforts', Aardman comenzó a dar salida a los relatos protagonizados por un inocente inventor al que le encanta el queso y su fiel e inteligente amigo, un perro al que sólo le falta hablar. Con tres cortometrajes producidos entre 1989 y 1995 —dos de los cuales también fueron galardonados con el Oscar—, Wallace y Gromit se convirtieron rápidamente en todo un icono de la cultura británica, con la BBC calificándolos como "dos de las más conocidas y más querida estrellas que han salido del Reino Unido".

Así las cosas, las claras intenciones de dar Lord y Park de dar el salto al cine se encontraban en su máximo apogeo tras el éxito de 'A Close Shave', el tercer corto de Wallace y Gromit. Pero algo se interponía en su acceso a los cines de medio mundo, un algo en forma de billetes verdes que, subsanado en parte gracias a la intervención de la productora francesa Pathé, terminaron por encontrar respaldo definitivo en la recién creada Dreamworks, con la que Aardman llegaría a un acuerdo de producir cuatro filmes en los doce años siguientes.

1 minuto por semana

Chicken Run 2

Y aunque dicho acuerdo terminaría rompiéndose diez años más tarde por diferencias irreconciliables en las políticas internas de ambas empresas, está claro que sin el apoyo incondicional de Dreamworks —Jeffrey Katzenberg llegaría a afirmar en su momento que había estado "persiguiendo a estos tipos durante cinco o seis años, desde que descubrí 'Creature Comforts'— es muy probable que nunca hubiéramos llegado a ver las alocadas aventuras de las gallinas de 'Chicken Run'.

Maestros de la técnica del stop-motion, estaba claro que el salto al cine de los estudios se iba a producir de mano de tan trabajosa disciplina de la animación. Una disciplina que Aardman sólo se ha saltado en la gran pantalla en dos ocasiones, las mismas en las que optó por las técnicas digitales para obtener resultados que van de lo entretenido y poco más de 'Ratónpolis' ('Flushed Away', David Bowers y Sam Fell, 2006) a lo brillante de 'Arthur Christmas: Operación regalo' ('Arthur Christmas', Sarah Smith y Barry Cook, 2011).

Con 30 escenarios, un equipo de 80 animadores y 100 personas más implicadas en la producción, que 'Chicken Run' se rodara a minuto por semana habla con contundencia acerca de la lentitud de un proceso que no pocas veces se deja sin valorar a la hora de aproximarse a una cinta rodada mediante esta laboriosa técnica, una que en el caso que nos ocupa demuestra una perfección asombrosa que, unida a un guión soberbio, nos deja un filme de esos que debería figurar obligatoriamente en cualquier selección que se quiera hacer de películas de "dibujitos".

'Chicken Run', 'La gran evasión' con plumas

Chicken Run 3

Si algo llama la atención poderosamente cuando uno se acerca a 'Chicken Run' —más allá, obviamente, de lo espectacular de su talante visual— eso es el que el guión que aquí encontramos se aleja, y cómo, de esos patrones "normales" asociados al mundo de la animación que la Pixar había comenzado a romper cuatro años antes con el estreno de 'Toy Story' (id, John Lasseter, 1996). De hecho, más que una película para críos, si hay un público que puede disfrutar plenamente con este filme, ese es el adulto.

No por nada, como suele pasar con las cintas de Pixar, gran parte del humor, de los chistes y del tono general de la cinta es de los que los más peques de la casa no son capaces de apreciar, ya sea por el talante cínico y caústico del primero, ya por lo ampliamente referencial —las bromas para con cierta cinta de John Sturgess son constantes— de los segundos ya porque, en la combinación de ambos con los espléndidos diálogos escritos por Lord, Park y tres guionistas más, el rumbo del filme se aparta decididamente de un objetivo infantil.

Chicken Run 4

Ello no implica, paradójicamente, que esta historia de gallinas que quieren escapar del cruento destino que les espera en la granja en la que viven —comandada por la diabólica esposa del zopenco propietario de la misma— no tenga cualidades para gustar a un rango de edad que se mueva entre los cinco y los diez años, ya que atesora suficientes momentos del mejor slapstick o personajes atolondrados de esos que hacen reir con abrir la boca como la gallina Babs o los ratones Nick y Fetcher —geniales aquí Gomaespuma en el trabajo de doblaje—.

Si a la perfecta mezcla que supone todo lo anteriormente expuesto se añade una dirección portentosa, un sentido del ritmo narrativo que carece de baches y que saca un provecho envidiable de los 84 minutos de duración y una excelente banda sonora compuesta alimón por John Powell y Harry Gregson Williams, 'Chicken Run' es de lo mejor que la animación ha sabido ofrecernos en estos quince años y cuatro meses que llevamos de siglo XXI. Y eso, teniendo en cuenta lo que hemos podido ver en estos tres lustros, no es moco de pavo gallina.

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