'Descarrilados': tronchantes aventuras por Europa en una comedia que recupera la nostalgia de los ochenta y la vena macarra del primer Todd Phillips

'Descarrilados': tronchantes aventuras por Europa en una comedia que recupera la nostalgia de los ochenta y la vena macarra del primer Todd Phillips

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'Descarrilados': tronchantes aventuras por Europa en una comedia que recupera la nostalgia de los ochenta y la vena macarra del primer Todd Phillips

La primera película de Fernando García-Ruiz es un ejemplo diáfano de las influencias foráneas, principalmente estadounidenses, en el cine español. Un cine que ya se ve fortalecido a la hora de inspirarse en su principal contrincante sin necesidad de parodiarlo ni adaptarlo a unas características diferentes.

Lo mejor y también lo peor, pero poco, de 'Descarrilados' podría haber sido una comedia norteamericana más en un momento en el que el género no goza de su mejor momento en el país de las hamburguesas. Concretamente una comedia de Todd Phillips, antes de volverse demasiado serio (no tanto como pueda pensarse a simple vista) dirigiendo 'Juego de armas' o 'Joker'.

Phillips, que inició su carrera en el llamado "cine de transgresión" de la mano de compañías tan poco aconsejables como Nick Zedd y Richard Kern, y filmando conciertos del aún menos aconsejable G.G. Allin, siempre se las apañó para introducir, colar más bien, una dosis de humor underground y a contracorriente en sus comedias disparatadas, y se basó en la amistad masculina como uno de los pilares fundamentales de su cine. Una dosis de subversión que en la mayoría de las ocasiones estaba concentrada en un personaje secundario: Zach Galifianakis en la saga 'Resacón' ('The Hangover'), Tom Green en 'Viaje de pirados', Sarah Silverman en 'Escuela de pringados', Will Ferrell en 'Aquellas juergas universitarias', etc.

Políticamente incorrecta pero menos

Fernando García-Ruiz, autor del corto 'Como yo te amo', dirige con soltura y conseguido ritmo su primera película en formato largometraje: la historia de tres amigos de la adolescencia que tienen que repetir, para el cobro de una herencia, un interraíl que hicieron de jóvenes, cuando aún estaba vivo un cuarto amigo recientemente fallecido.

La historia, similar a la de la reciente 'El viaje de sus vidas', podría ser un perfecto homenaje al cine de Phillips aunque, por cosas de la época y del público al que se dirige, tenga la vena gamberra convenientemente suavizada. No importa: pese a que sus situaciones no lleguen tan lejos como cualquier fan de la incorrección política le gustaría, 'Descarrilados' es lo suficientemente divertida y traza un retrato bastante afinado sobre la amistad recobrada.

Gran parte del atractivo viene dado por la conseguida química del trío protagonista: un Arturo Valls que borda su papel de galán venido a menos, un Julián López que prueba en un registro ligeramente diferente al habitual y, sobre todo, Ernesto Sevilla, tan tronchante aquí como en la magnífica 'Lo dejo cuando quiera', que dota de una comicidad sobrenatural a cada remate de diálogo.

'Descarrilados': entrañables y descacharrantes parásitos del sistema

El guion de 'Descarrilados' viene firmado por David Marqués y se nota, para bien: su trío protagonista está íntimamente relacionado con los personajes de comedias como 'Aislados', 'Desechos' o 'El club del paro': son perdedores, parásitos del sistema, pero de tan reconocibles llegan a ser entrañables.

El recorrido que realizan viene marcado por un azar a ratos excesivo y algunas decisiones de guion un tanto fáciles, pero esto no es necesariamente malo, porque la gracia se impone y la comedia pasa volando entre risas y relativos excesos. No deja de ser curioso que una parte de la crítica supuestamente especializada la haya tachado de rancia, cuando los protagonistas no pueden ser patéticos, y son las mujeres, como Ana Milán o Dafne Fernández, las que representan a los personajes más espabilados e inteligentes.

Al margen de la inevitable referencia a Todd Phillips, 'Descarrilados' también recuerda en puntuales ocasionales al genial Frank Oz, a la comedia juvenil tanto de los ochenta como de los noventa, y cuenta con algún momento posiblemente deudor de la rescatable 'Eurotrip'. En resumen, estamos ante una comedia popular y comercial bien interpretada y escrita, con situaciones divertidas a la que tan sólo se le podría reprochar una falta de mordiente y genuina incorrección política, pues sirve sus cartas con habilidad, pero no deja de jugar sobre seguro.

Descarrilados

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