'Ghost Rider: Espíritu de Venganza', infernal

'Ghost Rider: Espíritu de Venganza', infernal
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La avalancha de adaptaciones de cómics de superhéroes que asola el séptimo arte en los últimos años ha traído un par de cosas especialmente malas. La primera es que ha dañado casi de muerte la figura del héroe de acción, ya que los estudios no terminan de querer arriesgarse a potenciar figuras con una marcada masculinidad y que no tengan reparos en soltar palabrotas a mansalva. Siempre nos quedarán figuras del pasado cuyos mejores años quedaron atrás, pero, por muy buenas que pudieran ser las películas, Jason Bourne no sirve para llenar ese hueco en el corazón de los amantes del cine de acción de los 80 o 90. Sin embargo, la auténtica lacra de la moda superheroica es que, como es normal, varias de estas producciones acaban siendo una porquería de mucho cuidado. Me viene a la mente la desastrosa ‘Catwoman’ o la absurda ‘Daredevil’, pero la que hoy nos interesa es ‘Ghost Rider: El motorista fantasma’, la única forma que tuvo Nicolas Cage de conseguir su sueño de interpretar a un superhéroe en la gran pantalla. Y es que, afortunadamente para nosotros, el Superman al que iba a dar vida a las órdenes de Tim Burton no llegó a salir adelante.

Soy consciente de que Nicolas Cage es uno de las estrellas de Hollywood más polarizantes de la historia. También es obvio que esa categoría de astro le viene un poco grande en los últimos años, ya que su carrera en los últimos ¿cinco años? (quizá más) ha estado marcada por dejar la sensación de aceptar aparecer en cualquier película que le reportara suficiente dinero para solucionar sus problemas fiscales. Eso no quiere decir que no se haya dejado ver en alguna cinta destacable (‘Kick-Ass’) o algún entretenimiento aceptable (‘El aprendiz de brujo’), pero la opinión generalizada es que su carrera está tan a la deriva que va a resultar imposible reconducirla. Personalmente, he de admitir que, hasta cierto punto, he disfrutado de la mayoría de sus últimos trabajos, pero su decisión de volver a encarnar a Johnny Blaze en ‘Ghost Rider: Espíritu de venganza’ resultó un tanto desconcertante, ya que creo que existe una clara unanimidad sobre lo mala que era la primera entrega. ¿Han conseguido remontar el vuelo la saga con esta secuela o también estamos ante poco menos que un insulto al cine?

Nicolas Cage y su moto.

Para que os hagáis una idea de la entidad de esta cinta os comentaré que durante un pase de prueba de la película un espectador llegó a decir que, por comparación, convertía a la primera entrega en algo a la altura de ‘El caballero oscuro’. Esta valoración es algo exagerada (quizá el espectador había olvidado ya lo mala que era ‘Ghost Rider’, yo no), pero sí que podemos valorar la experiencia de ver esta película como algo infernal. Este hecho muchos lo asociarán a que los directores elegidos hayan sido Mark Neveldine y Brian Taylor, los hombres detrás de ‘Crank’ y ‘Gamer’, dos muestras de acción desvergonzada que no tenían reparos en recurrir a lo que fuese con tal de ofrecer un chut de adrenalina al espectador. Por encima de que sean películas estimables o abortos cinematográficos, su contratación era un acierto de entrada, ya que una secuela de un espanto como ‘Ghost Rider’ requería de un giro total para ver si así conseguían atraer a un público que acabó muy decepcionado con la primera entrega.

El problema es que el salto a una producción con un presupuesto más holgado ha ido unido a una reducción de la libertad de Neveldine y Taylor para utilizar ciertos elementos característicos de su cine. Eso se traduce en que las flipadas que uno podría esperar se ven reducidas a varias situaciones esparcidas a lo largo del relato, y encima se ven obligados a utilizar dos veces la más llamativa de ellas: Una meada que se asemeja a un lanzallamas. El resto se debate entre una historia repleta de tópicos (el protagonista buscando su redención y, al mismo tiempo, librarse de su maldición, el diablo que quiere perpetuar su existencia, etc.), situaciones que se van sucediendo un poco porque sí y, en general, una nítida sensación de absurdez sobre lo que estás viendo en pantalla.

Idris Elba y los monjes

Además, el 3D es un añadido innecesario, llegando a causar molestias visuales (una lástima, porque es ahí donde encontramos alguna cosa salvable, la gran lacra de esta tecnología. En general, cuesta encontrar aspectos que destacar a nivel narrativo, ya que, si bien se agradece que hayan optado por obviar por completo la cansina mitología de la primera entrega, el cóctel que nos ofrecen combina la mamarrachada (pero sin atreverse a serlo del todo), el aburrimiento y, sobre todo, el “¿pero qué narices hago yo viendo esto?”. Lo peor de todo es que ni siquiera sabe aceptar abiertamente el espíritu trash evidente que tiene por temor a que esto juegue comercialmente en su contra. Horrible y cobarde, menuda combinación.

Ser fan de Nicolas Cage no me impide decir que aquí estamos ante una actuación digna de al menos una nominación a los Razzie. Es incapaz de transmitir la tortura interior de su personaje, dota de cero carisma al motorista (sólo cuando su cara es un efecto especial se consigue algo) y uno está deseando darle un buen par de tortas a ver si así consigue reaccionar. El resto tampoco es que lo haga mucho mejor, ya que Ciarán Hinds nunca termina de funcionar bien como actor cuando recurre a su lado histriónico, Johnny Whitworth es un villano secundario de pacotilla y la aparición de Christopher Lambert no va más allá de los anecdótico. El único que aporta algo de seriedad al conjunto es Idris Elba, pero en lugar de dar algo más de empaque a la película, lo que sucede es que queda como algo extraño que no encaja, con lo cual de poco sirve que al menos se esfuerce un poco en su actuación. Los demás actores ofrecen actuaciones tan anodinas que ni siquiera merecen ser recordadas por malas. Un desastre.

El motorista fantasma

En definitiva, ‘Ghost Rider: Espíritu de Venganza’ es lo que vulgarmente podríamos llamar una mierda de película, o quizá sea mejor calificarla como un completo disparate. Además, logra la difícil tarea de hacer dudar sobre cuál de las dos entregas es la peor, y eso tiene mucho mérito si tenemos en cuenta el horror que fue ‘Ghost Rider: El motorista fantasma’. Fallan los actores (seguramente sea una de las peores actuaciones de Cage), el guión no es suficientemente loco, la puesta en escena no tiene fuerza y a uno le da igual todo lo que está pasando. Además, el añadido del 3D apenas sirve para salir de la sala con los ojos cansados. Desde ya candidata a ser una de las peores películas de 2012. Como mínimo seguro que acaba siendo la mayor memez de todas.

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