Ya existe cierta escasez de películas estimulantes sobre el mundo del fútbol, pero el panorama es especialmente desolador en el caso de las series de televisión, sobre todo si dejamos de lado las propuestas de corte documental como la estimable ‘Sunderland ‘Til I Die’. En España hubo hace poco un intento fallido con ‘Todo por el juego’ y ahora desde Reino Unido y Netflix nos llega la miniserie ‘Un juego de caballeros’.
Bien sabido es que este deporte se originó en Inglaterra, pero muchos cuándo fue el momento que dio el paso decisivo hacia su profesionalización. Cocreada por Julian Fellowes, también responsable de la muy popular ‘Downton Abbey’, ‘Un juego de caballeros’ brilla cuando se centra en el deporte, pero se pierde un poco cuando entra a hablar de otros temas. Eso sí, bien podríamos decir que su irregularidad acaba decantándose de lado positivo en la prórroga.
Luces y sombras

Inspirada en hechos reales, ‘Un juego de caballeros’ es ante todo la historia de Fergus Suter, reconocido como el primer futbolista profesional, pero no esperéis ver una visión muy ajustada a lo que sucedió en la llamativa historia real. Y es que en esta miniserie de Netflix se opta por hacer todos los cambios necesarios en un intento de dar un mayor empaque dramático a lo que pasó.
Por lo pronto, las motivaciones de Suter son matizadas para hacer especial hincapié en que la necesidad de mantener a su familia pasa a ser su motivación principal en lugar de simplemente querer ganar lo máximo posible por hacer lo que se le daba muy bien.
Un cambio obviamente pensado para conseguir una mayor empatía con el espectador y que funciona cuando el personaje interpretado con convicción por Kevin Guthrie ha de mostrar sus dudas en abandonar un equipo para jugar en otro, pero no tanto cuando entra a hablarnos de lleno de su familia. El alcoholismo del padre está retratado de tal forma que llega a rozar lo grotesco, restando así fuera a lo que debería ser uno de los picos de la serie.

Además, ese solamente es uno de los puntos en los que ‘Un juego de caballeros’ muestra sus debilidades, pues Fellowes vuelve a interesarse una vez por el contraste entre clases sociales pero sin el espacio suficiente para hacerlo de forma satisfactoria. Sí que se tratan temas potentes como lo relacionado a la adopción de niños, pero al final es cuando se recurre a lo más básico con las huelgas por las bajadas de salarios cuando está más cerca de ser igual de interesante que cuando el fútbol prima por encima de todo.
Todo esto es algo que también se traslada a la puesta en escena, ya que el vigor que adquiere dentro del campo nunca se ve igualado fuera. Entonces se confía bastante más en las interpretaciones y por ahí ‘Un juego de caballeros’ tampoco destaca especialmente más allá de Guthrie y James Harkness como Jimmy Love. A su manera, Suter y Love son representados como una especie de genios del balón primigenios, pero con un fondo más dramático que es donde la serie realmente consigue esa empatía que tanto busca por otro lado.
Todo mejora con el fútbol

Es cierto que para lograrla se hacen cambios muy sustanciales en la historia real de ambos, pero es que el verdadero corazón de ‘Un juego de caballeros’ está ahí -muy por encima por ejemplo de la relación sentimental de Suter con una madre soltera-, en esa amistad que se traduce en una relación casi propia de hermanos y los diferentes altibajos que va sufriendo. Además, es una relación cimentada en el fútbol y los vínculos entre lo que sucede dentro y fuera del campo están bien trazados pese a tender a lo esquemático, otro rasgo característico de la serie.
Ese punto afecta especialmente al personaje con el rostro de Edward Holcroft, el cual viene a representar la conciencia de las clases poderosas y cómo su evolución resulta decisiva en esa etapa de transición para el fútbol. Es un personaje sin los pliegues necesarios y en el que prima más la tendencia de la serie a ir del blanco a negro sin trabajar lo suficiente los puntos intermedios. Es una lástima porque el actor sí está acertado, pero el material que tiene a su disposición tiene un interés de lo más limitado.
Por suerte, todos esos problemas se quedan a un lado cuando toca entrar al terreno de juego. No es que el camino trazado se desvíe de lo que nos podíamos esperar, pero sí consigue representar esa pasión por el deporte y las rivalidades que se establecen tanto en la dualidad ricos-pobres como entre aficiones de la misma zona.
Eso sí, la auténtica clave está en saber dotar a los partidos de esa energía necesaria que explique el entusiasmo que se siente sobre ese deporte, sobre todo en una época en la que solamente los más pudientes tenían la capacidad de tomárselo en serio y dedicarle los esfuerzos suficientes para sobresalir. ‘Un juego de caballeros’ es la historia de cómo el fútbol pasó a ser definitivamente el deporte de las clases trabajadoras.
En resumidas cuentas
‘Un juego de caballeros’ es una miniserie un tanto irregular que intenta abarcar más cosas de las necesarias para llegar a un público más amplio cuando centrarse en lo que sucede en el terreno de juego y todo lo que emana de allí era más que suficiente para ofrecer una propuesta estimulante. El bagaje acaba resultando un poco agridulce, pero sigue mereciendo la pena echarle un ojo, sobre todo aquellos interesados en los orígenes del fútbol.
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3 comentarios
maier
Una pena si. Han intentado captar a un público más amplio incluyendo al femenino, con tramas novelescas que se hacen largas a la espera de lo que de verdad se ha venido a ver, que es una historia de fútbol.
La serie tiene un buen comienzo si lo que te interesa es la historia del fútbol y el porqué de muchos de los cambios que se han ido haciendo, como esa lucha de clases, pero se pierde rápidamente en el tercer capítulo, que podría resumirse facilmente en 5 a 10 minutos. Y nada de fútbol más que una esperada escena final.
Una pena. El fútbol mueve masas. Como bien dice la serie, es lo que le queda al pueblo para ilusionarse cuando llega a su casa tras duras jornada de trabajo y es uno de los muy escasos deportes que permite que cualquier persona de cualquier condición pueda practicarlo. No sucede evidentemente con el polo o incluso el baloncesto. El futbol solo necesita dos zapatillas para hacer de postes y una bola!.
Aunque en Netflix hay alguna película de fútbol que no está nada mal, como la de Verano del '92. Mucho futbol y una historia real.
corintio
Floja floja. Voy por la mitad y me parece que vaga un poco sin rumbo. No se centra especialmente en nada y va como con prisas con todo. No se centra tanto en el fútbol como debería (y mira que a mí el fútbol me la sopla; pero es a lo que he venido aquí, ¿no? Me esperaba algo donde el deporte tuviese más protagonismo).
Luego todo muy abrupto. El primer episodio es un poco un chiste. O parece que han recortado muchas cosas. El jefe diciéndole al prota que se tiene que quedar, que le ha dado a la gente algo en lo que creer. Pero si el tipo lleva veinte minutos en el pueblo y han marcado unos goles que ha quedado en empate. No ha habido ni una sola escena para hacerme creer que "ha dado esperanza a la gente de a pie". Y como eso, varias otras cosas que no se dan, pero que los personajes afirman con una torpeza expositiva que me deja con la sensación de que me he perdido la mitad del episodio.
Lo mismo con subtramas (que tampoco me interesan mucho), como el otro escocés que se enamora de la mujer que los hospeda. Le suelta un beso, y a los quince minutos se están yendo y le dan un peso al dolor de su separación como si esa trama se hubiese desarrollado un algo. Que ni sé como se llama ella.
No sé, me venden historias que no me interesan porque no han invertido el tiempo necesario para captar mi atención. Me dan muy temprano un "pathos" emocional que todavía no me ha llegado. El resultado es que queda todo muy raro.
Nada, la acabaré de ver porque son solo 6 episodios. Pero eso: todo muy abrupto, muy torpe.