'La cosecha' ('The Reaping'): convenciendo a base de plagas

'La cosecha' ('The Reaping'): convenciendo a base de plagas
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Hay películas espléndidas cuya ideología es difícil compartir. Hay películas con ideas que una puede suscribir plenamente, pero que carecen de valores cinematográficos. Hay películas que reúnen las dos virtudes. Y, por último, hay películas con mensajes nefastos y totalitarios y que, además, están pésimamente escritas y puestas en escena.

‘La cosecha’ ('The Reaping'), tristemente, corresponde a este último grupo. Su fundamentalismo cristiano-violento sólo es equiparable al tramposo, insultante y deficiente desarrollo de la historia. Y eso no pueden camuflarlo ni los bellísimos paisajes de Louisiana, ni el talento de una actriz como Hilary Swank, ni los millones que han invertido Joel Silver y Robert Zemeckis en este engendro.

La película de Stephen Hopkins nos narra cómo una científica experta en demostrar milagros —que otrora fuera una mujer pía y religiosa hasta que una experiencia traumática le hizo perder la fe— tiene que volver a plantearse todos sus valores cuando su ciencia no es capaz de explicar todos los extraños sucesos que asolan a un pueblo de la América profunda. El guión de esta película es una antología de trucos patéticos para hacer avanzar la supuesta trama. En primer lugar, tenemos el pedazo de papelón de Stephen Rea, un cura amigo de la protagonista. Éste la llama al principio de la película para advertir a esa atea descreída de los peligros que la acechan. Ella le cuelga sólo para volverle a llamar a la hora y media de película para que Stephen Rea explique lo que hay que explicar. Acto seguido, el personaje de Stephen desaparece de la película. Ah, creo que entre medias Stephen tiene una escena —por aquello de no “perder” al personaje— en la que ocurren cosas infográficas muy mal hechas. Y que no sirve para nada.

Como tampoco sirven para nada más de la mitad de las escenas. Hilary se limita a contemplar, como una pasmarota, las múltiples plagas bíblicas que asolan al pueblo. Bueno, además de mirar, recoge alguna prueba en plan CSI —pero no crean que esas pruebas sirven para gran cosa: todo lo explica Stephen Rea en una escena— y pone cara de “chica dura que no se cree lo que no demuestre la ciencia”. Así, al final, la lección de catequesis será más ejemplar. Pero, hasta que esa lección llega, Hilary, no contenta con no hacer nada más que posar, también decide tener alucinaciones oníricas que no sólo explican su pasado traumático (dejó de creer cuando, en África, su hija fue víctima de un sacrificio humano), sino que además sirven para ir dando “sustos” que no conducen a nada. Cámara en mano que no le funciona a Stepen Hopkins tan bien como en ‘24’, efectismos de montaje y sonido y… ¡tachán! ¡era una alucinación! Y escena resuelta. Como en ‘The Messengers’, pero peor.

Lo cierto es que casi todas las escenas se resuelven de forma gratuita, sin verdadera conclusión, como en las peores muestras de cine de género. Pero podríamos ser tolerantes y pensar que no es más que una “peli mala de esas para pasar el rato” si no fuese por la apocalíptica, aleccionadora y temiblemente ultraconservadora traca final.

Parece que la película se encamina hacia la consagración de una religiosidad primitiva, justificando el sacrificio humano, pero los productores debieron de darse cuenta de que el americano medio no puede aceptar cosas excesivamente africanas así que, en una pirueta de guión, la cosa se convierte en una apoteosis y celebración de “la ira de Dios” que castiga a los que se desviaron de su recto camino. Y de qué forma.

SPOILER (si es que alguien no se huele ya el desenlace): Huelga decirlo, Hilary vuelve sus ojos hacia la verdadera fe a lágrima viva – “¡Qué equivocada estaba!” es una frase necesaria para remachar un guión de tesis tan tosco y didáctico – y la niña de ‘Un puente hacia Terabithia’ añade otra película ultracristiana a su ya peligroso currículum. FIN DEL SPOILER

Que la película se ambiente en Lousiana no es casual. En ‘Dejà vú’, ese lugar representaba el espíritu de superación norteamericano, capaz de renacer de las catástrofes. Aquí, es una celebración del castigo divino que siempre ocurre por alguna razón. No voy a decir que haya que huir de toda película con contenido cristiano, faltaría más. La imaginería cristiana ha sido usada muchísimas veces en el cine de terror con excelentes resultados, como ‘El exorcista’, y otros, curiosos, como ‘Escalofrío’ (‘Fraily’). No hay nada malo en admitir la existencia de Dios como base de una película, el problema es hacer la película con el propósito de convencer a otros de cómo tienen que pensar.

El talento y la belleza de Hilary Swank se merecen algo mucho mejor.

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