'Los Simpson. La película', éstos no son mis Simpson, me los han cambiado

'Los Simpson. La película', éstos no son mis Simpson, me los han cambiado
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En su momento no me esforcé demasiado por ver ‘Los Simpson. La película’ pues, después de todas las veces que han emitido cada uno de los capítulos por televisión, una ya está algo harta de la familia de color amarillo. El otro día me coincidió que ponían el film en un canal de pago al que tenía acceso gratuito gracias a una oferta y me puse a verla con más desidia que interés. Durante su visionado comprobé que había hecho bien en no acudir a la sala cuando se estrenó pues, si bien no es un mal producto, sé que no habría quedado muy satisfecha. En las adaptaciones de series, la pega que se suele poner para animarse a verla es que podría ser como ver un capítulo, pero más largo y que, para eso, no valdría la pena pagar. Sin embargo, en este caso ni siquiera era como un capítulo de mucha extensión, era peor.

David Silverman dirige ‘The Simpsons Movie’, donde Homer provoca un accidente ecológico que obliga al gobierno a aislar a Springfield en una cúpula de cristal para que el pueblo no siga contaminando el planeta. Los vecinos de la comarca averiguan quién ha sido el que ha provocado la catástrofe y, por consiguiente, su encierro, y organizan una caza de brujas contra los Simpson.


Voy a comenzar hablando del humor de la película, pues en realidad, si se ve algo de ‘Los Simpson’ es con la intención de reírse. En este sentido, admito que tiene tres o cuatro chistes tronchantes de verdad, es decir, de un alto nivel, superiores, creo, a los que se hacen en la serie –digo “creo” porque éstos los he escuchado tantas veces que ya no me río, tengo que hacer un esfuerzo de memoria para saber si me hicieron gracia la primera vez—. Así que se concluye que no es una pérdida de tiempo total. El resto de las bromas son de menor categoría y no superan a las de la serie. Y luego hay algunas que se pierden con el idioma, por ejemplo, el momento en el que Homer se golpea con una roca y un bar llamado “A Hard Place”. “Between a rock and a hard place”, además de la canción de los Rolling, es una frase hecha equivalente a nuestro “entre la espada y la pared”. Por ello creo que aquí nos habremos reído unas cuantas veces menos que en EE. UU.

Escoger una trama para hacer un largometraje partiendo de una serie me imagino que será complicado, ya que hay que encontrar un argumento que pueda desarrollarse a lo largo de más minutos, pero más importante aún: una historia que dé la impresión de ser más significativa porque películas hay una –y quizá alguna secuela— y capítulos hay cientos. En este sentido es en el que más podemos decir que la película parece un capítulo largo, pues el problema de la contaminación de un lago perfectamente podría haberse resuelto en veinte minutos y en cuanto a la trascendencia, no tiene más que la de muchos episodios.

Ya que la premisa es sencilla, la película está llena de momentos en los que se detiene la acción y se meten morcillas. Estas escenas podrían considerarse las más válidas del film porque son las más humorísticas. El problema es que el recurso de paralización va más con el tono de ‘Padre de familia’ que con el de ‘Los Simpson’. Aquí sería preferible que el humor hubiese salido de la propia historia. Por ello, al final es inevitable la sensación de argumento alargado artificialmente. Y el tono no es el mismo que el de la serie.

Este argumento, además de no ser especialmente original, trascendental ni rico, cae en un truco de guión que a profesionales como los que escriben ‘Los Simpson’ no se les tendría que perdonar. Se trata del problema de que existe una obvia solución para el conflicto y el único motivo por el que nadie la lleva a cabo es porque ni siquiera se la plantean. SPOILERS: desde un primer momento, podrían haber pensado en cavar un túnel. El pueblo de Springfield se pasa el tiempo tratando de agujerear la cúpula y la única idea posible es la única en la que no piensan. Se puede considerar como parte del humor absurdo de la serie –sólo se le ocurre a un bebé—, pero para considerarlo así hay que ser benevolente, pues el verdadero motivo es que, si lo pensasen los demás, se acabaría la película. FIN DEL SPOILER.

A pesar de todo lo que he criticado la trama, en realidad, los defectos del guión relacionados con ella, no me parecen importantes en absoluto. Lo que de verdad me extrañó de la película es el cambio de tono que se produce con respecto a la serie. Los personajes se transforman en otras personas. El niño que aparece en esta película no es Bart Simpson. Tiene su nombre, tiene su aspecto, pero tiene otra personalidad. El chavalín de la serie nunca estaría preocupado por que su padre le hiciese caso y mucho menos se encapricharía con Ned Flanders como figura paterna.

Ocurre muchas veces que los productos audiovisuales de humor gamberro cambian el tono cuando tienen que mostrar una conclusión. Cada uno de los capítulos de una serie tiene un final, pero no un mensaje de cierre. Sin embargo, cuando se trata de un capítulo final de temporada o de un largometraje, los creadores sienten la necesidad de dar un mensaje –probablemente confunden el concepto de la trascendencia que mencionaba antes con esto— y trasforman por completo el tono. El humor se pierde y, en su lugar, entra la ñoñería. SPOILER Ese final de ‘Los Simpson: la película’ en el que Homer pasa a ser un héroe para Bart choca demasiado con lo que conocemos de estos personajes. FIN DEL SPOILER

Por lo tanto, mi conclusión de ‘Los Simpson. La película’ es que su problema no está tanto en que le falte calidad o capacidad de entretener, sino en que se ha cambiado por completo su tono y se ha hecho un producto diferente. Cuando se estrenó la serie hace muchos años, lo que la encumbró fue el gamberrismo. No veo por qué para convertirla en película ha habido que perder este elemento.

Mi puntuación:

2

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