'Project Wolf Hunting': un despiporre ultraviolento coreano, tan salvajemente divertido como imperfecto en su narrativa

'Project Wolf Hunting': un despiporre ultraviolento coreano, tan salvajemente divertido como imperfecto en su narrativa

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Si queréis jugar sobre seguro, al menos en lo que respecta a cine y series, apostad siempre por Corea del Sur. La potente industria del país asiático lo hace —casi— todo bien: ¿Que quieres narrativas que te mantengan sentado al borde del asiento y sin pestañear durante un par de horas? No hay problema. ¿Que lo tuyo son los giros imposibles y las estructuras en cuatro actos dignas de clase magistral? Te tienen cubierto. ¿Que prefieres vueltas de tuerca a géneros tradicionales? Calma total, porque lo van a clavar.

No obstante, lo curioso del genio surcoreano es, precisamente, que les permite salir airosos y sorprendiendo positivamente de situaciones en las que parecen tener todos los elementos en su contra y optan por abordar retos dramáticos, formales y conceptuales que son carne de desastre. Pero, incluso cuando los cimientos de un proyecto son inestables y abocan al colapso, se las apañan para aterrizar sobre los dos pies después de hacer una filigrana durante la caída.

Esta teoría, no libre de excepciones, puede volver a demostrarse con la demencial 'Project Wolf Hunting'; el debut de Kim Hong-sun en el largometraje tras su labor en 'La casa de papel: Corea' con el que el realizador nos sirve en una grotesca bandeja de huesos rotos, cartílagos triturados y litros de sangre un cóctel de acción, terror y ciencia ficción tan salvaje y entretenido como absurdo en lo referente a su historia y personajes.

Ni una pega

Pude disfrutar de 'Project Wolf Hunting' en la pasada edición del Festival de Sitges, donde, como buena parte del Auditori, abracé la autoconsciencia de la propuesta de Kim y me rendí a los mundanos placeres de su orgía de muerte y destrucción condensada en 122 minutos obviamente irregulares. Un trámite necesario para poder paladear sin cortapisas un caramelo que, de otro modo, podría resultar indigesto.

Seamos sinceros: quien acuda a la película buscando una nueva muestra de la habitual buena mano de los guionistas surcoreanos para redondear tramas y protagonistas, saldrá tremendamente decepcionado. Y es que el libreto de esta excentricidad, además de flaquear ligeramente cuando se busca algo de coherencia, está poblado de personajes planos e intercambiables que, en el fondo, son poco menos que carne de cañón. Pero lo mejor de todo es que nada de esto importa.

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Porque uno no se entrega a los encantos de 'Project Wolf Hunting' buscando la excelencia dramatúrgica, sino para dejarse encandilar por uno de los espectáculos más violentos, cafres y pasados de vueltas que han pasado por nuestros cines en una larga temporada. Uno que sólo necesita un buque cargado hasta arriba de presos, policías y algún que otro invitado especial que convertirá la nave en el rosario de la aurora para desencajar mandíbulas y desatar los aplausos más cómplices.

A pesar de que su narrativa muestre visibles inconsistencias de ritmo —compensadas con creces en su tercer acto—, los niveles de gore, los litros de hemoglobina artificial, los explícitos efectos especiales, su notable factura técnica y un espíritu que parece heredado de los actioners noventeros más desquiciados hacen de esta imperfecta rareza una de las mejores y más divertidas experiencias que he podido gozar recientemente en el cine.

Porque, en última instancia, 'Project Wolf Hunting' no es más que una tremenda contradicción que no hubiese sido posible sin la magia de Corea del Sur.

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