Por qué 'The Batman' es casi una película de terror: todas las conexiones con el género de la soberbia nueva entrega del superhéroe de DC

Por qué 'The Batman' es casi una película de terror: todas las conexiones con el género de la soberbia nueva entrega del superhéroe de DC

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Por qué 'The Batman' es casi una película de terror: todas las conexiones con el género de la soberbia nueva entrega del superhéroe de DC

El estreno de ‘The Batman’ vuelve a traer muchos debates sobre si es mejor que Marvel, peor que la entregas de Nolan o por encima o debajo de la visión de DC que estableció Zack Snyder. Afortunadamente, Matt Reeves lleva al personaje a su terreno y es, sobre todo, una película muy coherente con su impecable filmografía, dirigida con excelencia y con una personalidad propia poco habitual en el particular paisaje del blockbuster actual.

La nueva película reinventa el personaje en una densa pesadilla urbana que introduce al héroe de DC en una investigación criminal pura presentando una Gotham mugrienta llena de escenarios góticos y texturas de cine de horror, tal y como comentó Reeves en una entrevista:

“En el centro de las historias noir está casi siempre el detective, ¿verdad? Por eso es el mejor detective del mundo. Así que esta historia, además de ser casi una película de terror, un thriller y una película de acción, en esencia, también es una historia de detective”.

Y, efectivamente, como aclaraba el autor, ‘The Batman’ no se parece a otras películas del hombre murciélago ni sigue las pautas del cine de superhéroes reciente. Es un neo-noir verdadero, en el que prima la investigación sobre la acción y acerca a los orígenes del personaje como detective, investigando mano a mano con la policía dentro de una trama llena de capas y personajes, con corrupción, conexiones con el hampa e incluso una reinvención de la femme fatale del cine negro encarnada por una Catwoman que parece salida de la banda de Gail de ‘Sin City’ (2005).

Un horror noir moderno

El tono lúgubre y desarrollo de thriller criminal no deja a ‘The Batman’ sin grandes escenas de acción, rodadas con excelencia por un Matt Reeves aplicado en dotar de una fisicidad más tangible de lo habitual, donde los golpes y la violencia duelen –tanto a los malos como a Batman– y los FX digitales están tan meticulosamente integrados que parece que no están ahí. La aproximación terrenal evita la típica tendencia de los films de superhéroes actuales a introducir alguna secuencia extra de espectáculo en donde se nota el uso de CGI, que aquí está tan cuidado que incluso en los animales no aparece nunca un píxel.

Con una fuerte inclinación hacia el cine negro clásico de Dashiell Hammett, la trama criminal deja ver rasgos de ‘Los intocables de Elliot Ness’ (The Untouchables,1987), también en su Pingüino-Capone, y del cine policíaco de los 70 a pie de calle como ‘Contra el imperio de la droga’ (The French Connection’ (1971) o ‘Klute’ (1971).Además dibuja una Gotham entregada a la droga drop, en un dibujo decadente que refleja la Detroit de ‘Robocop 2’ (No por casualidad escrita por Frank Miller) o la ciudad de ‘Dredd’, ambas reflejos del aumento de consumo de opioides en EE.UU. y páramos reales como Filadelfia tras la llegada del fentanilo.

Sin embargo y más allá de todo lo esperable en una versión policíaca del superhéroes, Matt Reeves ha plagado las tres horas de ‘The Batman’ con infinidad de claves de cine de terror, con la que se construye una atmósfera tétrica irrespirable a través de su uso constante de la oscuridad –los únicos planos de día son nublados–, la lluvia, la suciedad de las calles y el dibujo de una Gotham destartalada y llena de rincones sin luz. La banda sonora de Michael Giacchino tiene algunos pasajes épicos, pero a menudo podrían ser cortes de una película dura de Scott Derrickson.

Enigma

No hay mejor prueba que el comienzo, una secuencia de home invasion a lo ‘Los extraños’ (2008) en toda regla que utiliza la profundidad de campo, la oscuridad y el silencio como si fuera Buffalo Bill. La película desarrolla a su Enigma como una especie de BTK killer moderno, con un gran Paul Dano, verdaderamente perturbador, en modo ‘Prisioneros’ (2013) y todo lo que tiene que ver con su personaje podría pertenecer una película de asesinos en serie al estilo Thomas Harris como ‘Manhunter’ (1986), con el juego de mensajes y acertijos con la policía y adoptando ideas de ese tipo de laberintos crípticos como ‘Suspect zero’ (2004).

De 'Seven' a 'Saw'

En realidad el aspecto de Riddle, inspirado en el atuendo de asesinos como el de la película ‘The Black Panther’ (1977) es una especie de versión del asesino del zodíaco, lo que conecta con el cine de David Fincher, tanto del juego de adivinanzas propio deZodiac’ (2007) como el ambiente, tono y diseño de producción girando en torno a ‘Seven’ (1995) a la que hasta la relación con el comisario Gordon parece rendir homenaje. Y aunque este asesino también trata de poner de relevancia un gran pecado en su misión, Enigma tiene más que ver con Jigsaw.

La forma en la que el personaje de Dano pone contra las cuerdas a sus víctimas es una simplificación de las trampas de ‘Saw’ (2004), que ya era una especie de exploitation de ‘Seven’, pero lo interesante es cómo la película también se impregna de esa estética ruda de los asesinos del torture porn de los 2000, retransmitiendo sus asesinatos en vídeo, una interacción multimedia constante con rasgos de ’El fotógrafo del pánico’ (1960), pero bajo el filtro de ‘The Poughkeepsie Tapes’ (2007).

Nomorelies

Una persecución inabarcable, con filia por los grandes thrillers rabiosos coreanos como ‘The Chaser’ (2008) o ‘I Saw the Devil’ (2010), pero que cambia la sangre por un manejo escrupuloso de los sonidos, los gritos y otros trucos para retorcer la sensación inquietante sin recurrir a lo estrictamente gráfico. Fincher también deja huella en su propia ‘Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres’ (2011) con el detalle de Selina Kyle convertida en una investigadora por cuenta propia de la muerte de una amiga al estilo de Lisbeth Salander, e incluso Reeves se atreve a recuperar el legado de ‘El club de la lucha’ (Fight Club, 1999) en su tramo final.

Un Batmovil llamado Christine

‘The Batman’ incluye también algunos elementos del cine de John Carpenter, como esa banda pintada que podría callejear por la Nueva York de su Plissken, o sobre todo el detalle del Batmóvil rugiente, casi con vida propia, cuyas escenas dejan muy claro por qué está inspirado en ‘Christine’ (1983). Además, la película comienza en Halloween, tiene escenas propias de un film de Dark Castle como la del orfanato abandonado lleno de figuras que pasan y yonquis refugiados como alimañas. Pero, además de dibujar una Gotham lúgubre, Robert Pattinson encarna a un Bruce Wayne que define la esencia del origen de lo gótico.

Christine

Es un aristócrata atormentado, desubicado y consumido por la decadencia de clase asociada, y su morada es de otra época, recargada con arcos y ornamentos de vieja mansión decimonónica a lo Dragonwyck, incluso aparece con unas gafas como el Vincent Price atormentado de Ligeia, una de las más oscuras adaptaciones del ciclo de Poe. Por supuesto, la Batcueva está plagada de murciélagos dibujados casi como en un cómic de Frank Miller.

El germen de su rabia es un oscuro secreto que hace que por fin se entienda la esencia de su conflicto sin que se reduzca a un rico poniendo caras de sufrimiento. Pattinson dota de una humanidad inédita en otras versiones de personaje y su gravedad se transmite sin palabras. El hecho de que lleve la máscara casi un 90% del tiempo habla del personaje, de su necesidad de buscar un avatar para lavar una vergüenza que ni él mismo entiende.

Poe

Esto se traslada a la máxima "No es una llamada, es una advertencia". La resignificación de la Batseñal se presenta en una secuencia magistral en la que se presenta a Batman como una presencia en la oscuridad, una amenaza acechante aunque no se encuentre ahí, dándole por primera vez el aura de miedo real que tantas veces se ha verbalizado en otros filmes. Es un vigilante cuestionable, pero también un detective con el ángulo turbio de muchos antihéroes del género Raymond Chandler.

Cine gótico moderno: la decadencia de las élites

Y esa figura renqueante es especialmente relevante en estos días de política decadente, pero a diferencia de otras entregas, la corrupción no solo se subraya en boca de los personajes, es algo que cala dentro hasta en la figura menos esperada, poniendo en cuestión la idea del héroe filántropo por primera vez. teniendo en cuenta el legado manchado de las herencias y los héroes con la suerte de nacer en la alta alcurnia, casi como un complemento de ideas a la tragedia de ‘El hombre que ríe’ (1928) de ‘Joker’.

Además llega en un momento particularmente certero, teniendo en cuenta la visión de la policía tras los eventos de George Floyd, la espera en nevera por la pandemia ha curado el guion y ahora su ángulo escéptico frente a las fuerzas del orden resuena como nunca. Su visión absolutamente negra de las instituciones, clases altas y su falta de esperanza absoluta en las figuras de autoridad la convierte en una obra cínica hasta el tuétano, cuestionando las bases del cine de superhéroes desde dentro.

Batman2

Pocas películas de defensores de la justicia recientes han sabido reflejar la decepción de la ciudadanía, la disposición generacional de vivir sabiendo que todo está roto y que la única solución es escarbar en el desencanto es esta hasta encontrar un hilo de esperanza. Por eso, el armazón de cine de terror de ‘The Batman’ funciona como un lienzo perfecto para sus temas, conectando muy bien con la ambivalencia poética de ‘Déjame entrar’ (Let me in, 2010) de Reeves, su otra gran obra gótica, cuyos personajes principales están igual que condenados a encontrar el afecto entre un desolador horizonte de mentiras y desencanto.

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