Ridley Scott: 'El reino de los cielos', en nombre de Dios

Ridley Scott: 'El reino de los cielos', en nombre de Dios
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Ya comentábamos la pasada semana que los intereses de Ridley Scott tras rodar 'Black Hawk derribado' ('Black Hawk Down', 2001) se habían volcado en sacar adelante la recreación de la batalla de Tripoli que, a principios del siglo XIX, había enfrentado al ejército estadounidense con las fuerzas de los corsarios berberiscos del norte de África. La estrecha colaboración que durante la fase de pre-producción se llegaría a entablar entre el cineasta británico y el guionista William Monahan, sería el gérmen decisivo de lo que Scott rodaría toda vez vió que 'Tripoli' era una empresa imposible.

Apasionado de la época de las Cruzadas, Monahan ya había escrito un borrador bastante extenso de lo que terminaría convirtiéndose en 'El reino de los cielos' ('Kingdom of Heaven', 2005) cuando Scott le preguntó que posibilidad habría de levantar un proyecto alrededor de los conflictos que se sucedieron en tierra santa durante el medievo. Una pregunta ésta que encontró rápida respuesta por parte del guionista y que se tradujo en un proyecto que, después de un arduo rodaje en tierras marroquíes y españolas, llegó a las pantallas tan mutilado que hablar de la versión estrenada en cines es hacerle flaco favor a Ridley Scott.

Es por éste motivo que todo aquello que vamos a desgranar a partir de aquí acerca de la cinta se fundamenta en el montaje que el director editó en DVD en diciembre de 2005: con 45 minutos más de metraje, y considerado por muchas voces como el mejor ejemplo de versión extendida de cuántas hemos podido hasta la fecha, no es ninguna exageración considerar al "Director's Cut" de 'El reino de los cielos' como un filme completamente diferente al que teníamos la oportunidad de ver en las salas comerciales hace ahora nueve años.

Un "Director's Cut" plenamente justificado

El reino de los cielos 1

Y ello se debe, sobre todo, a lo mucho que esos minutos añadidos trabajan en aras de una mejor definición de los personajes, dotando a nombres como los de Guy de Lusignan, Reynaldo de Châtillon, Sybilla o el hijo de ésta con el primero, de un trasfondo bastante más amplio que el escueto talante que ostentaban en el montaje comercial, ampliándose al tiempo también la definición de ese personaje central que es Balian, un hombre cuyas motivaciones y anhelos llegan a ser compartidos de forma más íntima por parte del espectador en la edición extendida.

De hecho, tanta es la mejoría del filme con respecto a su figura central, que todo aquello que compete a la actuación de Orlando Bloom adquiere unos matices renovados que lo alejan de lo anodino e inane que veíamos en la "versión original" de la cinta para acercarlo a un carisma que siempre se ha mostrado esquivo con el Legolas de la trilogía del 'El señor de los anillos': presentado en boca de terceros, la rápida identificación con la tragedia vivida por Balian cobra ahora mayores resonancias y su viaje a Tierra Santa se percibe mucho más cercano y, por supuesto, justificado.

Otro tanto puede afirmarse, como decía arriba, de los personajes interpretados por Marton Csokas, Brendan Gleeson y Eva Green: mientras que la fémina de la cinta deja de lado en virtud de ciertas secuencias su carácter más o menos decorativo, los dos primeros entroncan a la perfección con ese tipo de villano sumamente teatral y exagerado que tanto gusta a Scott —recordemos al Cómodo de 'Gladiator' (id, 2000)— y sus acciones y aspiraciones encuentran un sustrato definido de forma precisa, por más que responda a parámetros que campan a sus anchas en terrenos más que arquetípicos.

La búsqueda de la belleza

El reino de los cielos 2

Ahora bien, más allá de lo que atañe a la mejor definición de los personajes —y no he hablado del de Liam Neeson, que también gana muchos enteros—, y de todo aquello que, en términos de mayor exposición de las secuencias de batallas podemos encontrar en los 189 minutos de metraje de la edición extendida, lo que se puede percibir de cualquiera de los dos filmes es la muy clara voluntad de Ridley Scott por seguir ahondando en la constante búsqueda de esa belleza plástica esculpida con la luz, las sombras y el color que encontramos en la trayectoria del cineasta desde su primer filme.

Muchos y muy variados ejemplos hay en 'El reino de los cielos' que podrían servir para caracterizar a esta cinta de aventuras, y la gran mayoría de ellos se los debemos a la espléndida y contrastada fotografía de John Mathieson: habiendo colaborado con Scott en tres de los cuatro filmes inmediatamente precedesores del que hoy nos ocupa, el trabajo de Mathieson va encaminado a ligar las tonalidades de la cinta al personaje de Balian y su estado de ánimo, azul y gélido al comienzo de la acción, y rico en cálidos matices y tonos térreos toda vez éste arriba a los desiertos que rodean a Jerusalén.

Hay también belleza, aunque más visceral y teñida de rojo, en la forma en la que Scott visualiza los diversos combates que trufan la cinta —menos de los esperables; no estamos ante una nueva 'Gladiator'—, ya sea en esa carga contra la caravana árabe visualizada a ralentí que permite a Scott recrearse en lo salvaje de sus villanos, como en la media hora larga que se dedica al asedio de la monumental —y ficticia— Jerusalén por parte de las fuerzas sarracenas de Saladino, momento éste que, a mi modesto entender, habría necesitado de un montaje algo menos errático en ciertos instantes.

'El reino de los cielos', la historia según Scott

El reino de los cielos 3

Lejos de ser un filme perfecto y aunque se quede cerca de haber conseguido formar terna con las dos obras maestras incontestables de Ridley Scott, si hay algo que llama la atención más allá de sus inexplicables licencias —la gran mayoría de ellas relacionadas con los vastos conocimientos militares de Balian— es la voluntad del director de apartarse de las lecturas maniqueistas propias del cine de aventuras épico de corte clásico, unas lecturas en las que habría sido muy fácil caer dado el momento histórico en el que se rueda la cinta pero que Scott y Monahan sortean con resolución y habilidad.

Tanto es así, que con la Segunda Guerra del Golfo en pleno desarrollo, haber utilizado el filme como panfleto militarista pro-estadounidense —algo a lo que, recordemos, el cineasta no era ajeno— era un riesgo que realizador y escritor evitan planteando ciertas lecturas que, de hecho, van en sentido opuesto a la política militarista y de intereses ocultos que llevó a esa autoproclamada policía del mundo que es Estados Unidos a derrocar el régimen de Saddam Hussein.

El reino de los cielos 4

No exenta de una mirada crítica hacia el papel de la religión —atención a como se dibuja al personaje del Obispo de Jerusalén—, lo que sorprende del mensaje de 'El reino de los cielos' es la postura conciliadora para con unos musulmanes que, como digo, en aquél momento era vistos con recelo en medio mundo en virtud del 11-S, planteando la cinta una potente reflexión acerca de la tolerancia muy de agradecer ante el enervante clima de crispación que llegaba del otro lado del charco.

Quedará lejos de ser perfecta, pero 'El reino de los cielos' es un gran ejemplo del cine de un director que inquieto, siempre ha buscado hacer posible el maridaje entre arte y entretenimiento y que, consiguiéndolo en ocasiones, volverá a dar un giro radical a su trayectoria con su siguiente filme, sorprendiendo de nuevo a aquellos que llevamos toda nuestra vida de cinéfilo pendientes de lo que tenga a bien ofrecernos.

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