'Whiplash', perfección y obsesión

'Whiplash', perfección y obsesión

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'Whiplash', perfección y obsesión

Su victoria en el Festival de Sundance de 2014 puso a 'Whiplash' en el horizonte de muchos cinéfilos y desde entonces se ha cansado de recibir premios y alabanzas, por lo que seguro que no era el único que estaba deseando verla. Finalmente llegó a los cines españoles el pasado 16 de enero, pero se quedó muy lejos de conseguir ser un éxito, ya que ni siquiera logró colarse en el Top 10 de la taquilla durante su primer fin de semana de exhibición.

Son varios los factores que explican el fracaso en España de 'Whiplash', ya que personalmente me niego a achacarlo todo a la piratería cuando su efecto apenas se ha dejado notar en otros títulos. Sin embargo, lo realmente preocupante es que el público de nuestro país haya dejado pasar de largo a una cinta que sin duda acabará figurando entre mis películas favoritas estrenadas en 2015 por mucho que aún apenas llevemos unas semanas de año.

'Whiplash', sangre, sudor y lágrimas

J.K. Simmons en

Las historias de superación personal siempre me han dado bastante pereza, ya que, por regla general, todas pueden resumirse en que hay alguien con talento que podría llegar a lo más alto, pero la aparición de diversas dificultades nos hace dudar de ello hasta que finalmente acaba consiguiendo su objetivo. Las desviaciones de esa fórmula suelen ser mínimas y lo peor de todo es que la mayor parte de películas que las siguen optan por priorizar el qué están contando sobre todo lo demás. Por suerte para nosotros, 'Whiplash' se centra en el cómo y esa es la base que le permite sobresalir sobre otros títulos que en el fondo vienen a contarnos lo mismo.

Sospecho que Damien Chazelle era consciente de que la historia que quería contarnos necesitaba ese plus de intensidad que su protagonista también ha de conseguir para alcanzar la perfección en la batería. De hecho, lo que menos le interesa es emitir juicios morales sobre los métodos de enseñanza del personaje interpretado de forma magistral por J.K. Simmons, pues, como bien comentaba mi compañera Lucía, todo está enfocado a la pasión obsesiva que muestra un magnífico Miles Teller por alcanzar su objetivo.

Miles Teller en

El propio Chazelle deja claro su objetivo al ir incrementando la tensión que sobrevuela en todo momento por la película hasta que explota cuando el protagonista está a punto de perder su vida como resultado de estar dispuesto a sacrificarlo todo por alcanzar la perfección. Es por ello que el dúo formado por Simmons y Teller funciona tan maravillosamente bien, resultándome un poco injusto que sea el primero quien se esté llevando toda la gloria.

La cuestión es que el trabajo de Teller se basa en la contención y en estar a la altura de las exigencias de su profesor, lo que permite un mayor lucimiento directo por la tiranía que Simmons puede exhibir siempre que resulte necesario. No obstante, Teller consigue darle réplica sin desentonar en ningún momento cuando corría el riesgo de que se lo comieran vivo y además sabe evolucionar con el personaje para ir mostrando los diferentes estados emocionales por los que va pasando Andrew que el guión del propio Chazelle sabe ir dosificando con indiscutible eficacia.

De hecho, la única pega real que podría ponerle al guión de Chazelle es que hay momentos en los que se nota demasiado que el resto de personajes están completamente supeditados a las necesidades de Andrew, lo cual da pie a escenas interesantes para mostrar su evolución, pero que también remarcan lo desdibujados que están personajes como el de su padre o su novia.

Frenesí musical

No me gustaría que esto sonara a hacer de menos al resto de virtudes de 'Whiplash', pero lo mejor de la película con mucha diferencia es el trabajo de montaje de Tom Cross, pues es a través del mismo cuando se consigue del todo transmitir esa urgencia por la perfección y también dejarnos sin aliento durante su tramo final. Me consta que hay espectadores a los que esos minutos se les han hecho un poco largos, pero por mi parte fue cuando terminé de darme cuenta de lo estupenda película que es 'Whiplash'.

Chazelle y Cross ya habían sabido jugar hasta entonces para conseguir dejar exhausto al espectador -certera composición de planos y manejo de la cámara por parte del primero y envidiable el ritmo que Cross consigue imprimir-, transmitir las emociones de Andrew y Fletcher -¿hay alguien que no quedara encantado con la escena en la que el cabreo del segundo surge de la nada y llega hasta límites terroríficos cuando el primero no consigue dar con el tempo adecuado?- y mostrarnos el alto precio en sangre, sudor y lágrimas que supone querer alcanzar la perfección.

Por mi parte, no sé hasta qué punto será un retrato completamente fiel de lo que supone ser músico -el detalle de la sangre es muy efectivo, pero no tengo muy claro hasta qué punto es creíble-, pero 'Whiplash' consiguió hechizarme y que todo lo que sucedía en pantalla me transmitiera la sensación de ser real. Imagino que la experiencia en la vida real de Chazelle con un profesor de música muy exigente ha sido clave para conseguirlo y sólo espero y deseo que consiga mantener un nivel similar cuando toque un tema menos autobiográfico, pues son muchos los autores que brillan con una obra de estas características y luego jamás logran volver a alcanzar dicho nivel

Escena de

En definitiva, 'Whiplash' es una gran película con un dúo de actores en estado de gracia, un trabajo de montaje sensacional y un director que sabe exactamente qué teclas tocar y cómo hacerlo para atraparnos con un relato que a grandes rasgos no es muy diferente a lo que hemos visto en infinidad de ocasiones. Un triunfo del cómo por encima del qué para una película que quizá no consiga la perfección a la que aspira su protagonista, pero no seré yo quien me centre en poner pegas a esta pequeña maravilla que no deberíais dejar pasar de largo.

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