Battlestar Galactica se va con estilo

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Con estilo. Así quería Adama despedir a su “vieja chica”, la nave Galáctica, y así se ha despedido la serie, ofreciendo a los personajes el cierre del círculo, el final de sus historias, la posibilidad de redención, de alcanzar la última estación del viaje. Desde luego, como dicen los taurinos, ha habido gran división del respetable y el último capítulo se ha recibido con pitos y palmas entre quienes creen que se han dejado muchas cosas en el aire y quienes piensan que así es satisfactorio. Que, como dice Kara, “he terminado mi viaje, y está bien”.

Los personajes siempre han sido la fuerza que movía la serie. Ron Moore ha admitido en más de una ocasión que han ido inventándose la trama sobre la marcha, sin perder nunca de vista a sus personajes, y que luego han intentado que todo estuviera más o menos bien hilado, y la táctica no les ha salido mal. Ésa es la manera que él cree que es mejor para el desarrollo de una serie, dejando que vaya fluyendo y evolucionando. Se han metido en algunos callejones sin salida, como el de Daniel, pero en general les ha salido bien. Han conseguido crear unos personajes muy humanos, complejos, han recuperado el concepto de la ciencia ficción clásica, que se sirve de sus escenarios “futuristas” para hablar sobre el mundo contemporáneo, y se han atrevido a ir a lugares muy poco visitados en la ficción estadounidense actual.

La verdad es que resumir todo lo que ocurre en las dos partes de Daybreak no vale para mucho, porque es demasiado. Ha habido acción en el estilo de las mejores películas bélicas (como Galáctica hacía en la primera temporada), ha habido despedidas de personajes en las que era imposible no derramar una lágrima (la de Roslin, la de Kara a Sam, el diálogo final entre Starbuck y Adama), ha habido sus momentos filosóficos y espirituales, un terreno en el que la serie se adentró con mucha decisión desde la mitad de la segunda temporada. Algunas cuestiones no se han respondido explicítamente, dejándose intencionadamente en el aire. ¿Qué son las visiones de Seis y Baltar? Algo parecido a ángeles, enviados de Dios. ¿Y Kara? Algo similar (Baltar lo dice explícitamente cuando desvela ante toda la Flota que murió y resucitó). Pero el toque de que la Tierra que encuentran sea prehistórica es un acierto.

¿Conseguiremos romper el ciclo de violencia y destrucción? Está en nuestra mano. Sorprendentemente, teniendo en cuenta el historial de tramas oscuras y deprimentes de la serie, el final es bastante esperanzador. Une a la Flota Colonial a nosotros y deja claro que la Tierra siempre fue un sueño, una metáfora, la posibilidad de empezar de cero y de conseguir que todo eso que ha pasado antes no vuelva a ocurrir más. Supongo que el largo epílogo final tan de El Señor de los Anillos quizás sea uno de los objetos de mayor controversia, pero tampoco voy a quejarme. Voy a parafrasear de nuevo a Starbuck con eso de que hemos llegado al final y se siente bien. So say we all.

En ¡Vaya Tele! | Battlestar Galactica prepara su adiós

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