'The Leftovers' cierra su primera temporada con un final apocalíptico

'The Leftovers' cierra su primera temporada con un final apocalíptico

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'The Leftovers' cierra su primera temporada con un final apocalíptico


"Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido;
se había perdido, y es hallado."

"La parábola del hijo pródigo" Lucas, 15:11-32

En el drama con tintes sobrenaturales de HBO, 'The Leftovers', abundan las referencias religiosas; desde la apocalíptica cabecera, con esos cuerpos elevándose hacia el cielo (no en vano, la serie es una adaptación de La Ascensión, de Tom Perrotta) hasta las citas bíblicas en boca del Padre Jamison (Christopher Eccleston) o la parábola que da título a esta vibrante finale, El retorno del hijo pródigo. Hay quien le echa la culpa de todo a Dios. Pero también quien piensa que todo es una conspiración de la industria farmacéutica.

"Tommy" (Chris Zylka), pensamos cuando supimos cómo se titularía este capítulo que ha puesto el broche de oro a una ya de por sí convincente temporada. Pero Tommy no es el único hijo descarriado: esta es una historia de familias. Familias no desestructuradas, sino desintegradas, completamente rotas por los inexplicables acontecimientos del fatídico 14 de octubre de 2011, cuando 140 millones de personas desaparecieron súbitamente (la partida repentina, la llaman) y de forma simultánea.

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Sigue siendo un drama, pese a los misterios

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En este escenario Damon Lindelof ha contribuido con algún ejercicio lostiano -los capítulos dedicados a Matt y Nora (sublime Carrie Coon) han brillado con luz propia y nos han permitido bucear en la psique de los personajes- pero siempre intentando ser fiel a la novela de Perrotta, responsable junto a Lindelof del guión. Al contrario que en 'Perdidos', los misterios no se han usado como método de tortura. Se han dosificado, se ha dado respuesta a algunos y seguramente en la segunda temporada sabremos mucho más de los que han quedado en el aire (el ciervo, ¿estaba Nora destinada a encontrar el bebé? ¿Cuántos más hay? ¿Wayne (Paterson Joseph) era un fraude?).

La fuerza narrativa del relato se apoya con frecuencia en las imágenes, formando un todo con la excelente banda sonora (con la especial contribución de Max Richter), cuyas melodías en ocasiones transmiten casi con más intensidad que las palabras las sensaciones que provoca esta serie en el espectador: la tristeza, el desasosiego, la inquietud ante lo desconocido, ante algo que escapa a toda explicación. Ni sabemos lo que pasó el 14 de octubre, ni lo sabremos.

Sin embargo, hemos entendido en profundidad cómo funciona esta nueva sociedad, quiénes la componen y, como en otras ficciones basadas en un gran amenaza para la raza humana, cómo evolucionan (o involucionan) los hombres cuando se trastocan las leyes del universo. Porque 'The Leftovers' se centra más en la naturaleza humana, que en lo sobrenatural.

¿Cómo un reverendo y un jefe de policía acaban enterrando un cuerpo en el bosque? ¿Cómo alguien consiente ser lapidada en pos de una causa? ¿O abandonar a su familia? Porque lo que ocurrió lo cambia todo. Y no sólo a la gente, también el mundo en el que viven, en cada aspecto: se habla un de un trastorno de delirio post-partida en la comunidad médica; nuevos negocios han surgido para adaptarse a las nuevas demandas, como las figuras de Loved Ones. Incluso la administración se ha tenido que adaptar creando un Departamento de la Partida Repentina. Si nuestra existencia era un misterio, ahora todo es más confuso que antes.

Una temporada in crescendo

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La historia se ha ido hilvanando y deshilvanando para llegar hasta los orígenes con El mejor momento de los Garvey, y uno de los mejores de esta primera entrega, cuando tuvimos la oportunidad de descubrir cómo era todo antes; qué sentían, qué pensaban, cómo sonaba su voz, cómo reían, dónde estaban en el momento de la partida o a quién perdieron. Entendimos, por fin, los motivos de Laurie (Amy Brenneman) y llegamos al punto de partida de su drama particular: no es de extrañar que casi perdiera la cordura al ver un cómo un feto desaparecía de su vientre en un pestañeo. O los de Kevin (Justin Theroux), que desarrolló un terrible sentimiento de culpa por creer que invocó al universo para que su familia desapareciera. Como pudimos ver en este capítulo-flashback, la felicidad se esfumó tan rápido como los cuerpos. Ahora, en el presente, personajes como Nora o Kevin sienten que se están rompiendo por dentro. Y no hay arreglo posible.

Porque es imposible seguir adelante cuando los miembros de una secta te acosan para que nunca olvides. El continuo enfrentamiento entre unos y otros ha culminado en una auténtica batalla campal. Los Culpables Remanentes prácticamente se han inmolado, dejándose matar por los vecinos de Mapleton a los que, una vez más, han hecho recordar ("we are living reminders"). La macabra resolución de su plan, trazado minuciosa y silenciosamente ha despertado la ira de todos. Era la última chispa que Mappleton necesitaba para arder.

Lo hemos visto capítulo a capítulo: cómo estudiaban los expedientes, robaban las fotos de los desaparecidos y elegían cuidadosamente la ropa para vestir a esos perturbadores muñecos (¿no os han recordado a esa otra fantasía distópica en I'll be right back de 'Black Mirror') y hacerles "revivir" en el momento de la partida para el horror de sus seres queridos -conmovedora y trágica la escena de Nora-, que los encuentran allá donde sólo dejaron aire y las huellas de su presencia antes de desvanecerse, tres años atrás.

Un poco de ¿esperanza?

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Nora y Kevin han resultado el uno para el otro. Dos personajes a la deriva, unidos por la necesidad de volver a sentirse bien. Los dos han sufrido las dos caras del drama, los dos vieron como el 14 de octubre cambió sus vidas y han entendido que nunca volverán a ser los de antes. Nora se había quedado atrapada: las habitaciones de sus hijos, intactas; los mismos cereales en el armario, aunque no haya niños que se los coman. Ni podía seguir triste toda su vida ni tampoco avanzar. La partida repentina les negó la posibilidad de un duelo y de una despedida y les sumió en una especie de limbo mental.

Ahora están ante una nueva versión de sí mismos. Kevin ha mantenido la cordura (pese a sus "ausencias" y Nora ha recuperado la ilusión. Y el retorno del perro pródigo les ha dado la razón: si los perros pueden volver a ser domesticados y curado su trauma, tal vez también haya una esperanza para ellos. La evolución que han experimentado a lo largo de diez capítulos -demostrándonos, además, que eran muchísimo más interesantes de lo que parecía a priori- parece indicar que sí.

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Queda mucho por ver y vivir: ¿cómo volverán los habitantes de Mapleton a su vida normal? ¿Cuáles serán las consecuencias de esta guerra civil entre vecinos? ¿Será éste un punto de inflexión insalvable? ¿Y el fin de la secta de los Culpables Remanentes o surgirán nuevos cultos, nuevos charlatanes, nuevos hombres-milagro? ¿Veremos cómo se vive la partida repentina en otros lugares del mundo? Porque, como pudimos saber fugazmente con la visita de Nora a Manhattan, hasta el mismísimo Papa se encuentra entre los desaparecidos. Seguiremos, probablemente, atrapados en el 14 de octubre de 2011. Si algo nos ha demostrado la historia hasta ahora es que no se puede escapar de lo que pasó aquel día.

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