Uno quiere ilusionarse, pensar que hay brotes verdes entre los datos de taquilla y que el público está listo para que vuelvan otro tipo de películas a las carteleras de manera habitual. Más allá de los blockbusters, pero con ambiciones comerciales, realizadas además con una factura de artesano inequívoca que sabe sacar lo mejor del género y la historia que aborda. Películas como 'Le Mans ‘66' ('Ford v Ferrari').
Calentando motores
Matt Damon y Christian Bale lideran esta sensacional película de carreras dirigida por el habitualmente eficiente James Mangold. Nominada a cuatro Premios Oscars y ganando merecidamente dos (montaje y montaje de sonido), siendo un gran ejemplo de cine adulto de toda la vida realizado de manera ejemplar. Hoy se puede ver en televisión en abierto a través de La 1 de Televisión Española a partir de las 22:45 (y a cualquier hora en streaming a través de Disney+).
En ella la compañía automovilística Ford quiere revertir su irrelevancia en el mercado, y uno de los ejecutivos sugiere competir y ganar en las 24 horas de Le Mans, la carrera de coches más apasionante del mundo. Después de que Ferrari les rechace para colaborar, deciden montar su propio equipo de competición dirigido por Carroll Shelby (Damon) y el inestable pero genial piloto Ken Miles (Bale).
La película presenta todos los elementos esperables de una película deportiva, con la necesidad de competición, la tensión entre directivos y los deportistas, la familia que apoya al héroe, los entrenamientos cargados de dudas hasta que llega la climática carrera final. Cualquier otro intentaría esquivar estas claves para no parece tipicorra, pero Mangold las abraza y les da poso dramático, además de ligereza en el tono para hacer el desarrollo más entretenido.
Está tan bien medida que hasta te puede convencer de que Bale está interpretando a una persona real, en lugar de estar flexionando sus músculos de actor de método. Su sociedad con Damon crea una perfecta pareja que también resulta tremendamente clásica, con una camaradería que resulta esencial para darle emoción y también matices adultos a la producción.
Es una película perfectamente disfrutable en su ejecución más superficial, con un reparto bien sincronizado y unas secuencias de carreras realizadas de maravilla (y hasta ahí resulta muy clásica, con diferentes recursos para contarte todo el rato qué está sucediendo y en qué etapa se encuentran).
También se puede apreciar como metáfora del proceso artístico, con el conflicto entre un equipo técnico y creativo que sabe lo que hace y los ejecutivos que quieren mandar y preocuparse por la marca, pero no es imprescindible para reconocer que aquí hay una notable película.
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