O lo que es lo mismo, catorce temporadas durante siete años, dos mil litros de sangre falsa, más de veinte mil horas de trabajo, seiscientos especialistas en mil seiscientas escenas de exteriores, treinta cameos. Cifras frías para explicar el éxito de una serie que ha sido líder en su franja horaria desde el año 2000.
Decorados planos y simples, tramas que recuerdan al típico serial, personajes que permiten la identificación del espectador porque recorren todo el espectro social, historias verosímiles, un drama polivalente vehiculado en el ambiente hospitalario. Podríamos decir que nada de esto es nuevo, pero en España no se ha hecho mejor hasta ahora.
En el capítulo 200 acudirán a la boda de Javier y Mónica un buen montón de los personajes que han marcado la serie durante estos siete años: Cruz (Alicia Borrachero), Santiago (Sergi Mateu), Elisa (María Casal) o Roberto (Marco de Paula). El título del capítulo, "Cosas que olvidamos contar", remite a todo lo sucedido con los personajes más allá de la pantalla.
Posibles éxitos de la serie son la estructura, que permite seguir las tramas autoconclusivas de los capítulos individuales y que, por otro lado, ofrece tramas transversales que fidelizan audiencia. Y algo no usual en los formatos que se emiten en prime time: las continuas referencias a la solidaridad que han trascendido a la propia serie y que se han puesto de manifiesto en los episodios en los que los personajes colaboraban con ONG, en la campaña "12 meses, 12 causas" o en las tramas en las que se difundía la necesidad de donar sangre o médula ósea.
Un éxito indiscutible de la ficción nacional que pone en tela de juicio la afirmación de que la ficción española está en crisis. Hospital Central ha demostrado que es posible crear un producto que conecte con la audiencia y que se mantenga haciendo máximos. Cuestión diferente es si la serie gusta o no a los seguidores de la ficción americana. Pero es que tiene que haber tele para todos los gustos.
Vía | Fórmula TV
