'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal', efectivamente, no era la segunda venida de Cristo

'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal', efectivamente, no era la segunda venida de Cristo
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Ya anunció George Lucas: "La gente cree que está ante la segunda venida de Cristo, pero no lo es. Se trata sólo de una película". Cuánto dinero habría dejado de ganar, señor Lucas, si la gente de verdad le hubiera tomado en serio. Porque la mejor parte de su frase es el final: 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' es sólo una película. Con todo lo que eso conlleva.

Vayamos al grano. Esta película, la más esperada de la última década, es con mucha diferencia la peor de las 4 que protagoniza el héroe del látigo y el sombrero. Por lo visto, en 2004 el propio Lucas rechazó un guión del gran Frank Darabont (responsable de 'Cadena Perpetua' o 'The Majestic') en favor de encargar luego, con prisas e impaciencia, ese trabajo al habitual de Steven Spielberg, David Koepp. No entiendo qué fallos, defectos o limitaciones pudieron encontrar en el de Darabont, para que les pareciera mejor solución la historia que hoy nos ocupa.

Confieso que, como experiencia previa al visionado de este film, esta semana he repasado la trilogía completa como método de precalentamiento, y verme capacitado para hacer una comparación analítica a la hora de emitir juicios de esta cuarta entrega respecto a las otras tres. A todas luces, esto ha condicionado mi perspectiva, hasta el punto de considerar que 'El Reino de la Calavera de Cristal' no es más que un espectáculo lleno de acción, frenetismo y efectos especiales que nada aporta a la saga, y que está realizada sin alma en un tono tan preocupante como revelador.

Comienza la película con una escena absurda que pretende rememorar, seguramente, las carreras de coches de 'American Graffiti' para mayor honra de George Lucas. Y no será la primera referencia que tengamos a la filmografía de Spielberg o Lucas, pues estamos ante una cinta tan referencial, que pone en evidencia la alarmante falta de inspiración de los dos cineastas. A esto le sigue una presentación muy convencional de los personajes, tanto del propio Indy, como de su amigo Mac (Ray Winstone), la villana rusa Irina Spalskov (Cate Blanchett) y la puesta en escena no se anda con tonterías. Los rusos usan a Indy para buscar una tumba y él se resiste, claro, por medio de ingeniosas luchas y escapadas al puro estilo de títulos anteriores.

Tras una sucesión de escenas que parecen servir sólo para hacer gala del aspecto visual, se muestra el verdadero argumento: la búsqueda de una calavera de cristal que parece encerrar el secreto de una ciudad perdida en Sudamérica, por medio del profesor Oxley (John Hurt), que se ha vuelto loco intentando desentrañar las claves del misterio. Todo ello perseguido por el ejército de incansables rusos, liderados por la fría Irina, y acompañado por un joven conocido de Oxley, Mutt Williams (encarnado por el emergente Shia LaBeouf).

La primera mitad promete bastante, a pesar de unos fallos de guión y una colección rebosante de clichés que en ningún caso pasan por alto. Al espectador se le pone por delante una película de entretenimiento que no pretende mucho más, pero que parece satisfacer al seguidor clásico de Indy, que ha de asimilar que no está ante 'La Última Cruzada', pero al menos se encuentra ante un título muy estimable y divertido. En este sentido, la irrupción de Marion (la aún hoy bella Karen Allen) contribuye muchísimo a la intención de recuperar la esencia aventuras + enredos que tan buen resultado dio anteriormente, para que el humor sea casi omnipresente. Por tanto, varios momentos puntuales de la película logran hacer reír, divierten y abruman por su espectacularidad.

De repente, una secuencia que no voy a desvelar, y de la que sólo diré que recuerda indefectiblemente al personaje de Tarzán, sirve de punto de inflexión para que nos percatemos de a partir de qué momento la película se convierte en uno de los mayores bluffs de los últimos años. Ya antes de eso teníamos que soportar pacientemente los fallos de guión mencionados, un desarrollo previsible, una serie de circunstancias que en ningún momento se explican, y esto se acentúa hasta resultar un circo en el que todo vale, llenísimo de efectos generados por ordenador, y que atenta claramente contra la inteligencia del espectador.

Indiana Jones

El ocasional buen trabajo de los actores, sobretodo en cuanto a la obvia química entre Harrison Ford y Karen Allen, se ve eclipsada ante tamaña gama de incansables escenas puramente de acción, y los planos están más enfocados a ofrecer un buen montaje que a otorgar primeros planos a los protagonistas. John Williams no se reinventa absolutamente nada en cuanto a su perpetua banda sonora, que inunda todas las escenas que puede esperarse, y hasta molesta en ocasiones con su ánimo de autoplagio y su carácter rimbombante. El director de fotografía Jamusz Kaminski, que sustituye al mítico Douglas Slocombe, hace lo que puede al principio, pero cuando el ordenador le aparta a un lado, ya no hay nada que pueda ser de su competencia.

Hablemos ahora de la evolución del argumento, si es que la hubiera. ¿Se imaginan a Indiana Jones preso de una movida extraterrestre que está más cercana a 'Expediente X' que al concepto de la trilogía? Pues eso es lo que nos encontramos. De hecho, se tratan temas más interesantes para el periodista Iker Jiménez que para el gran público. Siendo Spielberg un gran admirador de las aventuras de Tintín, ese héroe del cómic belga que él mismo adaptará al cine el año que viene, se hacen evidentes muchos detalles procedentes del libro 'Vuelo 714 para Sidney'. Calcados, vamos.

Como ya he dicho, decepciona lo mucho que recurren Spielberg y Lucas al cine de antaño, en concreto a (y sólo son ejemplos), 'El Ataque de los Clones', 'El Retorno del Jedi', 'ET', 'Encuentros en la Tercera Fase', y otras títulos externos a los dos directores, como son 'Aladdin', de Ron Clements y John Musker, 'Señales', de M. Night Shyamalan, 'Stargate', de Roland Emmerich, 'Tras el Corazón Verde', de Robert Zemeckis y sobretodo (ojo a esto), 'El Retorno de la Momia', esa efectista pero infumable secuela de Stephen Sommers. No exagero si digo que me acordé en concreto de este último título decenas de veces, en la medida en que los efectos especiales y la enorme solvencia del manejo del aspecto visual tapa constantemente gazapos y descaradas limitaciones del guión y de la historia en sí. Ya puestos, es necesario afirmar que en torno a la segunda mitad, el guión de David Koepp es inexistente.

'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' juega con el intento de hacer retornar a la infancia/adolescencia/juventud a los espectadores que han acudido, acuden y acudirán en masa para ver al héroe resucitado tras casi 20 años. Pero una cosa es eso y otra muy diferente es ganar dinero, tomando el pelo sin contemplaciones al público, que espera un retorno que sólo se hace presente "a ráfagas". La película se torna en un parque de atracciones en el que la inteligencia está cada vez más reñida con el argumento, de forma que, entre atracción y atracción, se mete con calzador parafernalia histórica de dudoso rigor.

Antes Indiana Jones era culto y sagaz, sabía a lo que se enfrentaba, y su físico no le ayudaba más que su ingenio e astucia. En esta película se mueve todo el tiempo al compás del profesor Oxley, que en medio de su locura, su personaje se hace tan trivial que recuerda al guía de una aventura gráfica o al tutorial del videojuego 'Age of Empires II'. Los supuestos giros que impregnaban los componentes de la trilogía aquí se hacen hasta risibles, con trampas de guión y sorpresas de serie-B. Los diálogos son de pacotilla en la inmensa mayoría de ocasiones, aunque hay que reconocer que las escenas del reencuentro de Indy y Marion son desternillantes.

Eso sí, Harrison Ford está en una gran forma, y da gusto verlo en su salsa después de observar como deambulea lamentablemente en títulos como 'Hollywood: Departamento de Homicidios' o 'Firewall'. Indiana Jones le rejuvenece, es una de las mejores simbiosis que pueden verse actualmente en el cine. Indiana Jones es Harrison Ford y nadie más, y eso, afortunadamente, se deja bastante claro durante la película, a pesar de los pesares.

SPOILERS

Sólo por la gran cantidad de detalles no explicados en ningún momento, injertados sin piedad para mayor espectacularidad del asunto, lastran suficientemente las virtudes de la película. No entiendo de dónde sale el niño del cementerio (que muere con su propia cerbatana al puro estilo de 'El Secreto de la Pirámide'), ni esa tribu que se supone lleva eones esperando a que alguien pase, como si fueran extras desertores de 'Apocalypto', de Mel Gibson. El rollo ruso, que insinúa un tono propio de la Guerra Fría, más cerca de 'Invasion USA', ese panfleto protagonizado por el ínclito Chuck Norris, que otra cosa. Por no hablar de los persistentes diálogos en ruso, sin subtitular. ¿Aprenda ruso con 1000 palabras?

A la altura de la escena de las hormigas gigantes (pura influencia de 'Cuando ruge la marabunta'), es imposible no pensar en la inherente tendencia palomitera del film, que a partir de ese momento no deja respiro alguno. La última media hora, por hacer honor a la trayectoria reciente de Spielberg, es un completo y absoluto desastre, con ovnis que entran en escena porque sí, y una boda tan risible que durante el visionado de la película, no paraba de pensar (pobre de mí): "Bah, será un sueño. No pueden terminarla así. No pueden." Por cierto, ¿qué hacen para mantener la intriga de que realmente Mutt Williams es el hijo de Indy y Marion? Pues mantienen un nombre falso hasta que ven oportuno golpear al espectador con la noticia. Pues vaya proeza de guión.

Pero por supuesto, y como colofón, seguiré medianamente indignado hasta que un experto en la materia no me explique qué tiene una nevera fabricada en los 50 para salvar a nuestro héroe de una explosión nuclear, que permanece intacta ante la onda expansiva pero cuya puerta se abre tras darse varios golpes contra el suelo.

FIN SPOILERS

En definitiva, nada de encontrar en 'El Reino de la Calavera de Cristal' la gran mayoría de virtudes que hicieron de la trilogía de Indiana Jones uno de los productos más exitosos y estimulantes de la historia del cine. Estamos ante una película que parece poder jugarse con una consola XBOX 360 antes que verse como un espectador cinéfilo y nostálgico. No hay alma, apenas simpatía y una impresión constante de ser víctima de un truco de márketing que dará cientos y cientos de millones de dólares por construir un refrito incomprensible. Sí, como ocurrió en 'Piratas del Caribe 3: En el fin del Mundo'. Es el mejor antecedente que se me ocurre.

Lo dije al principio, lo digo ahora. Esta película es la peor de las cuatro con una diferencia tan grande que duele. Una inmensa oportunidad perdida para hacer realidad un proyecto trascendental en la historia del cine, que aprendiese de la experiencia y el tiempo transcurrido desde la última entrega de la saga de Indiana Jones. Lástima.

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