'El agente invisible': un espectacular y divertidísimo thriller de Netflix que merece ser disfrutado en salas de cine

'El agente invisible': un espectacular y divertidísimo thriller de Netflix que merece ser disfrutado en salas de cine

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La irrupción irreversible del streaming en nuestras vidas ha traído bajo el brazo, en última instancia, una de cal y otra de arena. Lo positivo de los nuevos hábitos de consumo implica el acceso a catálogos inmensos que, además de servir como altavoz a nuevos cineastas —que, en otras condiciones, tendrían muy complicado su acceso a la industria tradicional—, está permitiendo que se de luz verde a proyectos que, probablemente, jamás hubiesen llegado a nuestras retinas.

En la otra cara de la moneda, está la dolorosa pérdida de lo que muchos denominan "la experiencia cinematográfica". Algo que va mucho más allá del ritual colectivo de la proyección y que se traduce en ver largometrajes concebidos para ser disfrutados en cines perfectamente equipados en las habitaciones sin tratar y en las pantallas mejor o peor calibradas y de pocas pulgadas del más común de los mortales.

Este es, precisamente, el mayor enemigo de 'El agente invisible'. Porque lo nuevo de los hermanos Russo, que desembarcan como directores en Netflix después de poner patas arriba el universo Marvel con 'Vengadores: Infinity War' y 'Endgame', nos sirve en bandeja de plata un espectacular thriller de acción cargado de estrellas —y algún que otro tópico— cuya exhibición técnica y formal merece mucho más que un estreno limitado en salas durante una semana.

El tamaño importa

No es necesario ser un estudioso del género para percatarse de que 'El agente invisible' no inventa la rueda en cuanto a premisa y argumento se refiere. Y es que la adaptación de la novela de Mark Greaney, escrita a cuatro manos por Joe Russo y Christopher Markus, no deja de ser un compendio de ideas y conceptos vistos una y mil veces en cintas homólogas como las pertenecientes a las sagas de 'Bourne', '007' o 'Misión Imposible'.

Agencias que operan en la sombra, asesinos implacables, archivos encriptados que podrían poner en jaque a las instituciones de un país... La lista de lugares comunes no se queda corta y merma el potencial para impactar, pero están incorporados dentro de una narrativa tremendamente ágil que sacrifica su coherencia espacio-temporal para ofrecer una dosis gigantesca de diversión pura y sin cortar en clave internacional.

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No obstante, 'El agente invisible' esconde un par de ases en la manga que le permiten mirar de tú a tú a sus competidores, siendo el primero de ellos su surtido de personajes. Sorprende gratamente el tratamiento de unos protagonistas y antagonistas que insuflan el carisma y el matiz diferenciador que necesitaba la película para sobrellevar sus clichés y que, además, equilibran el tono con un contrapunto cómico que sienta genial al conjunto.

Si este talante luce a un gran nivel en pantalla es gracias al carisma de un reparto tremendamente inspirado y volcado en el cariz autoconsciente que envuelve el relato. Esto incluye a Ana de Armas —que sigue cautivando como heroína tras su paso por 'Sin tiempo para morir'— Billy Bob Thornton, Regé-Jean Page, Ryan Gosling y, por encima de todos, un Chris Evans desatado que encuentra en su bigote su mejor arma para robar la función.

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Pero nada de esto importaría lo más mínimo sin una acción a la altura de las circunstancias y, por suerte, los 200 millones de presupuesto inyectados en la producción se ven perfectamente reflejados en unas set-pieces electrizantes que extraen oro de la buena mano de los Russo tras las cámaras. Además de un uso de los drones FPV que sigue la estela —aunque de lejos— de lo visto en la 'Ambulance' de Michael Bay, el gusto por lo práctico y por los stunts reales eleva el filme a un nuevo nivel.

Desgraciadamente, y pese a contar con una fotografía impecable del experto en la materia Stephen F. Windon —responsable de las últimas seis entregas de la saga 'Fast & Furious'—, he terminado echado en falta una mejor fragmentación en el montaje y, sobre todo, un tratamiento de la violencia más explícito y acorde a la apuesta tonal y la contundencia de algunos de sus pasajes —la sangre, por norma general, brilla por su ausencia—.

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Esto en última instancia, no son más que pequeñas minucias que no consiguen ensombrecer uno de los mejores Originals de Netflix estrenados hasta la fecha. Un actioner con esencia de la vieja escuela pero moldeado en base a las sensibilidades estéticas y narrativas contemporáneas cuya naturaleza lo condena injustamente a su consumo masivo en televisores y tablets.

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