'Fast & Furious: Hobbs & Shaw', un ambicioso vehículo de lucimiento para sus estrellas que se queda a medio gas

'Fast & Furious: Hobbs & Shaw', un ambicioso vehículo de lucimiento para sus estrellas que se queda a medio gas

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Para evitar cualquier tipo de confusión, me veo obligado a empezar con una pequeña aclaración: pocas cosas me gustan más que un buen blockbuster veraniego; y cuanto más descerebrado, casi que mejor. Porque a nadie le amarga una dosis considerable de acción con un tono ligero y un guión que fluye con el piloto automático, respaldada por la espectacularidad que sólo un presupuesto multimillonario puede ofrecer.

Es precisamente por esto que he recibido la tremenda decepción generada por 'Fast & Furious: Hobbs & Shaw' con un extra de amargor; especialmente tras las considerables expectativas de encontrarme con una producción verbenera y pasada de vueltas plantadas por su tráiler. Pero en lugar de esto, y tal como ocurrió con 'Megalodón', la jarana de los avances ha terminado traduciéndose en el enésimo largometraje prefabricado por de un gran estudio, destinado a hacer caja en el mercado internacional.

La verdad es que jamás creí que llegaría a aburrirme tanto en un filme en el que Jason Statham y Dwayne 'The Rock' Johnson miden fuerzas con una suerte de supervillano comiquero dopado con aumentos tecnológicos; pero este irregular spin-off de la veterana franquicia iniciada con 'A todo gas' en el ya lejano 2001 pone a prueba el aguante hasta del espectador más fiel al cine palomitero estival

Dos entregadas grandes estrellas... y poco más

El principal poso deja 'Hobbs & Shaw' en el paladar una vez finaliza su proyección es el de haber visto una cinta que intenta ser muchas cosas, pero que falla al aproximarse a casi todas ellas. Esto empieza por su naturaleza de buddy movie canónica, que trata de replicar la fórmula popularizada por Walter Hill en 1982 con su fantástica 'Límite: 48 horas'.

Es innegable que Johnson y Statham, probablemente, y siempre un paso por detrás de la magnífica Vanessa Kirby, lo mejor del largometraje, derrochan cantidades ingentes de carisma en cada una de sus apariciones y mantienen por sí solos el barco a flote. Pero el magnetismo del dúo de intérpretes y su capacidad para inundar los planos con su presencia no es, ni mucho menos, suficiente para hacer de esta una experiencia disfrutable.

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El principal problema que afecta a esta nueva 'Fast & Furious', y que merma los efectos de la dinámica entre sus protagonistas radica en un libreto que, más allá de las fantasmadas de rigor —sin duda, agradecidas y plenamente digeribles—, parece gustarse demasiado a si mismo. Algo particularmente visible durante unos pasajes cómicos que repiten sus esquemas hasta la saciedad, cayendo en lo cargante en cuestión de minutos.

Los interminables intercambios de insultos, presuntamente graciosos, entre la pareja comprendida a entenderse que da nombre al título, acaban mostrándose como un balón de oxígeno cuando los personajes optan por el diálogo solemne en una maraña de conversaciones pomposas, hinchadas y llenas de frases lapidarias trascendentaloides, dignas de "póster motivacional". De esas que invitan a llevarse las manos a la cabeza en un gesto de incredulidad.

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Pero no hemos entrado a ver 'Hobbs & Shaw' para escuchar líneas de diálogo brillantes y chascarrillos inteligentes; sino para ver una orgía de muerte y destrucción a la altura de la masa muscular de sus protagonistas. Por desgracia, el largo tampoco se muestra a la altura de las circunstancias —o de los 200 millones de dólares que ha costado— en este aspecto; revelando la peor cara de un David Leitch en horas bajas.

Es sorprendente cómo la buena mano para la acción que el realizador ya demostró tener en 'Atómica' o 'Deadpool 2' —no menciono la primera 'John Wick' por estar codigirida—, queda aquí sepultada por una maraña de caos audiovisual articulado con una pobre narrativa, y por toneladas de un evidente CGI que hace flaco favor al afortunado diseño de algunas de las set-pieces —fantástico el asalto en vertical a las oficinas de la CIA— que se suceden durante unas interminables dos horas y cuarto de metraje.

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Durante varios momentos de 'Fast & Furious: Hobbs & Shaw', el villano de la función, encarnado por un Idris Elba entregado a la causa, repite incansable que es el siguiente paso en la escala evolutiva. Pues bien, si este es el modelo de blockbuster de acción que nos espera en el futuro, apaga y vámonos; porque siempre puede optarse por la indulgencia y perdonar ciertos deslices, pero jamás un pecado capital en este tipo cine como es sumir al patio de butacas en la apatía.

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