'Géminis': Ang Lee no saca todo el partido a una película que pedía ser más loca

'Géminis': Ang Lee no saca todo el partido a una película que pedía ser más loca

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Cartel Geminis

El cineasta Ang Lee ha demostrado un gran interés por explorar las posibilidades de la tecnología en sus últimos trabajos. Con ‘La vida de Pi’ nos ofreció una experiencia audiovisual inolvidable y en ‘Billy Lynn’ cambió de terció para explorar el sufrimiento psicológico de un soldado de vuelta a casa. Ahora regresa con ‘Géminis’ opone un actor a una versión más joven de sí misma generada por ordenador, un punto de partida de lo más suculento.

Lo hace además en una de las pocas superproducciones de lo que llevamos de 2019 que no pertenece a ningún tipo de franquicia. Una de esas ideas originales que algunos tanto demandan. Sobre el papel lo tenía todo para iniciar un resurgimiento del cine de acción con toques de ciencia-ficción completamente alejado del cine de superhéroes, pero la realidad es mucho menos estimulante en una película que, siendo generosos, podríamos calificar como fallida.

Una curiosa apuesta visual

Will Smith

Una de las principales señas de identidad de ‘Géminis’ viene por la decisión de Ang Lee de volver a utilizar la tecnología HFR a 120 fotogramas por segundo y en 3D. La vista del público lleva toda la vida entrenada para asimilar como natural los 24 fotogramas por segundo convencionales, por lo que de entra resulta chocante que la sensación de movimiento que transmite la película parezca algo acelerada.

En ocasiones incluso puede parecer que todo se mueve a cámara rápida, sobre todo en las escenas de acción. De esta manera se lastra la sensación de emoción e incluso da una sensación de artificio un tanto molesta, y es una lástima ya que Lee opta por una puesta en escena más limpia y con menos cortes de montaje para que uno realmente se entere de lo que sucede y vea los esfuerzos por resultar espectacular.

Imagen Geminis

En cambio, durante las escenas con menos movimiento transmite una sensación peculiar, ya que poco menos que fuerza a nuestro cerebro a intentar asimilar mucho más información de la que estamos acostumbrados. A su manera, es como si estuviéramos dentro de un (poco logrado) relato de realidad virtual, porque el acabado fotográfico también se aleja de esa realidad cinematográfica a la que estamos acostumbrados para optar por una luminosidad hiperrealista impropia de una producción de estas características.

Hasta cierto punto eso puede justificar la apuesta técnica de Lee, pero es un elemento al que uno acaba acostumbrándose y que a medida que avanza el metraje solamente resulta llamativo por ese esencial aspecto negativo que mencionaba antes. Lo que nos queda entonces es una historia que ha estado más de 20 años en desarrollo -la primera versión del guion data de 1997- y cuya última revisión corrió a cargo del propio Lee.

Problemas encadenados

Escena Geminis

Al inicio de la historia uno no puede evitar ver en Will Smith una especie de versión alternativa de su personaje en ‘Escuadrón suicida’, lo único que aquí presta sus servicios a las fuerzas del orden. Sin embargo, la edad y los sucesivos asesinatos han ido haciendo mella en él y quiere retirarse. Siendo el mejor asesino a sueldo que tienen a su disposición eso sería una baja muy sensible, siendo entonces cuando arranca una especie de conspiración en la que es mejor no pararse a pensar demasiado.

De hacerlo, uno encontraría más agujeros que en un queso gruyer, ya que cada explicación que se nos da al respecto de esa fábrica de clones no se sostiene. Simplemente es una excusa para que la aventura siga hacia delante e ir acercando primero el enfrentamiento entre Smith y su clon y luego ir acercando posturas para ofrecer un intento de reflexión vital que sospecho fue lo que atrajo a Lee de ‘Géminis’.

Ahí se ve limitado por la reproducción digital de Smith. Correcta en los planos abiertos, pero cuando transmitir emoción de cerca se siente demasiado digital. El duplicado no sale tan bien como uno podría desear, pero al menos ahí se crea una dinámica entre los personajes que se acerca -sin conseguirlo, eso sí- a dotar de ansiada humanidad al relato.

En resumidas cuentas

Por un lado puede que simplemente la tecnología no fuese la necesaria para alcanzar la maestría técnica que requería una película como ‘Génesis’, pero lo que realmente daña el resultado final es un guion cogido con pinzas en el que ha metido demasiada gente. Además, su enfoque más serio y reflexivo no termina de cuadrar con lo que vemos en pantalla, ya que uno no deja de desear que se vuelva todo un poco más loco.

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