'Hierro' es una de las series originales de Movistar+ que ha recibido mayores halagos. Por mi parte, creo que hay algunas -aunque no muchas- mejores, pero eso no quita para que su primera temporada fuera un notable thriller que sacaba sacar partido a su ambientación canaria, contando además con un muy convincente reparto liderado por una inspirada Candela Peña y que encima es una de esas raras excepciones que va creciendo en tu cabeza después de verla.
Quedaba la duda de si una segunda tanda de episodios, que llega a Movistar+ este viernes 19 de febrero, no sería simplemente repetir lo que ya funcionó en la anterior, pero lo cierto es que la serie creada por Pepe Coira y dirigida por su hermano Jorge ha sabido seguir siendo fiel a sí misma para explorar una historia más intensa, tanto en lo psicológico como en lo físico, en una segunda temporada que supone un broche de oro para 'Hierro', pues hace ya un tiempo se confirmó que sería la última de la serie.
Fiel a sí misma
Hay dos grandes tramas que vertebran esta segunda temporada. Por un lado tenemos la disputa entre una ex pareja por la custodia de sus hijos, un caso con el que la jueza interpretada por Peña tiene un vínculo personal, lo que permite a 'Hierro' explorar otros aspectos menos rígidos de su personalidad sin que por ello nunca deje de ser ella misma. Por otro, la muerte de Samir dejó un vacío en el mundo criminal de la isla que es aprovechado para introducir un personaje más extremo interpretado por Enrique Alcides.
Eso es lo que podría haber roto perfectamente la serie, ya que en la primera temporada siempre existía una sensaciones de equilibrio que simplemente iba rompiéndose por cómo evolucionaba la historia, mientras que aquí el personaje de Alcides es un factor desestabilizante desde el primer episodio. Tanto es así que incluso se recalca a través de la forma de idear el personaje, siempre marcado por un color negro que refleja muy bien a lo que está dispuesto a llegar para salirse con la suya.
El hecho de que esta segunda temporada conste de apenas seis episodios, dos menos que la primera, invitaba a pensar en ello, pero 'Hierro' consigue salir bastante airosa de ese peligro al medir muy bien lo creciente que resulta el hasta qué punto está dispuesto a llegar para hacerse con la platanera de Díaz y para que la jueza deje de meterse en sus asuntos. Es una explosión mucho más controlada y desarrollada acorde a lo que necesita la serie, incluyendo su forma de cerrarla, quizá menos impactante de lo que podría haber sido pero con una innegable fuerza visual.
Frente a esa trama más criminal, que también sirve para que Darío Grandinetti siga teniendo presencia sin que se sienta como alguien que tiene que estar ahí por lo bien que funcionó Díaz en la primera temporada, encontramos la otra más personal y emocional, que a su manera conecta con la maternidad de la protagonista y sirve para crear el auténtico misterio a resolver de esta segunda temporada. Aquí tardamos un poco más en llegar a ello, ya que es más una consecuencia directa de lo visto antes que otra cosa, pero la serie se beneficia sobremanera de contar con ello.
De hecho, 'Hierro' cuenta con varias bazas en ese otro soporte de la segunda temporada, desde un gran Matías Varela como ese poderoso empresario y padre cuestionable hasta la forma de desarrollar la trama sobre la custodia compartida, no cayendo en lo más fácil para en su lugar optar por un enfoque mucho más complejo que enriquece tanto a lo que está contando como a los propios personajes.
Un gran cierre
Todo ello sin dar en ningún momento la sensación de estar acelerándose más de la cuenta, pero también sin perder esa sensación de urgencia, de que hay algo realmente importante en juego. Luego ese misterio lo lleva todo a otro nivel sin perder nunca la atención del público. Hay algo en esa calma inquieta, poco habitual en los thrillers televisivos españoles, tan dentro del ADN de la serie que lo decepcionante hubiese sido que apostase por cualquier otra vía.
Además, 'Hierro' sabe muy bien cuándo elevar la intensidad pero haciéndolo a su manera. Aquí no hay concesiones innecesarias en beneficio de una mayor espectáculo, porque todo resulta, a falta de una palabra mejor, más cotidiano pero sin ser nunca rutinario. Ahí los paisajes canarios -y también otros escenarios como el estadio de lucha- vuelven a jugar un papel clave para que la serie se sienta diferente sin ser algo que busque desesperadamente. Simplemente es así.
Por lo demás, la segunda temporada también funciona bastante bien como final del camino para los personajes principales. Siempre queda la posibilidad de retomarla en algún momento si surge alguna idea brillante, pero es un cierre satisfactorio para la etapa de la jueza Candela Montes en El Hierro y a veces lo mejor es saber despedirse a tiempo en lugar de alargar las cosas de forma innecesaria, porque siempre serán mejor 14 episodios de este nivel que el doble o el triple con el nivel decayendo y repitiéndose hasta el punto de que poco nos importase ya todo cuando llegase su despedida.
En resumidas cuentas
Ha sido un placer ver esta segunda temporada de 'Hierro', donde sus responsables saben respetar lo que tan bien funcionó en la anterior para contarnos algo diferente pero complementario. Además, sabe sobreponerse a sus posibles debilidades para acabar siendo incluso un poco mejor que su predecesora y dar un gran cierre a la historia del personaje interpretado por Candela Peña, quien vuelve a brillar tanto o más, sobre todo en el último episodio.
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