Puede que uno de los recursos narrativos que más impacto tiene sobre el espectador y que hace perdurar un largometraje en su memoria sean los giros dramáticos del tercer acto. Sorpresas de última hora que cambian por completo la perspectiva sobre el relato y que han elevado títulos de la talla de 'Psicosis', 'La niebla', 'Oldboy' o 'El sexto sentido', por poner algunos de los ejemplos más célebres.
Pero la fama de estos plot twists de última hora no debe eclipsar el efecto de un buen mid point. Un giro ubicado, como sugiere su nombre, en el ecuador de la historia que, de estar bien ejecutado, cambia por completo una película; transformándola en una nueva y haciendo más llevadero un segundo acto que puede caer en lo anodino con facilidad.
Si en 'La huérfana' de Jaume Collet-Serra el giro del tercer acto se convirtió en su principal golpe de efecto, es precisamente el mid point el que convierte esta precuela subtitulada 'Primer asesinato' en un delirio tremendamente disfrutable; transformando el origen de Esther en un imperfecto, pero divertidísimo thriller que no oculta su naturaleza camp ni se sonroja al sacarla a relucir.
¡Sorpresa, sorpresa!
'La huérfana: Primer asesinato', nos sitúa antes de los acontecimientos de la cinta original para narrarnos la conversión de Leena en la temible Esther para moldear una suerte de repetición de lo que vimos en 2009. De este modo, vuelven a emplearse los cánones de las obras de "extraños dentro del núcleo familiar" pero contando —y jugando con acierto— con el factor ironía dramática a su favor.
Durante este tramo, queda claro que nos encontramos ante un filme que no es, ni por asomo, perfecto. Aunque el trabajo de su realizador William Brent Bell sea sobradamente solvente en lo que respecta a la puesta en escena, el guión, repleto de inconsistencias y plot devices para hacer avanzar la trama, y una fotografía con un uso incomprensible de los filtros pro-mist —o su equivalente en postproducción— que pone a prueba la vista del espectador debido al bajo contraste, empañan el conjunto sin opción a maquillarlo.
Pese a ello, 'Primer asesinato' se las apaña para entretener con brío poniendo a Esther entre la espada y la pared constantemente. Pero, justo cuando parecemos llegar a un punto de no retorno, el mid point más desquiciado que podamos imaginar hace acto de presencia; sacando a relucir la verdadera identidad de un largo consciente de ser una simple explotación y que muestra sus cartas con desparpajo y sin ningún tipo de vergüenza.
No cabe ningún tipo de duda de que este punto medio dividirá al público y polarizará radicalmente su opinión. Mientras unos desconectarán instantáneamente al ver hecha añicos las suspensión de la incredulidad necesaria para que funcione, otros, como es mi caso, abrazaremos la propuesta entre carcajadas cómplices —no he podido contenerme ni ocultar mi sonrisa de fascinación mórbida— y nos entregaremos a los grotescos y mundanos placeres de un entretenimiento sobradamente digno.
De optar por jugar al juego al que nos invita 'La huérfana: Primer asesinato', podremos disfrutar de unos hábiles trucos de planificación y efectos para enmascarar el tamaño de su protagonista, de alguna que otra muerte gráfica, de unos personajes demenciales y, sobre todo, de unas Isabelle Fuhrman y Julia Stiles fantásticas y entregadas al cien por cien a la causa. Placeres mundanos para una película que recordar aunque su golpe de efecto llegue antes de lo previsto.
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