'El juego del calamar: el desafío' es un entretenido reality que mejora cuando se aleja de la serie original que arrasó en Netflix

'El juego del calamar: el desafío' es un entretenido reality que mejora cuando se aleja de la serie original que arrasó en Netflix

Por algún motivo, han cambiado una de las pruebas por una versión de 'Hundir la flota'. Spoiler: no, no muere nadie

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Challenge

En 2021, 'El juego del calamar' nos pilló totalmente por sorpresa. A nosotros, a la industria y a la propia Netflix, que de repente se vio con un nuevo exitazo entre manos que ni siquiera estaba en su radar. Y no uso la palabra al azar: 2.200 millones de horas alrededor del mundo la convierten en su temporada más vista de la historia (sacando 500.000 horas a 'Miércoles'). No es de extrañar que quieran capitalizarlo como sea mientras esperamos a la temporada 2, aunque sea con un reality tan entretenido y bien montado... como, quizá, contraproducente.

Luz verde

Sobre el papel, la idea está clara: 'El juego del calamar: el desafío' es un concurso en el que participan 456 personas que vivirán como en la serie y jugarán en sus pruebas por el premio más alto de la historia de la televisión: 4,56 millones de dólares.

Es todo un hito, sí, pero tiene dos problemas de base. El primero, que hay un buen puñado de gente convencida de que esta es la temporada 2 y se siente estafada. El segundo, que contradice todo lo que la serie original decía sobre el capitalismo. Por más que a lo largo de los episodios quieran matizar que los concursantes necesitan el dinero porque vivir en una sociedad ultracapitalista es asfixiante, la crítica social se pierde por completo.

La mera idea de la existencia de este reality cambia totalmente toda la ironía que 'El juego del calamar' mostró a lo largo de sus nueve episodios, pero, una vez se acepta, el resultado es... sorprendentemente bueno. Al menos, al pasar el poco conseguido primer episodio y siempre que no leas todo lo que pasó detrás de las cámaras en uno de los rodajes más tramposos de la historia. Como material televisivo es poderoso y pone a los concursantes contra las cuerdas de la moralidad, aunque se note una manipulación de los productores para sacar tramas a la desesperada. Todos hemos visto 'UnREAL', ¿no?

Squid Game

Al principio, todo es lo que esperas en un juego de estas características: juegan a 'Luz roja, luz verde', comparten dormitorio... y entonces empiezan los cambios. Al principio sutiles, después demoledores. Y es que 'El juego del calamar: el desafío' ofrece unas pequeñas pruebas a los concursantes para demostrar su moralidad, su ingenio y su estrategia, con las que pueden acabar echando a un enemigo o consiguiendo ventajas en las pruebas. Ahí es donde, por fin, lo que podría ser un simple producto derivado adquiere entidad propia.

Hundir el calamar

El reality se hace pequeño cada vez que pretende hacerse grande: las pruebas no están rodadas tan bien como cabría esperar y acaban por convertirse en una repetición constante que acaba por abrumar. Vemos la prueba de la galleta cuatro veces, una por equipo, el mismo número que las partidas de 'Hundir la flota'. Porque sí, uno de los juegos nuevos que se han inventado como sustitución del 'Tira y afloja' es una partida gigante de 'Hundir la flota' que puede tener emoción cuando juegan concursantes carismáticos pero al final acaba siendo un formato anti-televisivo bastante aburrido.

No es lo que esperaban los productores, pero la cosa brilla y pone a los concursantes al límite cuando les obligan a ponerse entre la espada y la pared, mojarse para eliminar públicamente y tener una estrategia definida entre alianzas. Eso, tristemente, también significa que gran parte de las eliminaciones no dependen de su pericia, sino de la mera suerte.

Por ejemplo, si sacas la tarjeta equivocada, te vas a la calle de forma inmediata. En cualquier otro programa, tomarían notas para que en la temporada 2 no dependiese nada de la suerte, pero no parece probable que a Netflix le apetezca ir regalando 4,56 millones cada año.

Una vez hemos pasado por su -muy árido- primer episodio, el programa se pone mucho mejor y permite conocer a los concursantes. Pero claro, tiene un problema de base: si son 456, no podremos seguir las tramas de más de veinte de ellos, como si se tratara de un 'Survivor' al uso.

Los productores escogen quiénes van a liderar las tramas y, con ello, nos dan pistas sobre quién tiene más posibilidades de llegar lejos, concediéndoles entrevistas a cámara constantes y repetitivas que acaban suponiendo un lastre. Esenciales para conocer su pasado dramático y dar sentido al desafío, pero, en última instancia, un batiburrillo de gente diciendo que quiere el dinero para "ayudar a su familia". La primera vez te emocionas un poco. La décima solo quieres pasar hacia la siguiente prueba lo antes posible.

Calamar

Jugando a las canicas

Si nunca has visto un reality de estas características es posible que, simplemente, te dejes llevar por sus mecanismos internos y la ilusión de que cualquiera puede ser eliminado. Pero si lo has hecho, verás, de manera inevitable, la mano de los productores sobre cada decisión importante, de manera muy poco sutil, incluso desde la elección de una madre y un hijo que llegan juntos exactamente hasta el punto dorado, ese que los creadores del formato hubieran elegido como momento más dulce posible. Lo fuerzan, sí. Y no pasa nada: la buena televisión lo necesita de vez en cuando.

A medida que avanza, 'El juego del calamar: el desafío' va perdiendo el interés en las pruebas para ganarlo por sus concursantes y las interacciones entre ellos, encerrados en un gigantesco dormitorio donde nacen las alianzas, las estrategias y las fricciones.

No son pocos los que lo han comparado con el vídeo que MrBeast hizo en su día, pero, más allá de la espectacularidad de las pruebas, no tienen nada que ver: aquel se centraba en los youtubers en sí mismos y este cede todo el protagonismo a quien se deja las meninges concursando. Es notablemente mejor aunque, por otro lado, también tiene mucho más presupuesto y diferentes intenciones.

Tú eliges si aceptas la propuesta de 'El juego del calamar: el desafío', con sus ideas descabelladas -como tirarse al suelo al ser eliminado como si estuvieras muerto, por ejemplo-, su rodaje caótico (la primera prueba duró nueve horas y se hicieron trampas para que ganaran unos concursantes y no otros) y su supuesto reparto diverso que al final se centra casi exclusivamente en gente de Estados Unidos.Si decides quedarte, vas a encontrarte con un reality deudor de 'Traitors' o 'Survivor' en el que las pruebas acabarán siendo una molestia para llegar a lo que realmente queremos ver: los concursantes forzados a situaciones mentales límite. Y ahí, por fin, el concurso de Netflix acaba con la mímica y consigue brillar.

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