'La bruja', perturbadora y fascinante

'La bruja', perturbadora y fascinante

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'La bruja', perturbadora y fascinante

Si hay una cualidad que, por encima de otras, aprecio en el cine de terror, es que insinúe sin mostrar y que imprima el miedo en el respetable huyendo en la medida de lo posible de tener recurrir a esos consabidos golpes de efecto que, en las dos últimas décadas, tanto daño han hecho a un género que parece que ahora, de la mano de vehículos como el que se estrena este viernes, se dirige firme hacia su total recuperación.

Es en esa vía en la que se mueve esta revitalizante propuesta que es 'La bruja' ('The Witch: A New-England Folktale', 2015), puesta de largo de Robert Eggers tras haber trabajado en diversos departamentos artísticos para un buen puñado de cortos que, de alguna manera, sirven para prefigurar este fascinante relato sobre brujería que gira en torno a una familia que vive al borde de un bosque en la Nueva Inglaterra del s.XVII.

Precisión

La Bruja 1

Desde su primer minuto de proyección, es la precisión técnica con la que Eggers trata el conjunto de lo que vemos uno de los valores que más se cuida a lo largo de los breves pero muy intensos noventa minutos en los que se prolonga 'La bruja': puesto en valor por un diseño de producción asombroso que nos traslada de forma indefectible a la época en la que discurre la acción, y rubricado por una fotografía portentosa que intensifica sobremanera las sensaciones de miedo que transmite el conjunto, es acaso en la dirección del estadounidense donde mejor reside el asombro del filme.

Huyendo, salvo en un par de momentos puntuales que, por inesperados, consiguen asustarnos —y lo consiguen a costa de que el corazón casi "se nos salga por la boca"—, el terror que trabaja Eggers es, en lo visual, ese del que hablaba unas líneas más arriba, el que logra atemorizar al respetable sugiriendo sin ser explícito y depositando buena parte de lo efectivo de su trabajo en la febril imaginación del que se sienta al otro lado de la pantalla de cine.

Instantes como la desaparición del hijo pequeño de la familia —que ya se veía en el trailer—, la primera aparición de la bruja, o las secuencias que nos muestran el progresivo deterioro del tejido familiar y la erosión paulatina de la salud mental de los progenitores, funcionan de forma asombrosa aunque quizás, sólo quizás, hubiera sido mucho más recomendable de cara a su portentoso tramo final que no se pudiera intuir con cierta claridad el elemento sobrenatural en todos los infortunios que van sucediéndose.

'La bruja', la magia de los actores

La Bruja 2

Responsables directos de que sintamos tan de cerca el terror, el plantel al completo de 'La bruja', desde los dos adultos a los pequeños pasando por la joven adolescente en torno a la que gira buena parte del metraje, logran con suma facilidad esa empatía tan necesaria a la hora de implicarnos de lleno en cualquier producción cinematográfica.

Manejada con extrema habilidad por Eggers, el traslado de la identificación del público, ora con cualquiera de los padres —magníficos Ralph Ineson y Kate Dickie—, ora con los juegos algo retorcidos de los niños, encuentra no obstante en la joven encarnada por Anya Taylor-Joy —soberbia de principio a fin— el personaje a través del que se sufre con más fuerza e intensidad: superada por las circunstancias, y sabedores de su inocencia, ver como su familia se vuelve contra ella sin razón alguna es algo que provoca unas simpatías que el guión termina manejando a su antojo.

Filme de sensaciones embrujadoras que instila malestar, remueve instintos y provoca, ya lo he dicho, un terror primitivo e ineludible, 'La bruja' es uno de esos títulos llamados a ser considerados de culto que, además, descubre a un realizador al que cabría augurarle un espléndido futuro si es capaz de imprimir la misma fuerza y personalidad en próximas producciones y no se deja asimilar, como suele pasar tantas y tantas veces, por la maquinaria hollywoodiense.

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