Y llegamos al final de la temporada 2 de 'El señor de los anillos: Los anillos de poder'. La serie de fantasía de Amazon Prime Video basada en los escritos de J.R.R. Tolkien se despide hasta dentro de un buen tiempo y llega la hora de saber las consecuencias de la gran batalla de Eregion.
Por cierto, a partir de aquí spoilers de 'Sombra y llama', el episodio 2x08 de 'El señor de los anillos: los Anillos de poder'.
Después de un capítulo dedicado exclusivamente a esta espectacular batalla, arrancamos yéndonos a Khazad-Dûm. Allí Durin III (Peter Mullan) le muestra al príncipe Durin (Owain Arthur) lo que considera que perpetuará "la dinastía de Durin": una sima con una veta de mithril por todo lo que abarca la vista. Eso sí, ya nos lo olíamos desde la temporada 1 y lo han insinuado en algún que otro episodio.
Hay algo ahí abajo y, efectivamente, hay un Balrog dispuesto a arrasarlo todo. Consciente de que su codicia les ha llevado a su destrucción, Durin III se quita el anillo y se dispone a sacrificarse lanzándose contra el mostrenco ígneo. En lo que se produce el choque, la sima se derrumba. El rey ha muerto, larga vida al rey.
Eregion, ronda 2
Si bien es cierto que en esta ocasión nos vamos a repartir por toda la Tierra Media para ver el resto de tramas que se han quedado colgadas, la parte central sigue estando en Eregion y el enfrentamiento entre los elfos y Sauron (Charlie Vickers). A este le encontramos practicando el tiro con arco con Celebrimbor (Charles Edwards) intentando saber dónde están los nueve anillos.
Nosotros ya sabemos que los anillos los tiene Galadriel (Morfydd Clark) quien es apresada y llevada a ver a Adar (Sam Hazeldine), quien ha vivido de primera mano los efectos restauradores del anillo de la elfa. El encuentro y la alianza para derrotar a Sauron llega tarde. Los uruks que habían sido enviados a por el maia han sido corrompidos y veremos la traición a Adar, espejando el poderoso prólogo de esta temporada.
Sauron está ahí para presenciarlo y empezará el combate con Galadriel donde la espada se mezcla con la dialéctica y las artes manipuladoras del señor oscuro. Apuñalada con la corona de Melkor, la elfa tendrá la opción de entregarle el anillo algo a lo que se resiste en el último momento antes de tirarse a un barranco. Esta caída será presenciada en la distancia por Gil-Galad (Benjamin Walker) y Elrond (Robert Aramayo).
Mientras tanto, en Eregion, todo parece perdido... hasta que llegan los prometidos enanos a salvar el día. Un rescate in extremis que propicia la retirada de los orcos y que los elfos puedan ir a rescatar a Galadriel. Allí verán que su estado es grave ya que lo que está corrompido es su espíritu... para salvarla, Elrond se da cuenta de que deberá usar el anillo.
Eregion no es el único centro de nuestra atención en el capítulo. La 'Juego de tronos' de Númenor sigue su curso y Pharazôn (Trystan Gravelle) se las ingenia para acusar a la reina Míriel (Cynthia Addai-Robinson) de estar conchabada con Sauron (¿¡!?) por lo que lo más lógico es acusar a todos los Fieles de Oesternesse de traidores y comenzar una limpieza étnica. Avisada por su hija, Elendil (Lloyd Owen) logrará huir a tiempo. No irá desarmado, ya que la reina le entrega la legendaria espada Narsil.
Las noticias de esto llegan a las tierras del sur, donde Kemen (Leon Wandham) localiza a Isildur (Maxim Baldry) para llevárselo a la isla. Además, una noticia: a partir de ahora Pelargir se convierte en una fortaleza y todos los habitantes deben pagar tributo en forma de madera para poder recibir comida.
Hodor
Al este, en Rhûn se producirá el encuentro en entre el Mago Oscuro (Ciaran Hinds) y el Extraño (Daniel Wayman). Aquí el "malo" dirá que Manwëe le había avisado de su encuentro y que fue el Extraño quien convenció a 5 de estos istar a viajar a la Tierra Media desde el extremo occidente y que tienen ahora la oportunidad de derrocar juntos a Sauron... y convertirse en sus sucesores. El Extraño no cae en la trampa, a lo que el Mago Oscuro decide destruir la zona, y el poblado de los Fuertes queda desolado.
Efectivamente, uno de los grandes "misterios" (nótese fuerte el entrecomillado) de la serie se ha resuelto diciéndonos que sí, que el Extraño interpretado por Daniel Wayman es el Istar al que conocemos todos por Gandalf. Y se ha desvelado del modo, si me permiten, más ridículo pero a su vez con mejor traducción que el asunto Hodor.
En lo que los Fuertes comienzan a ser nómadas y se van del arrasado poblado, se despiden de él llamándole "Grandelfo" (Grandelf), apelativo con una fonética que ya nos suena... y que termina convirtiéndose a Gandalf cuando este se presenta a Tom Bombadil (Rory Kinnear) con su vara recién encontrada. Un origen del nombre curioso y que, además, mezcla con la gran inspiración de Tolkien: el enano Gandálfr de la mitología nórdica y que significa "elfo de la vara" (más o menos).
El episodio termina con Galadriel despertando en un "santuario". Allí se forja, de algún modo, la alianza imperecedera entre Gil-Galad, Elrond y la elfa contra Sauron. La primera decisión: atacar o esperar. Las palabras de Galadriel, aun vagas, vienen cargadas de esperanza. El sol brilla. Los elfos prevalecerán. Final.
Un fin de temporada que, si bien es formidable, es algo bastante más chapucero en la ejecución que en su desarrollo. Me resulta hasta difícil de crear que detrás de él estén los mismos que entregaron el formidable penúltimo episodio (Charlotte Brändström en la dirección y el dúo de J.D. Payne y Patrick McKay en el guion). Quizás en ese estuvieron especialmente inspirados y en este no tanto a la hora de proporcionar esos momentos de pretendida épica, cayendo, a veces, en lo ridículo.
Pero tampoco es algo que manche en demasía una temporada que, desde luego, ha sido mejor y más centrada que la anterior. Ahora toca ver cómo todos los flancos logran reagruparse y que nos vuelva a emocionar con esta batalla por el alma de la Tierra Media.
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