Nos hemos hartado de contar por aquí (en realidad yo) las virtudes de Denzel Washington a la hora de liderar espectáculos adultos. Películas que desde el drama o el puro thriller presentan una fachada sofisticada que no tiene por qué sostener necesariamente en el contenido. De hecho, puede volverse tremendamente bruto y efectista, pero ser igualmente sensacional.
Pocos han sabido preservar bien ese talento como él, que entiende cómo su energía funciona en una escena y cómo lo va a capturar la cámara, y lo aprovecha para darle electricidad al conjunto si es lo que la película requiere. Es por ello que ha podido liderar con más de 60 años una de las mejores franquicias de acción actuales, que el año pasado regresó con ‘The Equalizer 3’.
Justiciero evangélico
La última entrega de una saga tan inesperada (Washington no ha hecho secuelas en el pasado) como tremendamente efectiva, con Antoine Fuqua mostrándose como el más sólido colaborador del actor. Aquí expande las posibilidades de la franquicia en otra efectiva y violenta aventura que ya puedes ver en streaming a través de Movistar+.
En esta ocasión, Robert McCall se encuentra en Italia asaltando la casa de un criminal de la zona, aunque es gravemente herido y debe recuperarse de manera discreta en un modesto pueblo del Sur. Allí se gana la confianza de los ciudadanos, pero también apreciará el temor ante una organización criminal que el letal ex-agente deberá “equalizar”.
La película mantiene una de las constantes en la saga: la paciencia para mostrar a McCall integrándose en las comunidades que visita, interactuando con los locales y generando simpatía. De ahí que luego sus “venganzas” tengan un componente personal, a pesar de que pueda parecer lo contrario con la distancia que toma Fuqua con la acción, estilizada al máximo.
‘The Equalizer 3’: violencia estilizada y eurothriller
Aquí la localización italiana, donde observa las diferentes obras arquitectónicas y pictóricas de temática religiosa, sirve para otorgar un aire casi de justiciero evangélico al personaje, que en sus escenas más intensas y gore alcanza casi una belleza espiritual. Son detalles que dan un barniz casi de cine trascendental más que de puro espectáculo de acción.
Pero, en el fondo, es todo un espectáculo de acción. Denzel mastica bien las escenas de diálogo, y luego su presencia física vende por completo los instantes de pura brutalidad. Sólo el último acto es una orgía de exquisita violencia cinematográfica, que se complementa de maravilla con la inspiración del eurothriller que marca la subtrama criminal. Es un acierto más en una de las franquicias más sólidas de la actualidad.
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