Cine en el salón: 'Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos', sosa

Cine en el salón: 'Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos', sosa

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Cine en el salón: 'Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos', sosa

El estreno hoy mismo de 'Altamira' (id, Hugh Hudson, 2016) el filme protagonizado por Antonio Banderas que se acerca al descubrimiento de las pinturas rupestres en las cuevas cántabras, nos sirve para traer a este rincón de Blogdecine que es Cine en el salón a su máximo responsable, un Hugh Hudson que, perdido en empresas que provocaron su relativo alejamiento de la gran pantalla, fue el artífice hace tres décadas —tres décadas y media para ser precisos— de uno de los filmes más recordados de los años ochenta, 'Carros de fuego' ('Chariots of Fire', 1981).

Pero no recordaremos hoy la cinta que le ganó la mano a 'En busca del arca perdida' ('Raiders of the Lost Ark', Steven Spielberg, 1981) en su pugna por conseguir los Oscars correspondientes a la Mejor Película y Mejor Banda Sonora. No. En su lugar miramos hacia el uno de los otros dos focos que la trayectoria del cineasta londinense nos ofreció durante aquellos maravillosos años al tratar de trasladar a la gran pantalla al más famoso personaje nacido de la pluma de Edgar Rice Burroughs de manera más realista que lo que hasta entonces se había hecho.

Esfuerzo desigual

Greystoke 1

Es más, si a lo último sobre la creación de Burroughs que el séptimo arte acababa de estrenar antes de que 'Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos' ('Greystoke: The Legend of Tarzan, Lord of the Apes', 1984) hiciera lo propio había que referirse, se hacía muy evidente que el cine necesitaba volver al trillado personaje para borrar el terrible recuerdo que había dejado 'Tarzán, el hombre mono' ('Tarzan, the Ape Man', John Derek, 1981), aquél bodrio infumable rodado a mayor gloria de la belleza de Bo Derek.

Dejando de lado recuerdos desagradables —escalofríos por la espalda incluidos— que Tarzán era un personaje sobre el que ya se había dicho de todo en el cine, era algo que las producciones clásicas de la Metro protagonizadas por Johnny Weissmuller ponen más que de manifiesto, por más que la versión algo idiotizada del rey de la jungla encarnada por el fornido ex-nadador olímpico se apartara bastante de lo que el escritor de Chicago había puesto en pie en sus veinticuatro novelas acerca del hombre criado por simios en el corazón de África.

Greystoke 5

Y es precisamente pretendiendo acercarse a la idiosincrasia original del personaje, que Robert Towne —que no aparece acreditado como tal en los créditos del filme por fuertes desavenencias con la Warner— y Michael Austin como guionistas y Hugh Hudson como realizador, firmaron una cinta cuya aproximación a la esencia de Tarzán, tal y como se destila en los textos de Burroughs, se hace de forma considerablemente desigual.

Bien es cierto que todo el primer tramo de metraje es bastante fiel a la novela que todo lo empezó —'Tarzán de los monos'— y que rescatar al personaje de Darnot —y hacer que sea el gran Ian Holm quien lo encarne— es un gran detalle por parte de la pareja de escritores y del cineasta. Pero también lo es que, trascendido su ecuador, los derroteros por los que avanza la acción son completamente originales y ajenos a Burroughs y, quizás debido a ello, quizás porque la habilidad de los guionistas no da para más, el interés de este segundo tramo es de muy bajo nivel.

'Greystoke...', nos quedamos con Weissmuller

Greystoke 3

Al trasladar la acción de la salvaje jungla a la victoriana Inglaterra, la cinta sufre un considerable revés por cuanto lo que allí acaece, si bien pretende poner de manifiesto la indomable personalidad del niño hombre crecido entre bestias, lo hace de forma demasiado prolongada, insistiendo una y otra vez sobre un concepto que queda claro casi antes de ser expuesto por el filme y que, además, pierde algo de efectividad cuando quien ha de convencernos de tal cosa es un joven llamado Christopher Lambert.

El que se convertiría en uno de los inmortales en el filme de culto de Russell Mulcahy dos años más tarde, se estrenaba aquí en territorio fuera de las fronteras de su Francia natal con un personaje que quizás no le quedaba grande a su musculado físico, pero sí a sus eternas limitaciones interpretativas. Además, como cortapisa añadida, a Lambert le tocaba el difícil papel de hacernos olvidar al más famoso hombre mono que haya conocido la pantalla y, obviamente, no lo conseguía ni de lejos.

Greystoke 4

Como tampoco lograba borrar de nuestra memoria el perenne recuerdo de Mauren O'Sullivan como Jane una tímida Andie McDowell cuya aportación a la producción es, siendo generosos, modesta. Afortunadamente, como decía antes, la presencia de Ian Holm y de un soberbio Ralph Richardson —en la que sería su última aparición en la gran pantalla— suplen, aunque no con creces, lo que la cinta cojea en uno de sus pilares fundamentales.

Es en última instancia gracias a ellos, a la belleza con la que John Alcott fotografía los paisajes naturales de África y de la campiña inglesa y a lo extraordinaria de la personalidad que despliega John Scott en la composición de la banda sonora que 'Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos' logra ascender varios enteros y queda en la memoria cinematográfica como un esfuerzo que, no obstante, será superado con creces, tres lustros después, por la espléndida aproximación que la Disney llevará a cabo sobre el personaje.

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