James Cameron: 'Piraña 2. Los vampiros del mar', no es Cameron, tampoco cine

James Cameron: 'Piraña 2. Los vampiros del mar', no es Cameron, tampoco cine
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No voy a entretenerme mucho en esta primera entrada del especial que le voy a dedicar a James Cameron por la simple y llana razón de que este engrendro de producción NO es una película de James Cameron. El realizador norteamericano ha renegado de ella desde el mismo momento que se estrenó, y si su nombre figura en los créditos es por un oscuro asunto contractual que impedía al productor, un tal Ovidio G. Assonitis —al parecer un tipo de armas tomar— quitarlo a su antojo. En palabras del propio Cameron:

Fui reemplazado después de dos semanas y media de rodaje por el productor italiano de la cinta. Simplemente me despidió y tomó el las riendas, que era lo que estaba deseando hacer desde que me contrató. No fue hasta mucho después que pude descubrir qué había pasado. Mientras tanto, la sensación fue algo así como "Y yo que pensaba que estaba haciendo un buen trabajo". Pero cuando vi lo que estaban montando, era horrible. Y entonces el productor no podía quitar mi nombre de la película porque, contractualmente, no podían presentarla con un nombre italiano. Así que dejaron el mío, aunque yo no hubiera hecho nada. Carecía de poder legal para poder influir en esa decisión desde Pomona, California, donde estaba durmiendo en el sofá de un amigo. Ni siquiera tenía un abogado. Para ser honestos a la verdad, algo dirigí, pero no siento que esta fuera mi primera película.

Piraña 2 1

Así las cosas, resulta imposible saber qué le dió tiempo a rodar a Cameron en las dos semanas que se mantuvo en la silla de director y cuánto de eso permaneció en la mesa de montaje, por lo que, a la hora de valorar 'Piraña 2. Los vampiros del mar' ('Piranha 2. The spawning', 1981) hemos de ceñirnos al hecho de que estos infumables 94 minutos son obra y gracia del productor y que en el desproporcionado desaguisado que este cuece con esta secuela de la cinta original rodada por Joe Dante —muy superior, dónde vamos a ir a parar, a la presente— la autoría del director de 'Avatar' (id, 2009) es tan mínima como irrelevante.

'Piraña 2' es un filme sin pies ni cabeza, con un guión que parece estar escrito por el becario del best boy de turno mientras intentaba conciliar el sueño tras una juerga de borrachera de las gordas. Sólo así se explican unos diálogos que provocan el que uno sienta la imperiosa necesidad de clavarse un lápiz en los tímpanos, una dirección —por llamarla de alguna manera— que hace que Uwe Boll sea un maestro del séptimo arte y un guión en el que todo pasa porque sí, siendo en este sentido la explicación del origen de las pirañas marinas voladoras —ya había que tener cojones tenerlos bien puestos para hacer que peces de agua dulce vivieran en aguas marinas, pero de ahí a convertirlos en voladores...— el punto álgido del cúmulo de sinsentidos y lugares comunes del que hace gala la cinta.

Piraña 2 2

¡Y los actores! ¡los actores!, con la práctica totalidad del reparto sumida en una suerte de perpetuo estado de felicidad lisérgica, los únicos que se salvan de la más justificada quema son Tricia O'Neil, una actriz cuyo rostro sonará y mucho a los trekkies del lugar, y Lance Henriksen, el único que parece tomarse más o menos en serio su papel; aunque esto último, dado el carácter de casualidad y cachondeo que campa a sus anchas por la producción no sé hasta que punto es positivo. Y no voy a hablar de las merluzas voladoras, no voy a caer tan bajo...

En fin, dije que no me iba a extender y no me voy a extender más. A modo de conclusión final, creo que la única razón por la que alguien en su sano juicio vería 'Piraña 2' por voluntad propia es por poder ponerla de vuelta y media en la primera entrega de un especial sobre el director que figura como perpetrador de tan infame subproducto. Más allá de esto, cualquier visionado raya en prácticas sado de las que ni siquiera el cine pornográfico tiene lo que hay que tener para filmar.

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