'Madame Web' es mejor que 'Morbius' y 'Venom', pero es más una precuela soft de 'Destino final' que una película de superhéroes

'Madame Web' es mejor que 'Morbius' y 'Venom', pero es más una precuela soft de 'Destino final' que una película de superhéroes

La película con Dakota Johnson es una especie de precuela insólita de Spider-Man con el apoyo de Sydney Sweeney… y Britney Spears

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Decía Dakota Johnson en la gira de presentación de 'Madame Web' que era  “Como si la I.A. generara la película perfecta para tu novio” y no se equivocaba en cierta forma. Hay muchos momentos que parecen escritos por una inteligencia artificial —eso no es nada nuevo en el blockbuster actual— y su casting femenino parece dirigido a saciar la mirada de hombres ansiosos de ver a bellezas de moda —ay, la sospechosa escena de la cpr—, más que presentar una historia de empoderamiento frente a un villano masculino.

Da la impresión de que la actriz tenía que decir algo por intentar justificar cómo afrontar su campaña para un proyecto dudoso, que nace dentro de un declive general del género que se ejemplifica bien en el improbable universo que está construyendo Sony a partir de personajes secundarios de Spider-Man, en el que tuvieron un tropiezo considerable con las dos entregas de ‘Venom’, convirtiendo a uno de los grandes villanos de Marvel en un grosero vertedero de bromas de despedida de soltero.

Sin embargo, el límite por el fondo se lo lleva ‘Morbius’, una pésima traducción de uno de los personajes oscuros más interesantes del mundo trepamuros, que se recuerda en redes por un par de memes de Jared Leto y Matt Smith que hacen parecer la película más disparatada y atolondrada de lo que es. No ha llegado ‘Madame Web’ para cambiar la tendencia de este universo, pero por lo menos el accidente que supone hacer una película de superhéroes que no lo es realmente tiene un poco más de interés.

Cómo hacer una no-película de superhéroes

Porque ‘Madame Web’ puede ser vista como una consecuencia inesperada, un signo de los tiempos, la prueba final de que Hollywood no se mueve por ideas sino por intuiciones, datos y algoritmos que aseguran cierta rentabilidad antes de proponer una nueva propuesta. El personaje original, una anciana ciega en silla de ruedas con poderes de clarividencia, no ha tenido sentido ni para una serie de cómics propia en Marvel, pero la audacia de Sony con tal de llevarse su pedacito de pastel es inaudita.

Nada como contratar al dúo de Matt Sazama, Burk Sharpless, más conocidos como los responsables de ‘Dioses de Egipto’, para darle forma a una de las operaciones industriales más absurdas del Hollywood reciente. En cierta forma, ‘Madame Web’ es como una especie de ejercicio de clase de guion en la que el profesor ha encargado hacer algo donde se supone que hay una personaje con capacidad de ver el futuro y tres acompañantes que en algún momento del metraje deben llevar trajes a modo de variaciones de Spider-woman.

Sydney

¿Cuál es el reto? Que en realidad no sea una película de superhéroes, sino la evocación de una, algo difícil de explicar sin spoilers, pero la forma correcta de enunciarlo tiene que ver con la idea de la posibilidad de una película del género que no acaba de realizarse nunca. Casi un experimento que tiene la heroína principal limitándose a que el destino se ocupe del supervillano en escenas de visiones que permiten no utilizar la violencia típica de las escenas de acción tradicionales que hemos visto mes tras mes en los últimos 15 años.

Los Ángeles de Spidey

De alguna manera, la película nos está diciendo que el cine de superhéroes está roto, agotado y tan machacado que la única salida es… no hacer más cine de superhéroes. Parece que, en su estrategia sinvergüenza de no ofrecer lo que promete en el tráiler está comunicando que la salvación del género es relegar sus elementos más esperables a una posición terciaria y dedicarse a explotar otras posibilidades. ¿Es consciente de todo ello? Seguramente no, pero lo único que los productores tienen claro es tener una escena con Sydney Sweeney bailando Toxic de Britney Spears llevando minifalda encima de la mesa de un dinner por exigencias del guion.

Y es que la película está ambientada en 2003, pese a que apenas se note por elementos de ambientación, más allá de que tanto en puesta en escena, montaje y fotografía, luce exactamente como un producto barato, olvidado y anacrónico de aquella época. No es de extrañar con la experiencia en series de la directora, S.J. Clarkson, que parezca confundida aquí con el piloto para una serie del canal CW que nunca llegará. Una pereza que se transmite en la actitud casi sardónica de una Dakota Johnson consciente de que está ahí como casi todos los demás, un “toma el dinero y corre” que se resuelve con cierta profesionalidad, pero no sin algo de sorna.

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Más pena da ver aquí a Tahar Rahim, un actor destinado a hacer un gran villano que se queda funcionando en piloto automático con un guion que no le sirve ni para construir a un chulopiscinas con clase. Tampoco va más allá un Adam Scott desaprovechado y relegado a ser el nexo de unión con el universo Marvel de una forma tan arbitraria como todo el resto de decisiones. Tanto es así que las conexiones con el universo Spider-man se acaban resumiendo en el momento más bizarro y escatológico que pudiera asociarse nunca a los orígenes —en el sentido más literal de la palabra— del superhéroe más popular de la factoría Marvel.

¿Un revulsivo para el cine de superhéroes?

Y por ello, la película no deja de ser una excentricidad divertida, más o menos funcional, a la que se puede mirar con cierta fascinación. Es más una secuela blandita y para todos los públicos de ‘Destino Final’ que una producción de superhéroes. Lo improbable de los medios tecnológicos del villano para localizar a las chicas con las que sueña que acaban con él, al estilo profecía de Poncio Pilato, tienen derivaciones tecnológicas tan implausibles que parecen estar riéndose de los sistemas “científicos” y “creíbles” de ‘El caballero oscuro’.

Hay viajes de Nueva York a Perú que transcurren en un parpadeo que parece desafiar a las transiciones caducas de blockbuster de los 2000 de ‘Aquaman’ y escenas de acción que no llegan a suceder nunca que parecen estar diciendo que lo que importa al público de este subgénero ha dejado de ser relevante más allá de justificar una marca, unos guiños que conecten una mitología compartida o el nombre presente en unas páginas de cómic.

Malo

Quizá ‘Madame Web’ ha nacido para exponer de forma descarada que ya da igual mancillar lo escrito en viñetas de páginas de oro, que las “infancias violadas” valen tanto como el número de entradas de cine que un estudio pueda sacar gracias a los que en algún momento han pensado que ir a ver la adaptación de un personaje terciario o cuaternario ha sido una buena idea. Puede que sea la película más caradura y la más honesta del año, o bien la gran obra llamada a hacer estrellarse para siempre a un género que no encuentra el camino de regreso en las salas de cine.

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