La sociedad de Zack Snyder y Netflix no empezaba con buen pie con ‘El ejército de los muertos’, casi un testamento, zombies de por medio, de por qué el director no había hecho más que devaluar su poder narrativo desde la que es aún hoy su mejor película, ‘Amanecer de los muertos’. Algo que sorprende al comprobar que 'Rebel Moon Parte 1: La niña del fuego' es su película más consistente desde hace más de una década, lo que resulta paradójico al ser otra propuesta de Netflix.
Esta afirmación responde a que muchas veces hemos comprobado que los grandes directores tienden a entregar sus películas más mediocres cuando están dentro de los confines de libertad sin límites que les ofrece la gran plataforma. Incluso en ‘El Irlandés’ de Martin Scorsese se llegaba a notar en sus tres horas y media. Los Coen hicieron un capricho irregular y no tan gracioso como pensaban, Wes Anderson no ha dejado huella, Duncan Jones se cargó su carrera allí. Parece que muchos autores tropiezan en su paso a la plataforma, era de esperar que Snyder fuera todavía a peor.
Pero el caso es más bien al revés, la carta blanca de 166 millones al director resulta aquí un bálsamo por dos motivos concretos. No tiene un lastre de justificar sus decisiones visuales para deificar figuras de la cultura pop previas, con lo que nos ahorra el mal rato de sus justificaciones para encajar historias y humor sin gracia en su revisionismo de DC, por otra, su confianza en su propia pericia estética logra aquí cotas inalcanzables gracias a la falta de barreras absurdas. Su madurez es más o menos equiparable al delirio absoluto.
La sorpresa es que en este caso su disciplina iconoclasta se encuentra con formas de arte que van más allá del cine, pero nadie quiere, busca, o le obliga a justificarlo, por lo que de alguna manera acaba siendo algo más radical y vanguardista, pese a que el motor de esa fuerza creadora provenga de la misma simiente de un merluzo borracho de anabolizante y videojuegos. La realidad es que quizá por accidente se haya liberado su voz más pura y que realmente sea más inofensiva y bella de lo que habíamos calibrado quienes despreciamos su ‘Snyder Cut’.
Una nueva Másters del Universo de la Cannon
Lo gracioso es que la operación nos dejará su visión completa en la plataforma en febrero, pero mientras tanto, el resultado del experimento es un divertido pastiche pop de Space Opera y fantasía épica ochentera que encaja como un guante en el estilo impresionista del Snyder, es decir puro espectáculo visual, impecable en cada decisión técnica, que además de dejar la boca abierta en ocasiones, deja con ganas de Parte 2, que seguramente doble la apuesta hasta límites que solo pueden caer o bien en lo chabacano o la genialidad.
Y es que viendo ‘Rebel Moon parte I’ es fácil darse cuenta de que a estas alturas, los guiones del cine de Snyder no van a mejorar. Por supuesto que aquí no es el caso, pero al menos en está ocasión la juguetería del director, con esa forma de ir mostrando personajes como si fuera un niño presentándonos a los distintos modelos de los Másters del Universo que le han traído los reyes, a cada cuál más vigoréxico, tiene una coherencia temática y estética que funciona solo dentro de su mundo.
Sí, también tiene un hilo simple del que no se sale en más de dos horas, sin derrapes fuera del tiesto, sin bromas y humor forzados que no encaja, y se compromete con su visión con precisión. Claro que acusa el síndrome de meter "todo lo que le gusta" a Snyder sin mayor criterio que la macedonia, pero la forma de ir introduciendo nuevas escenas responde a una especie de intentona de elipsis que ya es capaz de mejorar el pasapantallas con filtro rapie de pajillero gamer de ‘Sucker Punch’, donde la idea era ir visitando diferentes escenarios para escenas de acción. Pero si en aquella la excusa no colaba, aquí las visitas a los planetas justifican una variedad de influencias que van del Cyber Punk al spaguetti western, al resampleo de las culturas clásicas.
Entre Zona 84 y los calcos italianos de 'La Guerra de las galaxias'
Mezclar ‘Dune’, el chambara, ‘Star Wars’ y la violencia y estética militarista no es totalmente original, y en ese aspecto ‘Rebel Moon’ no es tan distinta a lo delirios de cómic y excesos de blockbusters pulp de los últimos años como ‘Las crónicas de Riddick’ (2004) o ‘Júpiter Ascending’ (2015), la diferencia es que el mimo de cada composición, el brutal uso del anamórfico y la excelencia de los efectos especiales justifican la piñata de referencias, que tienen la saga de George Lucas como punto de partida, pero también como punto de fuga final.
No por casualidad, se ha comparado ‘Rebel Moon’ con ‘Los siete magníficos’, ya que junta batallas galácticas y la versión Western de Kurosawa como lo hacía ya una premisa de un rip-off de la película de George Lucas producido por Roger Corman en 1980, ‘Los siete magníficos del espacio’, que no es la única con la que comparte espíritu, sino que hay detalles que incluso podrían coincidir con ‘Star Crash, choque de galaxias’ (1978). Porque la película se desata y parece estar más cómoda en los universos visuales de aventuras galácticas aparecidas a partir del éxito galáctico, en especial sintonía con la ‘Flash Gordon’ de 1980 y su vestuario sobrecargado, chillón y grandilocuente por el simple hecho de serlo.
Aunque estuviera pensada como una película de ‘Star Wars’, la producción de Netflix se deja incluso llevar por los grandes cómics de bárbaros y la moda que dio tantas copias también de Conan, dejando aquí algunos momentos y personajes que no desentonarían en ‘El señor de las bestias’ (1982), como ese musculoso que doma a un grifo con toda su musculatura en tensión, bien embadurnada, en una de las escenas de acción más plásticas y vigorosas que se han visto este año.
Láminas en movimiento
No debería soprender a nadie la pleitesía al poderío de estos personajes y seres de fantasía que habitan espacios con una dirección artística que recuerda a las películas de fantasía oscura barrocas como ‘Krull’ (1983), quizá tan imcomprendida como esta, las láminas de Frank Frazetta, el universo de forzudos semidesnudos del ‘Den’ de Richard Corben y en general una inspiración en las portadas a todo color de Metal Hurlant, en las que la sensualidad omnipresente, típica de desplegable de revista para adultos, no estaba reñida con la ciencia ficción basada en autores de cierto prestigio.
Aunque en ese mejunje destaca el origen en el terror de Snyder, que sigue dejando huella en sus películas, y ‘Rebel Moon’ tiene un buen surtido de criaturas y viscosidades, con una mujer araña que recuerda a las de ‘Kamen Rider ZO’ (1993) o ‘Spookies’ (1986) y una combinación de CGI y buenas prótesis que se echan en falta en otras space opera recientes. El surtido es inabarcable y es prácticamente seguro que se amplíe y extienda en el futuro, pero el punto de partida deja la idea de que Snyder realmente ha encontrado su gran proyecto épico de larga duración.
Es cierto que su reticencia a guiones bien escritos, personajes con definición y cohesión de principio a fin diluyen el poder de impacto de un cine desde la entraña misma de la fascinación, pero en ‘Rebel Moon’ Zack Snyder ahuyenta a los fantasmas del exceso y se reboza en su creatividad óptica más intrépida, o insensata, y con ello consigue que su tesis aterrize en un lugar en el que la imagen en movimiento puede ser suficiente para mover emociones, revirtiendo su filia a la horterada MTV de los 2000 a una facultad renacentista que quizá complete en un fresco de dos largometrajes de los que inspiraban el cómic europeo de antaño.
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