Sitges 2019: 'El hoyo'. Un minimalista ejercicio sci-fi capaz de remover estómagos y conciencias

Sitges 2019: 'El hoyo'. Un minimalista ejercicio sci-fi capaz de remover estómagos y conciencias

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El hoyo

En ocasiones —muchas más de las que podría parecer de buenas a primeras—, un buen concepto, por muy minimalista o sencillo que pueda parecer, aporta mucho más a la hora de moldear un largometraje que un  presupuesto multimillonario, un reparto desbordante de estrellas internacionales o un derroche de medios y efectos visuales que traten de compensar la carencia de una gran idea.

El fantástico cinematográfico reciente —o la ciencia ficción, si nos ceñimos al caso que nos ocupa—, nos ha dado buenos ejemplos de esto en producciones tan dispares como la magnífica 'Coherence', la enrevesada 'Primer', la austera 'The Man From Earth' o una 'Cube' que podríamos catalogar como el máximo referente de esta sci-fi superdotada apuntalada sobre el mayor de los ingenios.

Es precisamente en el magnífico debut de Vincenzo Natali donde podemos encontrar suficientes similitudes para comprender, a grandes rasgos, el tipo de experiencia que ofrece la espléndida 'El hoyo'. Una magnífica ópera prima que, bajo el manto de la ciencia ficción canónica de espíritu distópico, combina un hight concept brillante, un acertado mensaje y un excepcional tratamiento formal y narrativo que la sitúan dentro de lo mejor de este Sitges 2019.

Uno de los grandes bombazos de 2019 a nivel internacional

'El hoyo' tan sólo necesita unos pocos minutos para exponer el retorcido mecanismo que mueve los hilos de la narración. Una torre con un número indeterminado de pisos, dos habitantes por nivel y una plataforma que baja comida a diario —las personas de niveles inferiores tan sólo recibirán las sobras de los superiores, si es que reciben algo más que platos vacíos— es lo único que necesita este desasosegante relato para articular una acertada parábola que no toma más protagonismo del necesario, pero que supone una deliciosa guinda en el mejor de los pasteles.

Este salto al largo de Galder Gaztelu-Urrutia conecta directamente con esa tendencia a la metáfora sociopolítica habitual en el género, y lo hace con contundencia, pero dejando al espectador proyectar sus ideas y pensamientos en todo momento; evitando forzar discursos y remarcar subtextos en un ejercicio de contención —dentro de los numerosos excesos del filme— ejemplar. 

Pero esta es tan sólo la primera pieza que da forma a un guión sobresaliente. A esta inteligente premisa y a su capacidad para estimular el pensamiento crítico del respetable debemos sumar una progresión narrativa lógica e intensa —es complicado pestañear mientras esperamos la próxima vuelta de tuerca— y unos diálogos dignos de Goya enunciados por unos personajes igualmente redondos, tanto sobre el papel como en su versión de carne y hueso —fantástico Ivan Massagué—. 

el hoyo

Al mismo nivel se encuentra un diseño de producción sencillamente espectacular. Con unos recursos limitados, pero muy bien aprovechados, el equipo responsable de 'El hoyo' ha logrado extraer oro del concepto base en términos visuales, artísticos y narrativos para dar al filme un empaque infinitamente más refinado y espectacular que sus medios.

Un tono crudo, una violencia descarnada y un humor negro como el carbón, combinados bajo la soberbia dirección de Gaztelu-Urrutia terminan de elevar esta gesta casi quijotesca —tanto a nivel de historia como de creación— en uno de los grandes bombazos dentro del cine de género internacional de este 2019.

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