Western: 'Juntos hasta la muerte' de Raoul Walsh

Western: 'Juntos hasta la muerte' de Raoul Walsh
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En el ahora solitario ciclo de cine negro os hablaba en su momento de la magnífica 'El último refugio' ('High Sierra', Raoul Walsh, 1941), que en cierto modo supuso un cambio bastante acentuado en el género, dando por terminado, por así decirlo, el cine de gangsters que tantos buenos éxitos cosechó en los años 30. El propio Walsh realizó un remake del film —o si queremos soltar un eufemismo, la nueva adaptación del material literario en el que se basa— en clave de western, género cuyas posibilidades son increíblemente superiores a cualquier otro. La novela de W.R. Burnett sirve de base a un guión que, a diferencia del film de 1941, esta vez no está escrito por el propio autor del libro, sino por John Twist y Edmund H. North, quienes para sorpresa de todos escribieron un libreto que alcanza la perfección mejorando el trabajo de Burnett.

(From here to the end, Spoilers) La base argumental es evidentemente la misma. Tenemos a un delincuente, Wes McQueen (Joel McCrea) que sale de la cárcel, participa en un último —siempre es el último, cuando se trata de perdedores dedicados a una vida llena de delitos— y suculento golpe al lado de dos tipos que no son precisamente de fiar. Por el camino McQueen conocerá a dos mujeres, una de su clase, conocedora del atraco, y otra, hija de un granjero y que le recuerda a un amor perdido. El golpe sale mal, tal y como mandan los cánones del Film Noir, y el fatal destino hace acto de presencia en su impagable tramo final, lleno de poesía y una extrema dureza. Metidos en materia encontramos algunos matices que proporcionan otra dimensión al film, una muy distinta que sin embargo no traiciona el material original. 'Juntos hasta la muerte' ('Colorado Territory', 1949) supone un remake superior a su modelo y una de las obras maestras de su autor.

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El cambio más importante es el haber surpimido al perro —Walsh era un amante de los animales— como elemento representativo de la fatalidad. Pero son muchos más los elementos cambiados. Para empezar el protagonista no sale de la cárcel, sino que escapa de ella, y la vuelta al hogar donde creció está cargada de una mayor tristeza y melancolía. El llamado triángulo amoroso posee una mayor intensidad, sobre todo gracias a las turbadoras presencias de Virginia Mayo y Dorothy Malone, quienes explotan hasta el máximo su sexualidad. Resulta curioso el cambio realizado en el personaje de Malone —la hija del granjero—, esta no tiene ningún defecto físico, pero sus ansias de gran vida y riqueza le hacen todavía peor. Si en 'El útimo refugio', la chica podía volver a bailar y salir con chicos, en esta la presencia de una gran recompensa por atrapar a McQueen ciega a la muchacha, y se extiende a todos cuantos pululan por el relato.

Es precisamente ese detalle sobre el dinero el que hace que en 'Juntos hasta la muerte', todos los personajes, salvo al que da vida un entrañable Henry Hull, sean prácticamente malvados, movidos por una recompensa que está muy por encima de razones o intenciones. Incluso el grupo de hombres que persigue a McQueen tras el atraco no está realmente interesado en atrapar a un bandido o hacer justicia, sino en cobrar el dinero. Un universo lleno de desalmados con intereses propios y egoístas, reflejo de un mundo real mucho mas peligroso y ruin que el ficticio. Así pues, no estamos ante el tipico western de buenos y malos, sino ante una muy fatalista historia en la que no se deja títere con cabeza, mostrando un mundo en el que no se puede aspirar a una buena vida si tu pasado tenebroso te persigue. Queda bien patente en la pareja protagonista, con un Joel McCrea más inspirado y entregado que otras veces, y una Virginia Mayo —cuyo nombre, Colorado, permite un doble sentido en el título original— que luchará por su amor hasta el umbral de la mismísima muerte.

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El tramo final de 'Juntos hasta la muerte' acontece en un lugar entre macabro y fantasmgórico, un cementerio indio en medio de unas rocas, en donde se refugia McQueen tras el atraco, perseguido y acorralado por el sheriff y sus hombres, que lejos de querer implantar justicia —esa palabra tan complicada para muchos— sólo piensan en la recompensa. Un lugar de descanso eterno para los dos amantes unidos por el cruel e implacable destino, que deja en bandeja a Walsh uno de los finales más bellos que se han visto en una película. Recuerda al de 'Duelo al sol' ('Duel in the Sun', King Vidor, 1946), aunque esta vez, en lugar de dos amantes despechados que se aman y odian con la misma intensidad encontrando la muerte en sus propios sentimientos, tenemos a una pareja unida por las circunstancias enfrentándose al mundo reflejado en cada uno de sus perseguidores, y un maravilloso epílogo que nombra a "una pareja muy feliz que pasó por allí". Un mundo sin conciencia ni compasión que no da una segunda oportunidad a nadie, cobrando sentido una de las frases de diálogo más certeras del relato, aquella que describe a los dos protagonistas como un par de imbéciles en una ciudad muerta en medio del desierto soñando algo que nunca ocurrirá.

Hay tensión, alguna pizca de humor, muy, muy sutil, tiroteos, atracos, traiciones, amor. De todo, en una película a la que no le falta ni sobra nada, revelando una vez más a Walsh como uno de los mejores narradores que ha tenido el séptimo arte. Una película nada fácil y muy poco complaciente, que subvierte de forma muy inteligente todos los elementos de un género al traspasarlos a otro completamente diferente. Del cine negro al western con inusitada armonía y equilibrio, logrando además que de sus poderosas imágenes se transmita esa verdad que sólo la más pura de las ficciones es capaz de alcanzar.

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