Coppola en el corazón de las tinieblas

Coppola en el corazón de las tinieblas
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Pese a que los primeros pases con el público convencieron a Coppola de que debía hacer unos cambios en la estructura final de la película, y a que muy pocos confiaban siquiera en igualar el éxito de crítica y público de la primera parte, ‘El padrino, parte II’ superó las expectativas más optimistas, y si bien no hizo tanto dinero como la otra, la superó en cuanto a audacia formal y convirtió a Coppola en un cineasta con un poder prácticamente ilimitado dentro de la industria. En la entrega de premios de la Academia norteamericana, se alzó con seis Oscar de los once a los que aspiraba, derrotando a competidores tan ilustres como el ‘Chinatown’ de Roman Polanski.

La segunda parte de la saga criminal más importante que se ha hecho, es además la única segunda parte que se ha alzado con tal galardón. Y Coppola es uno de los pocos en encontrar dos películas suyas hechas en un mismo año, ambas nominadas al Oscar, pues la genial ‘La conversación’ fue otra de las competidoras. Poco importa quizá esto, porque con ella se había alzado, algunos meses antes, con la primera Palma de Oro de su carrera, conseguida en el Festival Internacional de Cannes de 1974 (en la que por cierto, Spielberg lograba un premio al mejor guión por ‘The Sugarland Express’). El ego de Coppola se colmaba mientras el mundo del cine se rendía a su talento incuestionable. Con una capacidad de maniobra abrumadora (quizá la más alta de toda su carrera), Coppola decidió nada menos que retar a Orson Welles...

El director de ‘Ciudadano Kane’ (del que Coppola aseguró que daría cualquier cosa por tener una vida la mitad de interesante) tenía pensado inaugurar su breve pero apasionante carrera no con esa película en torno a la figura de Charles Foster Kane, sino adaptando la seminal novela de Joseph Conrad ‘El corazón en las tinieblas’. Nunca nadie ha dado razones claras que explicasen el abandono del proyecto (menos las económicas), pero no parece que hubiera otro proyecto más ansiado para Coppola, que aunque en un principio coqueteó con la idea de otorgar la silla de director al mismísimo George Lucas, finalmente quiso emular a su gurú y quizás así superarle. De modo que construyó un demencial guión con John Milius (un cineasta siempre señalado por la izquierda), y se dispuso a viajar a las Islas Filipinas para enfrentarse a la leyenda.

Siempre ha sido una frustración no encontrar, en las sucesivas ediciones en Dvd de esta película irrepetible, ya sea el montaje original, o el llamado Redux, como complemento a sus imágenes el indispensable documental ‘Hearts of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse’, dirigido por Fax Bahr y George Hickenlooper, y estrenado a nivel mundial en 1991. En él, tomando como narradora a la mujer de Francis, Eleanor (una mujer de gran personalidad, y una auténtica “artista en la sombra”), somos testigos del monstruoso parto de uno de los filmes más importantes de la historia, de un rodaje pesadillesco en el que todo lo que podia salir mal salió peor. Esa magnífica pieza documental, a parte de tener un gran guión y de disponer de un material de lujo, es el perfecto complemento a la pieza de ficción de Coppola. Más que explicarla, la engrandece aún más, dando fé de las dificultades que presentó su ejecución.

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Repasemos a modo de relicario algunas de las famosas experiencias del equipo: el conato de infarto de Martin Sheen, resultado del cual se vio forzado a regresar a Estados Unidos durante varias semanas; la situación de guerra virtual de Filipinas, que se llevaba los helicópteros alquilados por producción para irse durante varias horas (o días) a hacer aquello para lo que se les había fabricado, arruinado centenares de tomas de la famosa secuencia del ataque del séptimo de caballería aerotransportada; el bestial tifón que arrasó gran parte de los decorados para una secuencia que, como es lógico, nunca pudo hacerse, parte de los cuales empleados en una secuencia del Redux que ya comentaremos; la pesadilla de trabajar con Brando que, a pesar de haber recuperado parte de la reputación que él mismo arruinó gracias al Oscar que Coppola le ayudó a conseguir, se comporta como un déspota con Coppola durante el rodaje…No es de extrañar que, dado su elevado presupuesto y la tensión del rodaje, Coppola pensase seriamente en suicidarse.

Pero es que este hombre no puede evitar que su vida personal y su vida creativa se fundan en un todo. No puede evitar convertirse en Willard, y remontar el río con él. Hay algo destructivo, insano, en su forma de dar vida a su ingenio creativo. Sólo puede vivirlo, y sufrirlo, para entregárnoslo, y que lo vivamos y lo suframos con él.

De la jungla africana, a la jungla vietnamita, del genocidio cultural y moral de los colonos franceses e ingleses en el África del siglo XIX, al genocidio moral y cultural de las tropas estadounidenses en el sureste de Asia a mediados del siglo XX. De la devastación provocada por la búsqueda del marfil, a la locura de una guerra absurda con oscuros intereses políticos. Coppola no tenía previsto bajar el listón en su indagación acerca de la podredumbre moral que supone la obtención del gran poder que ostenta su país. Fascinado por las consecuencias, pero sobre todo por la manera en que el poder trata a los que lo manejan, cómo les cambia (El padrino), y cómo tortura su mente (Apocalypse).

Poco podía imaginar Coppola que entre el estreno de su anterior película y el de la nueva, transcurrirían cinco años interminables, dos de ellos para el rodaje y muchos meses de montaje y mezclas, y que incluso llegaría al festival de Cannes con la película sin terminar. De hecho, llegó al final del rodaje y el final previsto no le convencía, y sólo Dios sabe a qué tipo de sustancias o en qué lugares recónditos de la creatividad encontró la conclusión a tanto barroquismo moral. Pero el caso es que la encontró, y con ella cierra uno de los viajes a la locura más intensos y despiadados del arte del último siglo, verdadero juicio descarnado del hombre del siglo XX, y del terrible viraje en los años sesenta hacia lo que se ha convertido ahora Estados Unidos.

He de reconocer que de todos los textos sobre cine que he escrito hasta ahora, algunos de ellos bastante arduos, ninguno se me antoja tan difícil y apasionante como este sobre ‘Apocalypse Now’. Espero estar a la altura, ofreciendo una indagación y un análisis lo más humildes y sinceros posible.

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