Añorando estrenos: 'El enigma se llama Juggernaut' de Richard Lester

Añorando estrenos: 'El enigma se llama Juggernaut' de Richard Lester

10 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
Añorando estrenos: 'El enigma se llama Juggernaut' de Richard Lester

‘El enigma se llama Juggernaut’ (‘Juggernaut’, Richard Lester, 1974) es definida por el insigne Carlos Aguilar como la obra maestra del cine catastrofista. No seré yo el que le lleve la contraria, ya que al elegir una película en la que saliese Omar Sharif, para revisarla y rendir “homenaje” al famoso actor, me decidí por una que había visto hace demasiado y sólo recordaba la secuencia final, comprobaba con admiración lo que es un thriller perfecto, lleno de tensión con un guion milimétrico que funciona, nunca mejor dicho, como un mecanismo de relojería.

Richard Lester, sustituyendo al inicialmente previsto Bryan Forbes, dirigió el film tras el escandaloso rodaje de su versión de Los tres mosqueteros de Alejando Dumas, estrenada en dos partes, antes y después de la que nos ocupa. Considero que estamos ante la mejor película de su autor al lado de la maravillosa ‘Robin y Marian’ (‘Robin and Marian, 1976). Un prodigio de narración, ritmo e interpretación, llevando el suspense hasta cotas de paroxismo que rara vez han vuelto a darse en un film de estas características.

Juggernautf2

Lección de montaje

Omar Sharif da vida al capitán Alex Brunnel del trasatlántico Brittanic –nombre muy significativo, casi de agoreras connotaciones catastróficas−, que tras su partida de Inglaterra, su dueño (Ian Holm) recibe la llamada telefónica de un terrorista que advierte de la existencia de siete barriles llenos de explosivos que detonarán al amanecer si no se cumplen sus demandas económicas, o antes si intentan desactivarlas. Comienza, a partir de ese instante, una lucha contra el tiempo, unas 16 horas, antes de que el terror y la muerte se adueñen del trasatlántico.

Lo más llamativo de toda la función es el increíble ritmo que Lester le imprime al relato, ayudado de la labor del montador Antony Gibbs –con un currículum en el que se encuentran cintas tan dispares como ‘El violinista en el tejado’ (‘Fiddler on the Roof’, Norman Jewison, 1971) o ‘Ronin’ (id, John Frankenheimer, 1998)−, y que sorprende por su alternancia de sonido e imagen, logrando una síntesis que además de apoyar lo breve, directo y conciso, transmite una tensión única durante toda la película, alcanzando en sus minutos finales niveles de infarto.

De esa forma, Lester intercala la amenaza del terrorista con las imágenes de trabajadores del barco descubriendo los barriles, y el correspondiente aviso a las autoridades en tierra, que echarán mano de un especialista en explosivos, Anthony Fallon (Richard Harris), que con su buen amigo Charlie Braddock (David Hemmings) lidera una especie de comando que disfruta enfrentándose a retos difíciles. La llegada del comando al trasatlántico, en alta mar, es una lección de planificación y señala sin miramientos que no todo el mundo sobrevivirá a la aventura. Mientras tanto, en tierra, un jefe de la policía (Anthony Hopkins) intentará dar con el terrorista.

Juggernautf3

Bien vs. Mal

De nuevo Lester intercalando las dos acciones, lo que sucede en el trasatlántico y lo que trascurre en tierra, someterá al espectador a un estado de nerviosismo único, como si éste fuese un resignado pasajero más. Al mismo tiempo Lester ofrece un dibujo de personajes, todos interesantes gracias al buen hacer de sus intérpretes, y mientras en tierra la policía y empresa del trasatlántico se enfrentan a un gobierno que no quiere acceder a pagar al terrorista, en el barco, la amenaza de muerte hace sincerarse a algunos de sus personajes, sin caer en el sentimentalismo barato. Nótese la historia del capitán con su amante o la del político son su esposa.

Por otro lado, la figura de Fallon semeja un Sherlock Holmes moderno, amante del riesgo de nivel, culto, sumamente irónico –“si fallo me veré sorprendido por mi propia inmortalidad”−, fuma en pipa, sin duda el detalle más claro de todos, y acompañado de su peculiar Watson, que no sería otro que el personaje de David Hemmings, con quien Fallon mantiene conversaciones de lo más interesantes mientras ambos intentan desactivar los explosivos. El destino de tal personaje es una declaración de intenciones: las cosas parecen ser, haciendo hincapié en el primer verbo.

Y como todo Holmes, hasta Fallon tiene su Moriarty particular, que no es otro que Juggernaut, un sinónimo más del mal, en la voz, impresionante, y los gestos de Freddie Jones, cuyo duelo final es absolutamente antológico, dejando una frase para la posteridad, repetida en cientos de películas. ‘El enigma se llama Juggernaut’ es espectáculo de primer orden, una aventura humana, en la que el bien está representado por la constancia y la lógica, y el mal es el olvido de un país hacia cierta clase de personas.

-¿Y usted quiere negociar con este tipo de personas? (representante del gobierno)
-Ustedes han creado este tipo de personas (Ian Holm en la piel del dueño del barco).
Comentarios cerrados
Inicio