Decía Ryan Condal, pocas semanas antes del estreno de la temporada 2 de 'La casa del dragón', que las batallas de este año iban a ser enormes. Claro, iban pasando los capítulos y no parecía que tuviésemos demasiado de esto en lo que Negros y Verdes se abocaban a la guerra. Una tranquilidad relativa que ha terminado saltando por los aires con la decisiva batalla de Reposo del grajo.
Por cierto, a partir de aquí, spoilers de 'El dragón rojo y el dorado', el episodio 2x04 de 'La casa del dragón'.
El episodio arranca retomando el hilo de los extraños sueños de Daemon (Matt Smith) en Harrenhal al final del episodio anterior. Nuevamente con la joven Rhaenyra (Millie Alcock) reprochándole (esta vez en alto valyrio) cosas. «Todo porque tu hermano me quería más que a ti», le espeta la muchacha antes de despertarse. Completamente desorientado, el príncipe su alteza intentará manejar los asuntos de conseguir apoyos para formar el ejército necesario y asegurar estas tierras.
Algo que no será fácil. Oscar Tully (Archie Barnes), por ejemplo, no se atreve a hablar en nombre de su abuelo, señor de Aguasdulces. Tampoco el hecho de tener estas ensoñaciones y que, tal como le asegura Alys Ríos (Gayle Rankin), Harrenhal ya de por sí está maldito, según ella, por haberse construido talando los árboles de un bosque sagrado, ayudan más bien poco a la estabilidad del personaje.
Cuando el grajo vuela bajo
Si bien un asalto a Harrenhal parece inevitable, poco a poco vamos descubriendo que los planes de Criston Cole (Fabien Frankel) son otros. Y es que la aparente inmovilidad de las huestes de Rhaenyra (cuya ausencia inquieta bastante a su consejo) hace que este vaya ganando terreno de manera casi automática, a pesar de los recelos de Ser Gwayne (Freddie Fox), que no termina de comulgar con los planes de Cole.
No será el único. Tampoco el rey Aegon (Tom Glynn-Carney) está al corriente de los planes de guerra y ve frustrado cómo el consejo parece actuar completamente por su cuenta sin tenerle, valga la redundancia, en cuenta. «No hagas nada», le pide Alicent (Olivia Cooke). Alicent, quien, por cierto, la vemos bebiendo té de la luna, un potente abortivo, algo de lo que solo parece enterarse Larys Strong (Matthew Needham).
La próxima parada para las tropas verdes será, sorprendentemente, Reposo del grajo. El castillo es pequeño, pero su ubicación cercana a Rocadragón es vital (es de hecho, lo más cercano en el continente). Sabiendo esto, Rhaenys (Eve Best) decide partir con su dragona Maelys para proteger el castillo.
Ante la desesperación cada vez mayor de Gwayne, Cole decide atacar a plena luz del día porque, resulta, tiene un plan. Se llama Vhagar y es montado por Aemond (Ewan Mitchell). Lo que no esperaba la Mano del Rey es que, haciendo oídos sordos a todo el mundo, Aegon también aparecerá por ahí con Fuegosol... y de repente la batalla por tierra pasa a ser un combate aéreo desolador.
En lo que Fuegosol y Maelys combaten y las cosas no pintan nada bien para el rey, aparecerá el monstruoso Vhagar para igualar algo la balanza. Sin embargo, las intenciones de Aemond no parecen muy claras en sus embestidas y el primero en caer al vacío será Aegon. Para su hermano, el rey sería simplemente un daño colateral en su combate contra Rhaenys.
Un combate que termina, como podíamos esperar, en tragedia. En lo que parecía que Maelys y Rhaenys se estaban librando de un aciago destino, Vhagar reaparece por sorpresa y va directo al pescuezo de Maelys, dejando a la dragona sin vida... y a su jinete cayendo con ella. Descansa en paz, señora de Marcaderiva. Eso sí, no sabemos si es la única muerte importante del episodio.
El final nos deja con Criston Cole recobrando la consciencia y viendo a Aemond envainando su espada. No sabemos qué ha hecho exactamente (¿una muerte por compasión?) pero ante la inquisitiva mirada de la Mano le vemos señalando el abrasado e inmóvil cuerpo de Aegon al lado del de Fuegosol.
Tendremos que esperar, eso sí, a la semana que viene para confirmar si ha sobrevivido o no —la promo del episodio 5 es deliberadamente ambigua— pero si ha muerto, de hecho, sería un cambio bastante grande respecto a los libros. Una cosa es segura: si había alguna sola posibilidad de paz, esta se ha esfumado.
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